Literatura
Génesis o turbulencia de la palabra (III)
Nada que ocultar (Ediciones Doce Calles, España, 2013) de Gloria Young se divide en cuatro partes: Cristal que no se rompe / Puerto de Amor / Días sin ti y Llama de abrojos.
Cristal que no se rompe es una especie de anti-mito, o de un mito al revés. Su comienzo es lo más cercano a una hecatombe final. Más que el anuncio de una tragedia, es la tragedia misma, es la nada que llega en un vendaval que arrasa cercas, cimientos, árboles, pero que la poeta lo identifica con “la magia”, es el “viento que trajo la lluvia…cerrándonos el paso / en la carretera” y después llega la calma en “el huerto (que) pide mis manos nuevamente”; como si el universo solicitara, una y otra vez, otra oportunidad.
Un dolor milenario recorre su piel, sus sentidos; huella indeleble que atraviesa centurias, generaciones, es un dolor hecho memoria, íntimo y colectivo, local y universal.
Luego un movimiento telúrico sacude la cama como si fuese una “violenta hamaca… la tierra, impulso cósmico”. Y la poeta pregunta: “¿Eras tú sobre mi cuerpo?/¿protegiéndome?/¿o matándome de asfixia?”.
Y en ese pulso por la magia invoca al viento, que a su vez arrastra más lluvia y “árboles mutilados/inundaron el camino/hermosos/brillaban bajo la luna/en medio de la destrucción”.
En la poesía de Gloria Young está ella, y, por supuesto, estamos todas las mujeres de todos los tiempos y de todas las culturas. Su poesía es un grito visceral que nos recuerda que vivimos en una sociedad patriarcal que nos agobia y nos asfixia; como en los versos leídos anteriormente.
“¿Eras tú sobre mi cuerpo?.../¿o matándome de asfixia?”
Y si hablo de un anti-mito, o de un mito al revés, es pensando en los mitos fundacionales. Primero está la creación del jardín prometido y, luego, viene la hecatombe. Gloria Young, en cambio, inicia su libro con la destrucción de su cosmos.
Los versos “El nuevo día aviva la esperanza” y “el huerto pide mis manos/nuevamente” demuestran que la poeta, una elegida en el sentido mítico de la palabra, es la única capaz de reconstruir el jardín del Edén perdido. No obstante, antes de emprender la tarea de reconstrucción, de creación de un nuevo cosmos, de un nuevo jardín, debe asistir a la hecatombe final: La de un movimiento telúrico que sacude los cimientos de la casa.
La cama, donde trata de recuperar fuerzas para que sus manos puedan sembrar de nuevo, se balancea como si fuese una “violenta hamaca… la tierra, impulso cósmico”. Solo siente “-todo el peso del mundo sobre mi cuerpo-“. “Aquí no hay humana destrucción / Solo tierra fiera /Abriendo y cerrando sus grietas / Sin importar si la marea se aleja o se acerca del puerto”.
Un tsunami “desbocado/… grito del tiempo/… espumas furibundas/pájaros despedazado/perros aullando su temor enardecido”.
Un dolor milenario recorre su piel, sus sentidos; como una huella indeleble que atraviesa centurias, generaciones; es un dolor hecho memoria, íntimo y colectivo, local y universal. Por eso se pregunta: “¿en qué grieta se escondió/la luz de la esperanza?”.
Este poema también recuerda al cambio climático, como bien me lo hacía notar la poeta en una de nuestras conversaciones sobre su libro. Y no es de extrañar que esto sea así. Podríamos pensar que el vendaval, con el que inicia el libro que hoy nos ocupa, es también un diluvio, lo que me lleva inevitablemente a recordar el libro de Leyendas de la Tierra, de la geóloga Dorothy Vitaliano.
“La tradición sobre inundaciones es muy numerosa a lo largo de toda América Latina… En algunos casos es fácil identificar los matices bíblicos. …Un ejemplo primitivo sobre inundaciones es el de los indios araucanos… se dice que dos serpientes fueron la causa de que el mar se elevara cuando trataban de probar cuál de ellas poseía las artes mágicas más poderosas. La inundación se produjo tras un intenso terremoto relacionado con una erupción volcánica, y la gente se refugió en una montaña que flotó hasta llegar cerca del Sol”. (Dorothy Vitaliano, Leyendas de la Tierra).
Vitaliano explica las catástrofes no sólo desde el punto de vista científico sino mítico. En su libro nos narra leyendas que describen fenómenos naturales como son los huracanes. Algunos con un fuerte poder destructor que aniquila el mundo habitado por algún pueblo determinado, lo que da lugar a la creencia de un diluvio universal, por ejemplo.
Y Gloria Young, conocedora de los huracanes que asolan el Caribe, algunos verdaderos diluvios, no podía escapar a la tradición oral, que con el tiempo se ha apoderado también de la escritura. Ella, al recordar que esa noche de cataclismo era a su vez la nochebuena, prefiere ignorar la respuesta. Lo que no ignora son: “Los uniformes escolares revueltos en el lodo”. Sabe que “No hay forma de disputarle al río /el ahogamiento de los sueños”.
La poeta sabe que después de la tormenta llega la calma. Sabe que toda destrucción lleva consigo el germen de una nueva vida, de un nuevo amanecer, de un nuevo sol que calentará la tierra.
Otra de las lecturas del primer capítulo de Nada que ocultar, es que ese vendaval es sólo una metáfora para nombrar el tiempo de derrotas disfrazadas de júbilo en el que veces vegetamos; una especie de sopor que nos impide ver nuestros verdaderos rostros en el espejo, o bien una bruma que navega en nuestros ojos, una especie de máscara que nos oculta de nosotras mismas, como el manto de las lloronas… Y en ese pulso por la magia llama al viento que a su vez trae más lluvia y con ella: “Árboles mutilados/Inundaron el camino/Hermosos/Brillaban bajo la luna/En medio de la destrucción”.
En la poesía de Gloria Young está ella, y estamos todas las mujeres de todos los tiempos y de todas las culturas. Su poesía es un grito visceral que recuerda que vivimos en una sociedad patriarcal que nos agobia y nos “asfixia”, como en los versos anteriormente mencionados: “¿eras tú sobre mi cuerpo? /¿protegiéndome?/¿o matándome de asfixia?”.
Isadora Redondo
Los poemas a Isadora forman parte de Cristal que no se rompe y nos recuerda que, a pesar de todo el dolor acumulado, no nos extinguimos. Isadora, símbolo de la “redondez de los planetas”, es el “secreto del mar/ amniótico”, es “la obra maestra” que sólo las mujeres, dadoras de vida, podemos llevar a cabo. Y aunque es consciente del novilunio también sabe que éste engendra un nuevo ciclo que se esconde en “la redondez de la luna” oculta “detrás del árbol místico… (que) busca atrapar los miedos/ que habitan en tu vestido/ de agua”. Lo que recuerda los versos ya leídos: “Agua agua agua agua/…. El presente aflorando del pasado”.
El agua, que antes era destrucción, regresa con la aureola luminosa que permite el renacimiento, que genera de nuevo la vida; ese ciclo permanente al que estamos supeditados: Invierno, primavera, verano, otoño, invierno… y el ciclo recomienza.
El novilunio, la luna creciente, la luna llena, la luna menguante, el novilunio… y el ciclo recomienza…
La marea alta y la marea baja… y el ciclo recomienza.
La regeneración del mundo y la regeneración del tiempo
“Dentro de ti,/el secreto del mar/amniótico/con las suaves olas/que vienen/y van”.
La regeneración del tiempo lleva la simiente de la Libertad, por eso le abre ventanas a Luna Simone, la niña que habitaba en las aguas de Isadora, mientras le susurra al oído su propia versión de los poemas de Po Chi I; esos cánticos lejanos que alguna vez viajaron en un viejo cofre desde la lejana Manchuria, sólo que esta vez es en otra lengua y con un deje musical diferente: “Tenía la poesía en la punta de la lengua/… (le abría) ventanas para que aprenda/a amar la libertad/desde ahora y para siempre”. La libertad, el mejor obsequio que un ser humano puede darle a otro; eso lo sabemos muy bien las mujeres.
Y nuevamente la palabra “ventana”. “[…] en la ventana / miro el espejo de mi propia alma”. En ella y a través de ella podemos reencontrarnos con nosotras mismas; como “ventana” nos invita a volar y como “espejo” a conocernos a nosotras mismas; sólo de ese modo podremos conocer a los demás.
No olvidemos que el conocimiento es sinónimo de LIBERTAD.
Berta Lucía Estrada
Acerca de esta publicación: El ensayo “Génesis o turbulencia de la palabra” hace parte de la conferencia dictada por la escritora Berta Lucia Estrada el pasado jueves 8 de junio del 2017 en la Casa de América (Madrid-España), con la presencia de los Embajadores de Panamá y Colombia en España, señores sr. Milton Cohen Enriquez Sasso y sr. Alberto Furmanski Goldstein.
Sobre el autor

Berta Lucía Estrada
Fractales
Berta Lucía Estrada Estrada (Colombia,1955) es escritora, ensayista, poeta, dramaturga, antologadora, crítica literaria y de arte. Es librepensadora, feminista, atea y defensora de la otredad. Ha publicado doce libros, más siete escritos al alimón con Floriano Martins (esta escritura al alimón comprende cuatro piezas de teatro, dos novelas cortas y un poemario). Ha recibido seis premios de poesía; tres con obra publicada.
Algunos de sus artículos y poemas han sido difundidos en revistas como Altazor (Chile), Triplov (Portugal), Agulha Revista de Cultura, Revista Acróbata (Brasil), Blanco Móvil (México), Nueva York Poetry, La otra (México), AErea (Chile y España), EntreTmas (Nueva Yoork) y Aleph (Colombia). Es una colaboradora asidua de las publicaciones de la Universidade Estadual do Oeste do Paraná – UNIOESTE y del programa de radio Pegando la Hebra, dirigido por María Vicenta Porcar Pedro (Valencia-España) donde colabora con el aparte Palabra de Poeta y además tiene un espacio llamado Poliedros; dedicado a entrevistas y a la presentación de libros.
Algunos de sus poemas han sido traducidos al francés, portugués, rumano, griego, italiano e inglés.
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