Literatura

Cuatro poemas de Nicolás Suescún

Luis Carlos Ramirez Lascarro

18/04/2017 - 06:45

 

Nicolás Suescún / Foto: Ciudad viva

 

El poeta, cuentista, traductor, editor, periodista, diseñador gráfico y profesor universitario, Nicolás Suescún, ha muerto el pasado viernes 14 de Abril en la noche debido a una enfermedad que le aquejaba hace un tiempo.

Fue uno de los fundadores y director varios años de la revista Eco, donde muchos nuevos creadores pudieron publicar por primera vez. Adicionalmente, los lectores también debemos estarle muy agradecidos, puesto que en su trabajo de traductor nos ha acercado, en español, a autores tan importantes como Rimbaud, Flaubert, Balzac, Shakespeare, Yeats y Blake, así como llevó a Mario Rivero, José Luis y Federico Diaz Granados y Raúl Gómez Jattin al inglés.

Fue autor de los libros de cuentos: El retorno a casa (1971), El último escalón (1974), El extraño y otros cuentos (1980) y Oniromanía (1986), de los libros de poemas: La vida es (1986), Tres a.m. (1986), La voz de nadie (2000), Bag bag (2003), Este realmente no es el momento (2007), Empezar de cero (2007) y Jamás tantos muertos y otros poemas (2008) y de las novelas: los cuadernos de N (1994) y Opiana (2015).

En busca de honrar la memoria de este discreto y entregado creador presentamos algunos de sus poemas y fragmentos de su anti-novela Los cuadernos de N.

 

Jamás tantos muertos

Jamás tantos muertos rondaron la casa de los vivos,

jamás tantos vivos habitaron la casa de los muertos.

 

Nunca se oyeron tantas voces, nunca tanto silencio,

nunca se fue al traste tanta cosa,

y se pudo más y se hizo menos.

 

Siempre es que hemos vivido tanto tiempo

que uno ya se pregunta

qué sería de la tierra sin el peso gravoso de los hombres,

y qué sería de los hombres sin la tierra.

 

Ahora son las diez de un martes o de un muerto

y mi sangre corre, corre la de los vivos

a dieta de sopas de sangre de sabores diversos,

y huesos enlatados, cadáveres en polvo,

todo el corpus delicti de la A a la Z.

 

Infancia 1

El mar,  inmenso, azul,
profunda tumba de piratas y tesoros,
estaba allá muy lejos
detrás de las montañas.
Era una ausencia.

 

Los ríos, también, eran grandes ausentes: 
sus aguas bajo la tierra 
corrían espesas y oscuras, 
arrastrando desperdicios,
y la belleza también se escondía,
rara vez salía a la calle 
pero a veces a veces se asomaba con el sol en el patio 
o en los ojos del gato, 
y los viajes tenían que ser imaginarios, 
pobres ensueños tibios en los fríos rincones
donde empezaban los caminos, 
así que todo viaje era un proyecto,
todo proyecto un viaje secreto, inconfesable, 
y los potreros donde jugaba fútbol 
se iban llenando de casas: 
había que caminar mucho 
donde no hubiera extraños.

 

El camino de la escuela a la casa:
ese simulacro de la Odisea.

 

Los pedazos
La vida ya no tiene sentido para ella
y se le rompe el corazón, ya roto,
en más pedazos, y yo, ¿qué puedo hacer,
ya casi muerto y hablando oscuro?
Es que hay algo que me espera,
lo presiento, en la noche,
un mar silencioso o un laberinto
imaginado, sin salida.
Y hay tantas preguntas sin respuesta.
Hay tantas cabezas rotas
como piedras destrozadas en el camino,
como ideas olvidadas
y decepciones, sueños truncos.
También tengo yo roto el corazón,
y sólo ella, lo sé, pueda tal vez
recoger los pedazos uno a uno,
los suyos y los míos.

 

La casa de N

II

N escribe una fábula: "El hombre y el río del tiempo". Una vez un 
hombre se sentó en la ribera de un río a esperar que se secara. El río 
no se secó, pero el hombre no murió de sed.

Moraleja: Los modernos no podemos hacer fábulas a la antigua.

VII

El Amargo le dijo a su sombra: "Desde hoy no volveré a jugar contigo". 
La sombra le respondió: "Te equivocas, como siempre". Pero él no oyó 
nada, no creía que la sombra hablara.

***

En el estruendo 
la paz interior, 
círculos perfectos 
en los charcos.

***

No hay mayor placer que estar con uno mismo, ni mayor tormento.

X

Explogans de N. Convierta sus sueños en millones. El que nace y 
renace se deshace. La unión hace la rosca. Mejor matar que curar, 
más barato. Cultiva los vicios y llegarás al cielo.

XXI

Aquí reina la noche entre mí mismo, y el ayer cae, la noche cae, todo 
cae irremisiblemente, las piedras y los relojes, los hombres y sus sillas, 
y los ángeles.

 

Luis Carlos Ramírez Lascarro

@luiskramirezl 

Sobre el autor

Luis Carlos Ramirez Lascarro

Luis Carlos Ramirez Lascarro

A tres tabacos

Luis Carlos Ramírez Lascarro, Guamal, Magdalena, Colombia, 1984. Estudiante de Historia y Patrimonio en la Universidad del Magdalena. Autor de los libros: El acordeón de Juancho y otros cuentos y Semana Santa de Guamal, una reseña histórica; ambos con Fallidos editores en el 2020. Ha publicado en las antologías: Poesía Social sin banderas (2005); Polen para fecundar manantiales (2008); Con otra voz y Poemas inolvidables (2011); Tocando el viento (2012) Antología Nacional de Relata (2013), Diez años no son tanto y Antología Elipsis internacional (2021). Ponente invitado al Foro Vallenato Clásico en el marco del 49 Festival de la Leyenda Vallenata (2016) y al VI Encuentro Nacional de Investigadores de Música Vallenata (2017). Su ensayo: El Vallenato protesta fue incluido en el 4to Número de la Revista Vallenatología de la UPC (2017). En el 2019 escribe la obra teatral Flores de María, inspirada en el poema musical Alicia Adorada, montada por Maderos Teatro y participa como coautor del monólogo Cruselfa. Algunos de sus poemas han sido incluidos en la edición 30 de la Revista Mariamulata y la edición 6 de la Gaceta Hojalata (2020). Colaborador frecuente de la revista cultural La Gota fría del Fondo mixto de cultura de La Guajira. 

 

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