Literatura
Consejos para jóvenes escritores
Desde mi experiencia personal, no existe una escuela para ser escritor. Uno aprende con la vida y las lecturas, afilando a diario sus herramientas y cultivando la perseverancia.
Los talleres son una buena forma de experimentar y crearse una red de conocidos, pero no porque uno haya ido a un taller literario puede decir que es u buen escritor y él que lo haga es inconsciente.
A continuación enumero algunos consejos para que los jóvenes escritores – esos que se consideran en plena formación y que desean acabar una obra o ponerse a escribir seriamente–encuentren recursos.
Se trata de una lista elaborada sobre la base de muchas otras listas recopiladas en numerosos talleres literarios. Decidí hacer la síntesis de lo que considero más importante, pero recuerden: son consejos y no mandamientos.
Es importante ser creativo y adaptar estas recomendaciones a nuestro entorno y a nuestra realidad. Así es como nacen obras distintas y realmente interesantes.
Sólo indico 25 consejos. Podrían ser más o podrían ser menos. Lo importante es generar ideas y sentir el deseo de escribir en todo nuestro ser. Espero les ayude.
- Mirar los objetos de nuestra casa como si pertenecieran a otro mundo y escribir sobre la nueva forma de percibirlos.
- Contar lo diferente y no lo obvio de cada día.
- Plantearse la mayor cantidad posible de formas de soledad existentes para desarrollar en un texto la que más nos conmueva.
- Observar lugares bucólicos y describirlos. Extraer noticias truculentas de periódicos sensacionalistas y ambientar los sucesos en dichos lugares.
- Estar alerta a nuestras sensaciones durante el día para la esencia de cada una de ellas.
- Rescatar la espontaneidad del niño. Jugar y crear con todo lo que se tiene a mano.
- Inventar situaciones, personajes, conceptos que nos permitan transgredir las funciones del lenguaje.
- Escribir sin estar pendientes del calendario, del reloj ni de lo que consigamos; simplemente, hacerlo.
- Practicar el aislamiento durante un período programado de tiempo que puede ir desde un día completo hasta una semana, un mes... y anotar lo que experimentamos en ese lapso.
- Encontrar las palabras que más placer nos produzcan o más significaciones nos provoquen para constituirlas en componentes de una imagen.
- Inventar imágenes inexistentes, con mecanismos similares a los productores de frases hechas, y desplegarlas literalmente en un texto.
- Tomar una idea conocida y asombrarse frente a ella como si nos resultara desconocida como método para conseguir material literario.
- Coleccionar refranes de distintas procedencias para trabajar con ellos en un texto.
- Inventar refranes y jugar con su sentido literal.
- Prestar atención a los episodios cotidianos, y convertir cada mínimo movimiento ocurrido en un espacio común -un bar, el metro, un edificio, la playa- en un episodio capaz de desencadenar otros muchos.
- Inventariar palabras a partir del alfabeto y crear entre ellas un itinerario, el esqueleto de una historia.
- Tomar todo tipo de secretos: un "secreto de familia", un "secreto de confesión", "el secreto de estado", "el secreto profesional", como motores de un texto.
- Hurgar en nuestro mundo interior, rescatar de él algún aspecto que no nos atrevemos a expresar y ponerlo en boca de un personaje.
- Confeccionar una lista de afirmaciones y otra de negaciones como posible material para un texto en el que se omita algo específico.
- Invertir el mecanismo lógico: secreto/confesión, es una manera de enfrentar la ficción. En consecuencia, partir de una confesión para luego inventar el secreto.
- Emborronar folios durante diez minutos exactos cada día. Al cabo de cada mes (y por ninguna razón antes) leer lo apuntado. Dicha lectura constituirá una grata sorpresa para su autor. Dado que escribió asociando libremente, el material acopiado será heterogéneo y muy aprovechable para ser transformado en texto literario.
- Trazarse un boceto de escritura "en ruta" y atrapar las ideas susceptibles de ser incorporadas a nuestra futura obra.
- Recopilar anécdotas ajenas y apropiarse de algún detalle de cada una o de su totalidad.
- Del intercambio de textos con otros escritores pueden surgir propuestas y comentarios reveladores.
- Imitar una página del texto de un escritor consagrado y comprobar el ensamblaje de las palabras.
José Luis Hernández
Sobre el autor
José Luis Hernández
La Lupa literaria
José Luis Hernández, Barranquilla (1966). Abogado, docente y amante de la literatura. Ofrece en su columna “La Lupa Literaria” una perspectiva crítica sobre el mundo literario y editorial. Artículos que contemplan y discuten lo que aparece en la prensa especializada, pero aplicándole una buena dosis de reflexión y contextualización.
1 Comentarios
Creo que el faltó el ingrediente más importante: ser un excelente lector. Eso no quiere decir que un buen lector será un buen escritor, pero un mal lector será un pésimo escritor. Atte, Berta Lucía Estrada, autora de la columna FRACTALES
Le puede interesar
La culebra verde
El muchacho salió de la casa una tarde de agosto, fue a la única placita del pueblo, pero estaba solitaria -- Francisco, así se ...
Andrés Caicedo: ¡Qué viva la música!
El 04 de marzo representa un doble aniversario centrado en el mismo individuo, una fecha que nos presenta la encrucijada terrible ...
Papeles del ausente, de Naiver Urango
Eternidad y escritura. Recuerdos, esperanzas y existencialismo: conceptos destacables en los versos del poeta Naiver Urango, originario...
Luis Mizar Maestre: homenaje a un poeta costeño poco común
El martes 25 de agosto falleció en Bogotá el poeta Luis Mizar Maestre (Valledupar, 1962), considerado como una de las voces más re...
Cuento: "Didáctica y herramientas para juegos nocturnos"
Cuento ganador del Premio El Túnel 2011 El 20 de diciembre de 2010 Fabio Durán se declaró ante sí mismo, oficialmente un desgracia...