Literatura
La crónica en la nebulosa del postconflicto

Escapar de la realidad de un país, no es tan sencillo. Y la distancia no siempre ayuda en estas situaciones. Muchas veces, ella, la realidad, se impone a todo, contra todo, y se incrusta en las preocupaciones diarias como un fantasma más.
El alejamiento que el cronista Paul Brito llegó a sentir en Barcelona (España) mientras escribía en el periódico Mundo Hispano no fue suficiente para desconectarlo del conflicto colombiano. En realidad, fue todo lo contrario: él se involucró en sus pormenores quizás más de lo que hubiera hecho estando en Barranquilla, y se encargó de escribir sobre su evolución, de masticarlo y digerirlo, para que los lectores de ese periódico entendieran un poquito más de lo que ocurría allí.
El laberinto de la vida abría y cerraba de manera enigmática sus tentáculos sobre la escritura de Paul. En esos momentos de ejercicio periodístico se encontró envuelto en esa telaraña existencial que William Faulkner describió diciendo: “El escritor no escoge los temas, sino, por el contrario, los temas escogen al escritor”.
A menudo la incomprensión del entorno se hizo sentir y los lugareños con más frecuencia le preguntaban: “¿Si tú estás acá y tú público está acá, por qué hablas tanto de la guerra de allá?”. Y Paul Brito respondía que uno no escapa de la guerra. “La patria es el país de tus afectos, allí donde has dejado tus muertos”.
Escribir sobre el conflicto es escribir sobre la muerte. Sobre la locura. Sobre los instintos más destructivos del ser humano. Durante una década, Paul Brito se dedicó a explicar cómo esa locura colectiva llegó a desfigurar el país, cómo la locura pudo dividir a familias y pueblos enteros, y ahora, ya reconciliado con su Barranquilla natal, y cuando las agendas políticas y mediáticas hablan de postconflicto, el escritor reflexiona sobre lo que es escribir en tiempos de paz.
“La escritura nace de dos imposibilidades: una es la imposibilidad de la guerra total, y la otra es la imposibilidad de la paz total”, explica Paul Brito en el Primer Encuentro Departamental de Escritores organizado en Valledupar. La imposibilidad de la guerra total se debe al hecho de que quienes han padecido la peor brutalidad de una guerra han sido los primeros en sucumbir a ella y los que sobreviven son seres quebrados, incapaces psicológica y mentalmente de abordar el tema.
El escritor que relata la guerra lo hace desde la distancia que le otorgan las circunstancias, con una cierta comodidad que le impide hablar desde la desolación total, y que nos remite al cliché de que “donde hay vida hay esperanza”. Por eso insiste Paul: “Un escritor nunca puede hablar desde la total desesperanza. Mientras esté vivo, mientras esté en condiciones, está escribiendo desde la esperanza”.
Por el otro lado está la imposibilidad de la paz total. La Humanidad es una amalgama de movimientos y comunidades en continua búsqueda de satisfacción. Los avances de unos frustran a otros y, en esa nebulosa de interdependencias o rivalidades, los equilibrios siempre son temporales. “Nadie puede hablar desde la total armonía”, explica el autor antes de recordar que uno de sus libros, La muerte del obrero, fue –para su sorpresa– incluida en un trabajo de tesis sobre la literatura de la violencia en Colombia. En una conversación con el autor de esa tesis (Gerardo Ferro), Paul entendió que la muerte del obrero surge de las mismas condiciones que nos llevan a la guerra. “Cuando hablas de las condiciones laborales de un país como Colombia, estás hablando también de la guerra”, reflexiona el cronista.
Escribir en tiempos de paz -o de paz figurada- es quizás volver a dar importancia a lo silencioso (o silenciado), a aquellas actividades o placeres que se vieron atosigados por el ruido de las balas, a aquellos espacios que perdieron importancia por el simple resultado de la incomunicación y la necesidad de encerrarse en una burbuja. En los últimos años, Paul se ha dedicado a escribir crónicas sobre artesanos, personas modestas, humildes, que desarrollan una actividad pacífica. “Creo que desde entonces vengo escribiendo una literatura de postconflicto –expresa Paul Brito–. Estas personas son actores de la paz, no de ahora sino desde antes. Son los llamados a ser protagonistas ahora ya que la guerra les ha quitado tanto protagonismo”.
En el taller ofrecido en la Biblioteca departamental Rafael Carrillo, el escritor barranquillero reivindica la importancia de la crónica ahora que las noticias se multiplican de manera exponencial y a un ritmo siempre más impresionante. Según él, la crónica no es un género en conflicto con la noticia, sino todo lo contrario. “La crónica viene a encontrar todos los cabos sueltos de la noticia”.
El cronista se convierte, al fin y al cabo, en detective de lo cotidiano. En un artesano del tiempo que, como bien lo expresa Paul Brito, viene a retratar a otros artesanos. En ese juego de espejos, y en ese genuino interés por lo que hace el otro, está quizás la respuesta más cercana a lo que es escribir en tiempos de postconflicto.
Johari Gautier Carmona
@JohariGautier
Sobre el autor

Johari Gautier Carmona
Textos caribeños
Periodista y narrador. Dirige PanoramaCultural.com.co desde su fundación en 2012.
Parisino español (del distrito XV) de herencia antillana. Barcelonés francés (del Guinardó) con fuerte ancla africana. Y, además -como si no fuera poco-: vallenato de adopción.
Escribe sobre culturas, África, viajes, medio ambiente y literatura. Todo lo que, de alguna forma, está ahí y no se deja ver… Autor de "Cuentos históricos del pueblo africano" (Ed. Almuzara, 2010), Del sueño y sus pesadillas (Atmósfera Literaria, 2015) y "El Rey del mambo" (Ed. Irreverentes, 2009).
4 Comentarios
Excelente artículo Johari Gauthier, me gustó mucho.
La crónica es también una forma de mostrar lo que no es tan evidente, es poder mirar otras realidades. Cómo siempre Johari tan acertado.
La crónica es también una forma de mostrar lo que no es tan evidente, es poder mirar otras realidades. Cómo siempre Johari tan acertado.
La crónica es también una forma de mostrar lo que no es tan evidente, es poder mirar otras realidades. Cómo siempre Johari tan acertado.
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