Literatura

Julio, el impotente

Arnoldo Mestre Arzuaga

06/06/2017 - 07:15

 

 

Para Julio era el peor día al que se enfrentaba y así lo denotaban sus ojos enrojecidos y sus grandes patas de gallina demarcadas a cada lado como símbolos de desvelo sufrido la noche anterior.

Se llevaba las manos a la cabeza y movía su cuello de lado a lado como negando algo real que le pasaba y no quería aceptarlo. A veces pasaba su mano derecha abierta sobre su frente y se repetía para sí mismo: “Dios mío, esto no puede estar pasándome a mí”.

Estaba sentado desde muy temprano en una silla plástica, sin compartir mesa con nadie, en el café Juan Valdés. Su estado anímico era tan bajo que no se percató de la llegada de su amigo Orlando Arzuaga, solo cuando éste muy animado tocándole el hombro le dijo: “Hola, culión. ¿Qué haces?”. Alzó la mirada para ver al recién llegado, y fue tanto el impacto de aquella mirada triste, que Orlando nervioso le preguntó: “Erdaa, viejo julio. ¿Qué te pasa hermano? Te ves demacrado, tienes algún problema?”.

Sosteniéndole la mirada, Julio le respondió: “El peor que le puede suceder a un hombre. Pasa, hermano, que soy impotente y esta vaina no la soporto y pienso suicidarme, ya lo decidí me voy a suicidar…”.

Orlando le pasó su brazo derecho sobre sus hombros y le habló sosegadamente: “Tranquilízate, por favor, la cosa no es para tanto, ya tú tienes 75 años y el organismo ha cumplido con ciertas funciones, date por buen servido, además, ahora existe una pastillita azul que hace milagros, dicen que después de media hora de haberla tomado puedes tener hasta dos orgasmos, lo mismo me han dicho de un jarabe ecuatoriano, así que eso se puede resolver, toma las cosas con calma, también puedes ir donde tu medico de confianza y comentarle tu situación”.

Parece que en vez de producir consuelo y esperanza  en Julio, las palabras de Orlando tuvieron el efecto contrario. Se puso de pie y soltó el gimoteo: “Nooo, hermano. Yo no soporto esta situación, ya está decidido, me voy a suicidar”. “Oye, escúchame, camina, y vamos donde el médico. No puedes tomar una decisión tan absurda sin antes ir donde un profesional”. “Está bien”, aceptó julio. “Vamos”.

El médico era un veterano setentón, su rostro develaba más edad que la que realmente tenía, tal vez por efectos del alcohol y la vida desenfrenada que llevó en sus años mozos. Los visitantes a su consultorio no eran desconocidos para él, así que, después de saludarlos cordialmente, preguntó sin rodeos: “Aja cuéntenme, ¿y qué se les ofrece en mi consulta?

Orlando miró a julio y se adelantó a hablar: “Hombe, doctor. Mi amigo julio que quiere suicidarse, yo lo convencí para que hablara con usted y le explique los cambios que le sucede al cuerpo humano después de cierta edad”. “Ah bueno, pero cuéntame qué te pasa, Julio”, afirmó el galeno con voz suave para darle más confianza a su paciente.

Julio, sollozando, respondió: “Pasa, doctor, que quiero suicidarme porque soy impotente. Usted se imagina que yo después de echar todas las noche siete y ocho polvos ahora solo puedo echar tres o cuatro polvitos apuraos. No, doctor, esto no lo soporto, yo mejor me suicido”.

El médico se puso de pie, de un solo tirón se acercó a Julio, lo abrazó y también llorando empezó a hablar: “Ay, Julio, dile a mi secretaria que te devuelva el valor de la consulta, pero dame ese secreto para yo poder echar tan siquiera uno, hace más de diez años que no sé lo que es ese placer”.

Julio como pudo se soltó del lazo que el médico había hecho con sus brazos y se retiró llorando a moco tendido repitiendo una vez más: “Si no puedo echar siete u ocho polvos diarios, mejor me suicido. Ya está decidido: ¡Me suicido!”.

 

Arnoldo Mestre Arzuaga

nondomestre@hotmail.com

Sobre el autor

Arnoldo Mestre Arzuaga

Arnoldo Mestre Arzuaga

La narrativa de Nondo

Arnoldo Mestre Arzuaga (Valledupar) es un abogado apasionado por la agricultura y la ganadería, pero también y sobre todo, un contador de historias que reflejan las costumbres, las tradiciones y los sucesos que muchos han olvidado y que otros ni siquiera conocieron. Ha publicado varias obras entre las que destacamos “Cuentos y Leyendas de mi valle”, “El hombre de las cachacas”, “El sastre innovador” y “Gracias a Cupertino”.

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Después de abril

Después de abril

  Farruko Kataño no olvidará la mañana cuando, al pasar por la plaza mayor, miró unos ojos oscuros que jamás había visto ant...

Ciberliteratura, la nueva literatura digital

Ciberliteratura, la nueva literatura digital

La era de la digitalización es un hecho. Con la abundancia de videos por Youtube, la tendencia a descargar películas online antes d...

Apostillas a una conferencia de Federico García Lorca

Apostillas a una conferencia de Federico García Lorca

  La poesía no quiere adeptos, sino amantes. Federico García Lorca Detrás de todo poeta siempre hay una poética. Ésta, muchas v...

La crónica en la nebulosa del postconflicto

La crónica en la nebulosa del postconflicto

  Escapar de la realidad de un país, no es tan sencillo. Y la distancia no siempre ayuda en estas situaciones. Muchas veces, ella,...

Cráneos podridos

Cráneos podridos

  Era inflexible y débil al mismo tiempo. O, por lo menos, fue la impresión que siempre se tuvo de él. La rigidez en la exposició...

Lo más leído

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados