Literatura
Civilización y barbarie en la Literatura Latinoamericana
La Literatura Latinoamericana tuvo que superar la tradición hispana en los inicios, para luego vagar en la indefinición de una actitud que dio variados caminos, no siempre halagüeños. Hubo de esta forma dos periodos: la Literatura Latinoamericana tras la conquista y la que surgió en la independencia de sus colonias. Pero es, tras la independencia, cuando aparece en su literatura la exuberante geografía de su territorio que dio al hombre una imagen de su inferioridad e impotencia para dominarla y para dominar su destino.
La inmensa pampa argentina fue el marco perfecto para ejemplificar esta idea que, en definitiva, era una metáfora de la situación política, no solo de Argentina, sino también de los países surgidos tras la independencia de España. Así surgió un clima de caos y guerra civil que, por desgracia, se extendió hasta nuestros días y que algunos pensadores, escritores y ensayistas latinoamericanos no quisieron o pudieron ver.
Es en la dictadura de Rosas (1835-1852), que representaba la figura del hombre déspota que mandaba con mano dura los designios de un país (no en vano él había sido estanciero y se jactaba de ser un buen jinete, de saber enlazar y marcar ganado como el mejor de los gauchos), cuando surge el papel relevante de los intelectuales que atacaron su postura política y el aislamiento en el que tuvo a Argentina durante décadas. Sí que durante su mandato hubo cuestiones positivas, por ejemplo el hecho de no dar concesiones ni inversiones a empresas extranjeras que hubieran supuesto una disminución de las riquezas propias del país. Pero, aun así, el carácter autócrata del dictador, en clara sintonía con el dictador paraguayo, el Doctor Francia, supuso la crítica de brillantes intelectuales que conformaron la llamada "Generación de los desterrados": Esteban Echeverría (1805-1851), Domingo F. Sarmiento (1811-1888), José Mármol (1817-1871).
Éstos representarían el anhelo de imponer en las estructuras sociales, políticas, culturales, científicas... los ideales europeos que suponían el sumun de la armonía, la perfección y la coherencia. El tiempo, sin embargo, demostró a muchos intelectuales que, tras esta fachada de civilización sublime, se escondía, en demasiadas ocasiones, una podredumbre que se asemejaba con precisión a los desmanes de sus países.
Esteban Echeverría tuvo una educación elitista con estudios en Europa, en concreto en La Sorbona, lecturas de Chautebriand, Montesquieu, Pascal, los escritores románticos contemporáneos franceses e ingleses. De regreso a Buenos Aires, el desencanto hizo mella en Echeverría de tal forma que fundó la Asociación de Mayo. El ideario de esta asociación se plasmaría en un manifiesto que luego fue un libro titulado el "Dogma socialista". A pesar de su título, se trata de un documento liberal que propugna la libertad del individuo, el sufragio universal, libertad de asociaciones... Su obra narrativa es, sin embargo, breve destacando el poema narrativo "La Cautiva" y el cuento "El Matadero", siendo éste último una metáfora sin ambages de Argentina.
Domingo Faustino Sarmiento representa a la persona de voluntad y autodidactismo que, sin gozar de una familia que le diera educación, supo salir adelante a base de una gran constancia que le llevó a ser presidente de Argentina sin posibilidad de poner en acción sus ideales de europeizar a su país. Es conocido también Sarmiento en su faceta literaria por la publicación en el exilio de su obra "Civilización y barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga, y aspecto físico, costumbres y hábitos de la República Argentina". Este ensayo publicado en 1845 refleja la dualidad de los dos polos en los que navega la sociedad argentina: la barbarie de la pampa y del gaucho y la civilización de las ciudades.
El poeta y escritor José Mármol tras sufrir encarcelamiento durante la dictadura de Rosas, se exilió a Montevídeo donde escribió "Amalia" (1851). La novela es una historia romántica en el régimen de Rosas, pero lo que destaca de ella es la división de los personajes entre los intelectuales, incapaces de superar la maldad de los elementos bárbaros y los personajes salvajes representados por mulatos, negros y gauchos que, para José Mármol, son la parte bárbara e irracional de la sociedad.
No toda la literatura que se hizo en aquella época tuvo esa idea maniquea de la vida. José Hernández con su poema épico “Martín Fierro” redescubrió la validez de la barbarie, afianzó la figura del gaucho, del payador; aunque fue el escritor cubano José Martí el que caló más hondo en esta división dual y encontró virtudes en la barbarie, dando por tanto prestigio a un mundo que la civilización europea había silenciado u obviado.
Olga Jubia
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