Literatura
Raúl Gómez Jattin, el hombre que nos inspiró
En el año 1945, en el mes de mayo se preparaba el nacimiento de un personaje que en un futuro sería considerado como uno de los más grandes y connotados poetas nacidos y bien criados en la región Caribe.
En aquella época, no existían hospitales en Cereté, ni en Montería, por lo que la familia Gómez Jattin tuvo que trasladarse a la ciudad de Cartagena de Indias, lugar que un día 31 presencia el nacimiento de Raúl del Cristi Gómez Jattin, considerado hoy por hoy un poeta único en su especie.
Su familia compuesta por el ilustre abogado Joaquín Pablo Gómez Rainero, profesor de sociología de la Universidad de Cartagena, trabajador por más de 30 años con el poder judicial y quién portó el honor de ser el primer magistrado del tribunal contencioso de Córdoba. Su madre Lola María Jattin Safar, colombiana, de padre libanés y madre siria, dedicada a las labores de su hogar y su hermano Rubén Gómez Jattin, quién portaba el honor de ser el primogénito.
Sus primeros años de vida transcurrieron en Cereté, uno de los municipios más prósperos del departamento de Córdoba; siendo el barrio Venus, el sitial donde se creía, desplegando en él toda su creatividad, ímpetu de gran personaje, compartiendo con su hermano y sus amigos de infancia.
Raúl en su juventud sufrió problemas de asma, momento en los cuales su padre fue su principal soporte y compañía. Hay un dicho popular que dicta “no hay mal que por bien no venga”, y en este caso la leyenda se vuelve a cumplir, ya que, gracias al problema que sufría, debió pasar mucho tiempo en casa, lo que aprovechó su padre para ponerlo a navegar en los libros que flotaban en el océano de su biblioteca, cultivando en él el amor por la lectura y las artes en todas sus expresiones.
Sus estudios primarios los cursó en el colegio de Doña Dolores Garrido de González en el municipio de Cereté, luego pasó al liceo Montería en la capital de Córdoba, ubicándose en la cúpula de alumnos fundadores, pero el asma volvía a hacer estragos como la sombra tatuada en su ser, obligándole a volver a Cereté en compañía de su hermano.
Realizó sus estudios secundarios en los colegios LeónXIII y La Esperanza, este último donde recibió el grado de bachiller. Siempre se destacó por ser un estudiante aventajado, y sobresaliente en asignaturas como sociales e idiomas.
Fue Cartagena, ciudad por excelencia para la cultura, la que lo termina de nutrir e introducirlo en otras áreas del arte como el cine, donde aprovechando la capacidad de análisis literario que había cultivado con su padre, terminó haciendo lo mismo con las películas que desde niño había visto.
Al terminar sus estudios de bachiller, se dio el lujo como pocos de demostrar esa inteligencia que portaba al realizar labores como profesor en la asignatura de Historia Antigua y geografía, lo que hace despertar en sus paisanos gran admiración.
En el año 1967 ingresa a la Universidad Externado de Colombia, en la ciudad de Bogotá, inscribiéndose en el programa de Derecho para así seguir los pasos de su padre, su mayor ídolo.
Para la época en que ingresa a la universidad, los temas de moda eran los movimientos estudiantiles. En ese entonces, la guerrilla gozaba de gran aceptación, pero para Raúl estos distractores no eran los que iban a interrumpir su sueño artístico y decide dedicarse en cuerpo y alma al teatro. Es así como incursiona en el grupo experimental TEX de la Universidad Externado de Colombia, dirigido por Carlos José Reyes, donde montan obras de Aristófanes, Eurípides, Lorca, entre otros. Galardonado en varias ocasiones en el festival latinoamericano de teatro de Manizales.
Al cabo de dos años, se convierte en figura, llegando a dirigir algunas obras y a codearse con personajes como Enrique Buenaventura, Santiago García, entre otros. Una de sus principales participaciones la hace dirigiendo al grupo del Externado en el Concurso Internacional de Manizales donde, tras demostrar su genialidad, es chiflado por los asistentes al no seguir los patrones que para la época influían en el teatro en Colombia.
La mayoría de las obras tenían un tinte político y las obras fuera de ese contexto no tenían validez. La obra de Raúl no cumplía con este marco ya que su teatro era clásico. Este impase fue el causante de su primera gran desilusión, originando en él un gran choque psicológico al ver frustrado su deambular teatrero; aunque se repone de este golpe y vuelve a montar algunas obras, las cuales llega a presentar con gran éxito en Sahagún y Cereté.
Se piensa que el golpe que le causó esa frustración por el teatro le creó una crisis nerviosa que lo llevó a refugiarse en las drogas, en su querida Cereté.
Los sueños de su padre se ven truncados cuando, al culminar sus estudios de derecho, Raúl decide no graduarse.
Raúl era una persona que respiraba arte y tenía que dejarlo fluir. La forma que utilizó inicialmente fue el teatro, hasta que fue coartado por las tendencias políticas. Por eso, cuando el caudal del río es obstaculizado, este rompe por los linderos con el fin de seguir dando pase a su cauce.
Esto mismo sucedió con Raúl, al buscar salida en la poesía. Entre las primeras poesías que escribió “Esta que te vas a acordar Isabel”, dedicada a Martha Cabrales, una amiga de infancia, en la cual demuestra que ese amor, esa inocencia, incluso ese cariño, inocente y sincero que de niños se siente con los amigos, se pierde con el paso del tiempo porque el hecho de ser adulto no lo permite.
En el año 1976, se da el sensible fallecimiento de su padre, quedando relegado como un corcel de galopa desbocado, porque su jinete ya no está. Muere sin saber que él había sido la persona que cultivó y talló en Raúl el diamante que había en bruto para la literatura.
No pudo conocer esa faceta de escritor y de poeta, uno de los mejores de Colombia, porque su fallecimiento se dio antes de mostrar sus creaciones.
Su madre fue trasladada de Cereté a Montería, por temor a que Raúl la pudiera maltratar estando bajo el efecto de los alucinógenos. Esto hizo que profesara un odio fugaz por su madre querida, al pensar que ella lo había abandonado a su suerte.
En 1984, ella muere lejos de su hijo querido y la noticia lo hace reaccionar. Es por ello que escribe la poesía Lola Jattin, una de las más bellas y llenas de ternura, imprimiéndole el sentimiento que desde su corazón brota.
El deceso de Raúl se dio en la misma ciudad que lo vio nacer a la edad de 52 años, al ser atropellado por un vehículo que tras el impacto se dio a la fuga, dejando como rastro aquel hombre tirado en una de las calzadas de la avenida Pedro de Heredia, debatiéndose entre la vida y la muerte.
Un año antes, ya se había visto amenazado cuando un ser desconocido le propinó una puñalada en uno de sus glúteos, pero esa vez se pudo reponer de aquellas heridas, demostrando la templanza del hombre costeño.
Con su partida, Colombia, y en especial la región Caribe, perdió uno de sus mejores exponentes de la poesía del siglo pasado.
Su sepultura fue consumada bajo un torrencial aguacero, que celosamente vigilaba la luna en su querido y bien amado Cereté, siendo la primera vez que alguien era despedido en la noche. Fue acompañado a su última morada por sus familiares, amigos, discípulos, lectores y fieles seguidores de su hermosa obra literaria.
Fue despedido como se hace con los más grandes, con una lluvia de juegos pirotécnicos y gotas de agua bendita, rociadas por el mismo San Pedro; aún haciendo pública su condición de ser humano autosuficiente, ese que no necesita del poder divino para llegar a ser lo que es.
Su obra literaria data de comienzo de los ochenta, dándose a conocer a lo largo y ancho del territorio nacional, en un país que no pudo aguantar esa avalancha de palabras que enardecían en las páginas que hacían temblar al más conocedor de los intelectuales así esparcida por toda Latinoamérica.
Sobresalió por ser en sus tiempos de lucidez y gloria uno de los más apetecidos y asediados en los recitales poéticos de la Casa de Poesía Silva, en el Festival Internacional de Poesía en Medellín, entre otros; llegando a ser considerado por la crítica literaria como uno de los mejores poetas colombianos de todos los tiempos, siendo sus obras codiciadas en las más connotadas antologías literarias.
Raúl Gómez Jattin deber ser catalogado como uno de esos seres a quien no debemos mirar por sus ropajes, su estado, su apariencia, su vida misma. Es de esos seres a quien sólo podemos observar a través de sus palabras, aquellas que quedaron escritas y plasmadas en muchas hojas que hoy vuelan a lo largo de un mundo existencial, navegando en mentes que a diario buscan ahogarse en sus notas, unas putrefactas como él mismo solía decir, otras veces llenas de una riqueza intelectual, pero al fin y al cabo, verdaderas, nacidas de la misma experiencia que brinda la vida, así como hoy muchas canciones vallenatas suenan en los altoparlantes, después de ser paridas por sus connotados compositores.
Armando Javier López
Bibliografía:
ALVARADO, Harold. Conversando con Gómez Jattin. Bogotá: Papel de Luna, Nº2, 1986. 59-62 páginas.
FIORILLO, Heriberto. Arde Raúl. Barranquilla: La Cueva, 2004. 347 páginas.
MARINOVICH, Vladimir. Los últimos pasos del poeta Rául Gómez Jattin. Bogotá: Ministerio de Cultura, 1998. 106 páginas.
MONSIVAIS, Carlos. Raúl Gómez Jattin. Amanecer en el Valle del Sinú. Antología poética. Bogotá: Fondo de cultura económica, 2004. 181 páginas.
1 Comentarios
Excelente resumen, hay que dejar la oportunidad de enriquecerlo por quienes como yo fuimos compañeros de su desarrollo.
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