Literatura
Soledad, el cuento breve de Álvaro Mutis
En mitad de la selva, en la más oscura noche de los grandes árboles, rodeado del húmedo silencio esparcido por las vastas hojas del banano silvestre, conoció el Gaviero el miedo de sus miserias más secretas, el pavor de un gran vacío que le acechaba tras sus años llenos de historias y de paisajes.
Toda la noche permaneció el Gaviero en dolorosa vigilia, esperando, temiendo el derrumbe de su ser, su naufragio en las girantes aguas de la demencia. De estas amargas horas de insomnio le quedó al Gaviero una secreta herida de la que manaba en ocasiones la tenue linfa de un miedo secreto e innombrable. La algarabía de las cacatúas que cruzaban en bandadas la rosada extensión del alba, lo devolvió al mundo de sus semejantes y tornó a poner en sus manos las usuales herramientas del hombre. Ni el amor, ni la desdicha, ni la esperanza, ni la ira volvieron a ser los mismos para él después de su aterradora vigilia en la mojada y nocturna soledad de la selva.
Álvaro Mutis
(Colombia, 1923-2013)
2 Comentarios
Hermoso, que obra. ¿Cuándo fue escrito?
Hola,me podría decir su opinion de esté cuento✌"Soledad" de Alvaro Mutis
Le puede interesar
Febrero Escarlata o la crónica roja en su estado puro
El reciente premio de periodismo Simón Bolívar otorgado a Ernesto McCausland fue una excusa para conocer la obra del periodista y pas...
Hermanos de sangre: Colombia, el país de las verdades
Cada persona tiene su verdad, más aún cuando esas verdades evocan un pasado, una historia común. Hay verdades de “oídas”, p...
Miguel Barrios Payares, ganador del premio El Túnel 2011
Con su cuento “Didáctica y herramientas para juegos nocturnos”, Miguel Barrios Payares se ha hecho un hueco en la narrativa breve ...
Pescar en mares literarios
Mucha gente que he conocido de varios estratos sociales y culturales, han estado de acuerdo en decirme que no empiezan la lectura d...
"Allá en la Guajira arriba" y el redescubrimiento de un prócer colombiano
De la música a la historia de la independencia de Colombia sólo hay un paso, y a veces incluso menos. Así lo demuestra el escritor...