Literatura
Herrumbre, de Elkin Pinto Gámez
Hay libros que nos cobijan, que nos aguardan, que nos abrazan, en fin, nos protegen de la larga noche de las catástrofes y el terror establecido. Este es el caso de Herrumbre (Colección Claros del bosque, Terrear Ediciones, 2017), nos abraza desde la desgarradura, desde un soplo de luciérnagas en los rostros en la víspera de una nueva sangre, la respiración vegetal de la escritura.
Como sabrán es el primer libro publicado por Elkin Pinto, pero estos poemas que nos han protegido de tantas tragedias, de gobiernos nefastos, de oscuras fuerzas del espanto, de toques de queda silbadas, de masacres enraizadas en el llanto, de crímenes democratizados, de cuerpos abandonados en cunetas del balbuceo, de cabezas empalizadas ahogadas en gritos, de vértigos en las casas maternas, de heridas en los ríos, de represiones filosas, de desplazamientos exiliados, de una galaxia de balas ; venía escribiéndose con “ardiente paciencia”(Rimbaud) desde la década pasada cuando la mano firme y el corazón grande se avecinaba. Y este libro responde a eso. Y desgarradoramente sigue siendo contemporáneo por algo que Holderlin pensó “Lo que permanece lo fundan los poetas”, y es esta fundación un abrazo virulento, un compartir en el gemido, el insurrecto combate para con esa podredumbre histórica.
Un abrazo es una posibilidad de la comunión, un instante del encuentro. Poema. Un aleteo del asombro, una ruptura. Hallazgo de lo inesperado, baile de lo desconocido. Una sublevación en el canto. Una huella ensoñada.
La lección de la llaga frente al silencio, la lucidez del poema en el relámpago del árbol contra todo terror y pánico, aquí en este “país del sur de flores nimias” donde hablar de árboles es casi un crimen (Brecht), impanfletos contra los guardaestados, un aliento para los sin bocas, un vuelo para los marginados en fosas, una palabra medular para los exiliados entre otras posibilidades de hallarnos en lo desconocido.
Herumbre de Elkin Pinto es una invitación a mirarse adentro, pensarse en el cuerpo, poema desde un vértice mas resistente a la herrumbre ofrendada por una memoria atrofiada y llagada de nihilismo en un estado de vegetamiento instaurado por el poder para enceguecer esos cuerpos, a pasar a un cuerpo desmembrado por esa violencia política que nos encabalga, por unos zanjadores de versos del escape, por la mercancía del halago y la zalamería, por la fama y el éxito. Pero acá sentimos el abrazo de esa plenitud del aire para decirnos que la poesía no ha muerto pese a todo el absurdo y la desesperanza por los demagogos del poder, Elkin nos da un grito para agitar esa herrumbre que han instaurado los imbéciles como los llama Aldo Pellegrini, para mostrarnos el lado mas humano, mas vital, mas radicalmente libre; esa exaltación que desecha cualquier domesticación del lenguaje.
William Jiménez
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