Literatura
Le vendà mi obra al diablo
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Visité en uno de mis tantos sueños a un cliente para venderle una de mis pinturas, llegué a una mansión blanca, con el blanco más radiante, las puertas eran tan grandes que desaparecÃan en el cielo. Al llegar a la recepción, me esperaba un hombre de piel clara estaba sentado en un sofá enorme de colores blanco hueso, erguida su espalda, no tocaba el espaldar del mueble.
––Buenas tardes ––le dije––. Soy el pintor Baldot, me dijeron que usted necesita una pintura ––seguÃa hablándole y me respondió.
––SÃ, supe que te ha ido bien desde que estás pintando y querÃa conocerte, eres tal cual como me contaron.
Le contesté de inmediato:Â
––Señor, ¿con quién tengo el gusto? Vine aquÃ, desde muy lejos, alguien me dijo que usted querÃa un cuadro; perdón pero no sé su nombre...
El hombre se levantó del gran sofá y su estatura era como de diez metros, su cabellera entrenzada de color ocre, vestÃa una falda que le llegaba más abajo de las rodillas casi hasta sus pantorrillas y con una voz de trueno me fijo:
––Soy el diablo.
Le respondÃ:Â
––Señor, ¿usted es el diablo? Qué bien, gusto en conocerte, viejo no eres como te pintan, qué elegante, eres genial...
Al su lado jugaban un par de niños, parecÃan sus hijos porque cada rato les pasaba muy suavemente la mano en la cabeza y acariciaba esos cabellos dorados como el sol. Él se volteó y me dijo:
––Vamos, pintor, te presentaré la casa...
Caminaba él delante de mÃ. Su caminado era la elegancia total, parecÃa un modelo en una pasarela. Ya dentro de aquella casa, encontramos mujeres hermosas por todos lados, parecÃan sus sirvientes. De repente, habló con una mujer que salió de la nada de un aposento y me la presentó, le habló de mà como el pintor de moda, ella poco nos escuchaba, estaba entretenida con su cabello largo y una de la servidumbre la peinaba con un cepillo. Su cabellera brillaba como el mismÃsimo oro. Bajamos unos escalones que separaban dos grandes salas. Llegando a una pared inmensa y explicándome que él querÃa una de mis pinturas en ese mismo lugar, tomé un rollo que tenÃa colgado en mi espalda, enrollado y amarrado por unas tiras, lo extendà y comprobamos que aquella pintura era de 10 metros. Le hablé y le dije que esa serie la llamé humanidades, se sonrió y me dijo:
––Ésta es la pintura que luciré, aquà en mi mansión. Te la compro de una, Baldot.
El muy hijo de puta ni siquiera me pidió rebaja, de inmediato mandó destapar uno de los mejores vinos que tenÃa en su cava, en su bar, aquellas bodegas rebosaban de licores, añejados, llenos de telarañas. ImagÃnense ustedes lo viejo que es el diablo, pues asà de añejo eran sus botellas. ´Nos sirvieron un vino tinto seco de la época romana, luego, orgulloso y sosteniendo la copa en su mano, sacudió el polvo con un suave soplo que salÃa de su boca.
––De este mismo vino bebió Ulises, Alejandro Magno, y hasta el mismo Cesar.
Aquella tarde hablamos de su vida, de la mÃa, de Dios (a él poco le interesaba tocar el tema sobre Dios). HabÃamos tomado más de dos botellas, yo me sentÃa embriagado talvez igual que él. Durante esa conversación, fuimos picando de una tabla de quesos, jamones serranos; comparé al Sr. Diablo tan sibarita como yo, un anfitrión estupendo.Â
Empezó a contarme su historia, a hablar de su vida Ãntima, se sentÃa dolido porque la humanidad lo ha tratado de hijueputa, de malvado, le interrumpà por un momento y le dije: Â
––¡Eche diablo!, ya que entramos en confianza, "pero es que tú eres malo desde la creación de los tiempos, ahora no te la vas a tirar de angelito".
Y me dijo:
––Ése es el cuento que se inventaron los que escribieron la biblia, pa´ jodeme, yo que los salvé a ustedes desde el comienzo pintor.
––¿Cómo asÃ, llave? ––le respondÖ–: Embarájame ese cuento.Â
––SÃ, ¿tú te acuerdas lo de la manzana, lo de Eva?
––Clarinete, compa.
El éxtasis del vino me hacÃa entrar en confianza y le respondÃa con palabras costumbristas de mi región. El diablo seguÃa sentado en su trono, recostado con elegancia en su sofá blanco como el marfil, contando su historia y yo perplejo mirándolo fijamente.Â
––Bueno, sólo les di a comer del conocimiento, para que despertaran, para que pudieran trabajar, para que salieran adelante, para que no anduvieran por ahà sin ropa, desnudos, yo soy el man del camello del trabajo, del intelecto, de la misma cultura, ése soy yo, "¿eche, qué? ¿se iban a quedar en un paraÃso flojeando, contando pajaritos preñados? No, señor. Pa´lante, el mundo es de desarrollo, no se detiene, por allá está la nueva civilización, la nueva conquista ––me señaló el planeta Martes que yo veÃa porque la casa no tenÃa techo, parecÃa la verdadera casa en el aire. El diablo seguÃa hablándome y yo con ganas de irme porque ya tenÃa el billete de la pintura en el bolsillo, y me dijo:
––Se lo dije al mismo Cristo hace dos mil años y tampoco me paró bola. Le mostré la riqueza, los negocios que se podÃan hacer, el desarrollo...sin robar a nadie, pero no, no me creyó, se puso fue a pelear en una iglesia, cogió a garrotes a todo el mundo. A todo el que vendÃa le dañó el plan, querÃa era andar con ese poco de manes, lo jodieron, lo colgaron, lo crucificaron, por no hacerme caso, y me echan a mà la culpa... Yo no tengo culpa que ustedes los humanos sea tan irrazonables a con ustedes mismos. A ustedes se les deberÃa llamar Diablo, te salvarás tu por ser pintor, los pintores son unos bacanes, unos bohemios que no se meten con nadie, sólo ven la vida de colores. A mà como diablo no me ha ido mal, a mi lo que me gusta es que la gente trabaje, eso sÃ, sin mentiras, sin engaños, yo no soy de esos.
Le dije:Â
––Señor diablo, tengo que irme gracias por todo, me envÃa una foto cuando lo enmarque pa´ subirlo a las redes.
Me puso su mano en el hombro, y me dijo:Â Â Â Â
––El placer es mÃo, Baldot. Serás el mejor...
De pronto, me desperté con una resequedad en la boca como si de verdad me hubiese embriagado en el sueño, y sà que lo hice, habÃa botellas muy cerca de mi cama, de vinos baratos que habÃa comprado en el supermercado.
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Baldot
Sobre el autor
Baldot
Fintas literarias
Uvaldo Torres Rodríguez. “Baldot”. Artista que expresa su vida, su historia, sus sueños a través del lienzo, plasmando su raza, lo tribal, lo ancestral, y deformando la forma en la búsqueda de un nuevo concepto. Redacta su vida a través de la pintura, sus fintas literarias las escribe con guantes de boxeo. Con amor al arte y a la literatura desde niño.
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