Literatura

Un poema de Álvaro Cepeda Samudio

Luis Carlos Ramirez Lascarro

15/07/2020 - 05:05

 

Un poema de Álvaro Cepeda Samudio

 

Alvaro Cepeda Samudio fue un escritor y periodista costeño (Ciénaga, Magdalena, marzo 30 de 1926-Nueva York, octubre 12 de 1972). Cuentista y novelista, primordialmente. Hizo los estudios secundarios en el Colegio Americano de Barranquilla, y en 1949 viajó a Estados Unidos a estudiar periodismo en la Universidad de Columbia, en Nueva York.

En 1951 regresó a Barranquilla, y trabajó como corresponsal de The Sporting News. Como periodista y gran apasionado de los deportes, cubrió eventos deportivos para el periódico El Nacional; en 1951 tuvo una columna en la página editorial de El Heraldo, titulada "La brújula de la cultura"; y fue director del Diario del Caribe.

Participó, como guionista y actor, en el cortometraje La langosta azul, al igual que en otras películas cortas y en un noticiero de cine, y organizó el Cine Club de Barranquilla. Fue miembro sobresaliente de a tertulia ahora conocida como: El grupo de Barranquilla.

Es autor de los libros: Todos estábamos a la espera, La casa grande y Los cuentos de Juana.

A continuación, presentamos “Canción para una muchacha cuyo nombre es Jacqueline”, poema escrito originalmente en inglés y traducido al español por Daniel Samper Pizano para la antología de Cepeda, realizada por el Instituto Colombiano de Cultura en 1977.

 

Canción para una muchacha cuyo nombre es Jacqueline

1

Aquí estoy para decir tu nombre.

Aquí, con una voz prestada

que quiebra la nieve con su calor desconocido.

Aquí, con un prestado acento,

Navegando a través de alfabetos extraños,

bailarín de tu nombre.

 

2

Digo tu nombre:

Jacqueline:

y frente a mí

crece mi tierra con piedras febriles

y paisajes calcinados.

Digo tu nombre:

Jacqueline:

y vuelan sueños con alas rotas de despertadoras palomas.

Digo tu nombre:

Jacqueline:

y el temblor de una rosa comienza en el marco de tu ventana.

Digo tu nombre:

Jacqueline:

y es como si se extinguiera una llama en el frío de la nieve.

Digo tu nombre:

Jacqueline:

y se secan los ríos bajo las raíces de la yerba.

Digo tu nombre:

Jacqueline:

y la música se muere en su cuerpo resonante.

Digo tu nombre:

Jacqueline:

y hay una bocanada de cadáveres de besos en la noche.

Digo tu nombre:

Jacqueline:

y hay una ausencia de verdes en los bosques.

Digo tu nombre:

Jacqueline:

y negras lágrimas comienzan en el comienzo del llanto.

Digo tu nombre:

Jacqueline:

para romper los juguetes de todos los niños.

Digo tu nombre:

Jacqueline:

para detener el sonido y silenciar la guitarra.

Digo tu nombre:

Jacqueline:

para arrojar el atardecer en la negrura.

Digo tu nombre:

Jacqueline:

para atajar los vientos y estrellar las cometas contra los árboles.

Y con tu nombre:

Jacqueline:

envuelvo los cuadernos nuevos de las colegialas.

Digo tu nombre:

Jacqueline:

y mis sueños son hielo y piedra.

Al decir tu nombre:

Jacqueline:

mis palabras son acero y metal ardiente.

Digo tu nombre:

Jacqueline:

y mi voz se petrifica

y las palabras que conozco,

y sólo existe tu nombre:

Jacqueline.

 

3

Toma mis paisajes primitivos y morenos.

Toma la música infantil de la pequeña guitarra.

Toma mis caminos y su ubicación indefinida.

Toma mi Isla y plántala con sequedad y acero.

Toma mi bote de maderas grises y congélalo en un lago.

Y cubre con grisedumbre y lluvia el horizonte de mis ojos.

 

4

Es todo lo que tengo:

son mis propiedades únicas

además de cuerpo de extrañas sangres

reunidas en tres edades

y en tres puertos.

Tengo un libro de poemas

y un mapa.

Y también tengo una enorme colección de atardeceres.

Es todo lo que tengo

porque ni siquiera ansío la forma de cobre de u centavo.

Tómale todo:

mi risa,

y el latido de mi pecho también,

pero déjame tu nombre:

Jacqueline.

 

5

Lo compactaba

con meras palabras,

y se desvaneció en mis manos

a pesar de que era sólo un sueño

que sostenía con palabras.

 

6

Aquí estoy para decir tu nombre.

Pero necesito otra voz,

otro acento,

otras música para colocar una letra tras otra

y pronunciarlas en voz alta,

casi un alarido, un grito casi.

 

7

La muchacha montaba caballos acerados

y se llevó la voz prestada

y mi prestada vida.

 

Sobre el autor

Luis Carlos Ramirez Lascarro

Luis Carlos Ramirez Lascarro

A tres tabacos

Luis Carlos Ramírez Lascarro, Guamal, Magdalena, Colombia, 1984. Estudiante de Historia y Patrimonio en la Universidad del Magdalena. Autor de los libros: El acordeón de Juancho y otros cuentos y Semana Santa de Guamal, una reseña histórica; ambos con Fallidos editores en el 2020. Ha publicado en las antologías: Poesía Social sin banderas (2005); Polen para fecundar manantiales (2008); Con otra voz y Poemas inolvidables (2011); Tocando el viento (2012) Antología Nacional de Relata (2013), Diez años no son tanto y Antología Elipsis internacional (2021). Ponente invitado al Foro Vallenato Clásico en el marco del 49 Festival de la Leyenda Vallenata (2016) y al VI Encuentro Nacional de Investigadores de Música Vallenata (2017). Su ensayo: El Vallenato protesta fue incluido en el 4to Número de la Revista Vallenatología de la UPC (2017). En el 2019 escribe la obra teatral Flores de María, inspirada en el poema musical Alicia Adorada, montada por Maderos Teatro y participa como coautor del monólogo Cruselfa. Algunos de sus poemas han sido incluidos en la edición 30 de la Revista Mariamulata y la edición 6 de la Gaceta Hojalata (2020). Colaborador frecuente de la revista cultural La Gota fría del Fondo mixto de cultura de La Guajira. 

 

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