Literatura
Tankas, versos de sexo subliminal

El tanka es una forma de poesía que nació cerca del año 600 D.C en Japón. Un tanka era en su origen un poema de carácter libidinoso.
Eran cartas de amor parecidas a las que se escriben los adolescentes en el colegio pero relacionadas con el placer erótico de amante a amante tras una intensa noche de sexo desenfrenado. Eran notas de agradecimiento a una pareja de cama por los inolvidables servicios prestados apenas unas horas antes.
El tanka es un ejemplo del erotismo refinado, hasta tal punto que los mensajes en su primera lectura resultaban indescifrables o parecían simples poemas relacionados con cualquier materia porque solían guardar entre sus líneas mensajes en clave que se deslizaban entre sílabas, de esta manera sólo los protagonistas de la historia podían tener conocimiento de lo que en ellos se escribía.
La razón del texto implícito, más que moralista era para prevenir habladurías ya que los mensajeros que se encargaban de entregarlos en un amago de curiosidad solían leerlos y revelar su contenido. Siendo estos de carácter subliminal no había rumores que esparcir.
El paso principal, aparte de que dos personas tuviesen un encuentro sexual, era escribir a la mañana siguiente una poesía con segundas intenciones que se plasmaba en un abanico o acompañando a una flor. Normalmente el procedimiento se iniciaba por la parte masculina de la pareja, mientras que la otra parte, habitualmente la femenina, contestaba también de forma escrita.
Aunque los procedimientos del tanka como los del sexo podían ser muchos y muy variados, los tankas que solían ser de contenido breve se intercambiaban a través de mensajeros o sirvientes a los que se compensaba con unas copas de sake y la posibilidad de cortejar a las señoritas del servicio.
De las alcobas, el tanka ascendió a los salones de bodas, a los despachos de los altos ejecutivos japoneses y a los umbrales de sus casas recién construidas y con su ascenso perdió su contenido sexual pasando a ser su razón fundamental la felicitación, fuese del tipo que fuese.
Transcurridos cien años desde su nacimiento, alrededor del año 700 la popularidad de los tankas era tal que el Emperador decretó realizar una compilación de tankas que pasaría a la historia.
Actualmente, la corte imperial japonesa convoca un concurso de tankas en el día de año nuevo. Los poemas ganadores son adquiridos por el Emperador para su antología y adquieren el rango de patrimonio histórico artístico del país nipón.
Desde Mario Benedetti a Jorge Luis Borges, multitud de autores de Occidente han redactado versos tanka. El mundo del tanka no es exclusivamente japonés ni oriental, aunque normalmente en su redacción se suele imitar este estilo. Normalmente en la cultura occidental se ha utilizado el tanka como muestra de agradecimiento. Borges, por ejemplo, recitó un tanka en una entrega de premios. Aunque el tanka occidental suele aplicar fielmente los estándares del japonés.
Una vez un joven estudiante de Kyoto se enamoró locamente de una geisha que ya había sido vendida a otro hombre, no obstante ella accedió a prestarle sus servicios. Tras la intensa noche de sexo, Misako, la geisha, recibió un tanka que decía así:
Entre las brumas
de cerezos de monte,
¡qué tenuemente
vi a quien ya me hechizó y
penar me hace amor!
Un segundo tanka, dirigido por una sacerdotisa del santuario de Ise a un hombre con el que había mantenido una relación amorosa dice:
¿Viniste tú
hasta mí o fui yo
quien fue hacía ti?
No sé. ¿Realidad? ¿Sueño?
¿Velaba yo? ¿Soñaba?
Es posible que la poesía tanka haya mutado a través de más de 1400 años. En la actualidad se puede sustituir una felicitación navideña por un tanka, pero no se puede olvidar el originario carácter erótico y pasional de dichos versos. Un tanka es ante todo una carta de amor, de uno a otro, solamente cambia la dosificación de mismo.
Elena Puchalt Ruiz
@elenapuchalt
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