Literatura
Los Escarbadores (o Muckrakers), la generación de escritores que criticó el capitalismo salvaje estadounidense
En la llamada “Progressive Era” (Progresismo), período de la historia de los Estados Unidos que abarca desde los años de transición entre los siglos XIX y XX hasta la década de 1920, una pléyade de grandes escritores y periodistas norteamericanos develó estrechos y sórdidos vínculos que existían entre la política y los negocios. Fueron llamados “muckrakers” (escarbadores) por Theodore Roosevelt porque –según él- escarbaban en el estercolero para sacar trapos al sol.
Algunos de los escarbadores luchaban por cambios radicales en el sistema capitalista y soñaban incluso con una sociedad socialista; pero la mayoría eran reformistas, de clase media, y no faltaba quien veía el origen de todos los males en la llegada masiva de inmigrantes, principalmente de irlandeses católicos, que –temían- estaban contaminado la cultura estadounidense. Todos, sin embargo, cualquiera que haya sido la motivación, tienen el mérito de haber puesto bajo luminarias las lacras del sistema.
Los escarbadores atacaron la corrupción de las instituciones establecidas y de sus líderes en revistas populares como “McClure’s Magazine” y “Cosmopolitan”, y en novelas estremecedoras, algunas de las cuales se consideran obras maestras de la literatura estadounidense. Investigaron y denunciaron las tretas ocultas de la plutocracia capitalista. Se adentraron en los asuntos económicos y pusieron al descubierto la corrupción imperante en la oligarquía de principios del siglo XX y su colusión con políticos sin escrúpulos. Su legado principal fue su enorme contribución al despertar de la conciencia social.
Los escarbadores derribaron ídolos y pusieron a la vista de todos las manos que manipulaban los títeres de la política; se pudo ver en toda su desnudez la hipocresía y los trucos de los explotadores. Con ellos el naturalismo y el romanticismo pasaron a un segundo plano y la novela social de temas políticos y económicos se adueñó de la preferencia de autores, editores y lectores. Se consideran hoy, creo que acertadamente, como precursores del periodismo de investigación. Veamos algunos de los más importantes.
Henry Dumarest Lloyd (1847-1903) fue un activista del progresismo y uno de los periodistas pioneros del “muckraking”; conocido por sus revelaciones de los abusos monopolísticos de John D. Rockefeller y su Standard Oil Trust en “The Story of a Great Monopoly” (La historia de un gran monopolio), publicada en marzo de 1881, y en su obra más conocida “Wealth Against Commonwealth” (Riqueza contra bien común) (1894). En este mismo tema profundizó Ida Minerva Tarbell (1857-1944) con su “History of the Standard Oil Company” (1904) obra maestra del periodismo investigativo que contribuyó poderosamente a la disolución del monopolio de la Standard Oil.
“The Shame of the City” (La vergüenza de las ciudades) (1904) es un libro que reúne una colección de artículos de Lincoln Steffens (1866-1936). Describe el accionar de las maquinarias políticas corruptas en varias de las mayores ciudades de Estados Unidos. Es un clásico del periodismo “muckraking”.
Charles Edward Russell (1860-1941), periodista y activista político, fue editor de varios periódicos, entre ellos el socialista “The Coming Nation” (La nación que viene). Escribió apasionadamente contra todos los horrores del capitalismo. Se unió al Partido Socialista en 1908 pero en 1916 se separó del partido y pasó a formar parte de un grupo llamado “prowar socialists” (socialistas proguerra). En una de sus obras más importantes, “The Greatest Trust in the World” (El mayor trust del mundo), publicada en forma seriada en 1905 en “Everybody’smagazine” (La revista de todos), expone al mundo los horrores de la industria procesadora de carnes, obra que sirvió de inspiración a Upton Sinclair para escribir su novela “The Jungle” (La selva). Russell fue cofundador de la National Association for the Advancement of Colored People (NAACP), creada a raíz de una revuelta racial en Springfield, Illinois, en agosto de 1908.
Jack London (1876-1916) que alcanzó fama internacional, perteneció al grupo radical literario “The Crowd” en San Francisco, California. Defendió apasionadamente el sindicalismo, el socialismo y los derechos de los trabajadores. Predicó la lucha de clases en “The Iron Heel” (El tacón de hierro) (1908), “The Revolution” (La revolución) y en otras obras. En “Martin Eden”, autobiográfica, muestra un profundo desprecio por las normas burguesas de vida. En sus mejores tiempos escribió como revolucionario, pero más tarde se vendió al mejor postor.
Upton Sinclair (1878-1968) fue militante socialista y autor prolífico (escribió cerca de un centenar de libros) que atacó a profundidad los males del capitalismo. En “The Jungle” (La selva) (1906) denunció la esclavitud industrial de los inmigrantes en las plantas procesadoras de carne de Chicago. Después de la publicación de la novela, las ventas de carne procesada bajaron en más de un 50 % y se promulgaron las leyes de “Meat Inspection Act” y “Food and Drug Act”. Sinclair reaccionó exclamando: “Apunté al corazón de las personas, pero les di en el estómago”. En “King Coal” (El rey Hulla) (1917) describió las espantosas condiciones de vida en las minas de carbón del oeste de Estados Unidos y las huelgas de 1913-1914 en Colorado, poco después de la masacre de Ludlow en la que guardias privados de la “Fuel and Iron Co.”, propiedad de John D. Rockeffeller, Jr., y miembros de la Guardia Nacional de Colorado, asesinaron a 21 personas, incluyendo mujeres y niños, lo que dio lugar al conflicto conocido con el nombre de “Colorado Coalfield War” (Guerra de las Minas de Colorado).
Otras muchas novelas de Sinclair tuvieron un impacto revelador. Sólo podemos citar algunas. En “The Brass Check” (La contraseña de latón) (1919) acusa a los periódicos de ser instrumentos de la plutocracia; en “The Goose Step” (Paso de ganso) (1923) denuncia la confabulación de las universidades con la oligarquía; y en “The Goslings” (Los gansitos) (1924) demuestra el papel que desempeñan las escuelas públicas en la promoción de la ideología capitalista.
El más objetivo y analítico de los escarbadores fue probablemente Theodore Dreiser (1871-1945). En “Sister Carrie” (1900) una joven campesina ingenua de Wisconsin viaja a Chicago para vivir con su hermana e iniciar su búsqueda del sueño americano, pero conoce pronto la realidad del ambiente social hipócrita, alienante y amoral de las grandes ciudades. Con “An American Tragedy” (Una tragedia Americana) alcanzó fama universal. En ella se describen los conflictos de una sociedad dividida en clases, polarizada, con una mayoría empobrecida y una exigua minoría opulenta y orgullosa. “The Financier” (El Financiero) (1912) y “The Titan” (El Titán) (1914) constituyen un estudio monumental, de más de 1300 páginas, de los toscos y ambiciosos personajes del mundo financiero norteamericano.
Gustavus Myers (1872-1942) periodista e historiador. Su obra más importante e influyente fue “History of the Great American Fortunes” (Historia de las grandes fortunas de América), en tres volúmenes publicados en 1909-1910, en la cual expone en forma bien documentada la corrupción y la criminalidad subyacente en la formación y acumulación de las grandes fortunas de Estados Unidos, y señaló los efectos estructurales devastadores de la acumulación de riquezas en la economía, la sociedad y la calidad de vida de la mayoría de los estadounidenses.
Los cuentos cortos fueron la especialidad de Sherwood Anderson (1876-1941). “Winesburg, Ohio” (1918) es una antología de excelentes relatos psicológicos de existencias solitarias y frustradas, víctimas de la vida ruda y repugnante que conduce a deformaciones, como el fanatismo religioso. En “A Story Teller’s Story” (El cuento de un cuentista) (1924) Anderson nos presenta la vida emocional de un hombre que trata de ser artista en los Estados Unidos y escapar de un mundo que odia, de la rutina embrutecedora de una sociedad industrial. En su novela “Dark Laughter” (Risa siniestra) (1925) Anderson explora la libertad sexual que se desata con el comienzo de la década de 1920.
Sinclair Lewis (1885-1951) aportó a los escarbadores su sátira irreverente e incorregible. Ataca dogmas impuestos por la costumbre y deja a su paso ruinas de tradiciones veneradas. Para él nada es sagrado y se burla de todo, hasta de la Constitución de los Estados Unidos. Pero sus libros se venden como pan caliente y los lectores hacen rico a quien los pinta como seres despreciables y ridículos. Para Lewis la sociedad estadounidense es un gran rebaño dotado de gran fuerza bruta que se lanza en cualquier dirección siguiendo al toro delantero, sin más móviles que la barriga y el sexo. Mirado de lejos, el rebaño es imponente pero cuando se mira de cerca se descubre la estupidez, la ausencia de seso, de fuerza de voluntad y el engreimiento.
Los ataques de Lewis a los ideales de la burguesía, reflejaban el descontento de una generación desilusionada de los sueños optimistas del capitalismo previos a la Primera Guerra Mundial, y por eso sus escritos fueron tan populares. Siglo y medio de banqueros y políticos corruptos disiparon la ilusión nacida de la Edad de las Luces.
Lewis escribió numerosas novelas, cuentos cortos y obras de teatro. “Babbitt” (1922), en la cual critica la vacuidad de la clase media, es su novela más conocida. En 1930 recibió el Premio Nobel de Literatura, primer escritor de Estados Unidos en recibir este galardón. Después de obtener el Nobel escribió otras once novelas, entre ellas “It Can’t Happen Here” (No puede suceder aquí) (1935) sobre la elección de un fascista a la presidencia de la república. ¿Premonición?
Salvador Capote
1 Comentarios
Buen artículo, un interesante panorama de aquel mundo habitado por quienes no quisieron convertirse en autómatas y zombies del mercado y de su lógica ramplona.
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