Literatura

Ahora que traes lluvias

Diego Niño

28/03/2022 - 04:40

 

Ahora que traes lluvias

 

No quería tropezar con Carolina, pero me vi obligado a ir al edificio administrativo.  

—¿Adónde va, Samuel? —me preguntó Carolina en las escaleras que conectaban el segundo con el tercer piso.

Pasé a su lado sin saludar ni responder a su pregunta. Hice fila en Admisiones, entregué los certificados y le busqué charla a la secretaria con la esperanza de que Carolina se fuera. Pero continuaba en las escaleras cuando bajé.

—Vamos por vino —propuso como si fuera lo más natural del mundo.

Yo no quería beber ni hablar con ella, pero fui incapaz de negarme. Compramos una botella en el supermercado y deambulamos por la ciudad hasta terminar en la choza del San Rafael.

—Dígame una cosa, Samuel: ¿también la trae a este lugar?

Carolina se refería a Laura, de quien evitaba su nombre como si se tratara de un sortilegio.

Negué con la cabeza.

Sacó el celular, miró la hora y lo guardó en el bolsillo de su chaqueta. Dio un sorbo a la botella y contempló el pastizal que ondeaba como el mar. 

—¿También se la lleva a su casa para comérsela? —insistió Carolina como si la conversación hubiera continuado en su cerebro.

—Tú sabes que Laura vive sola; nos queda más fácil hacerlo en su apartamento.

—Tienes razón, Samuel: es jarto tener sexo en su casa porque sus papás duermen en el cuarto del lado. Lo sé por experiencia.

Alargué la mano para que me entregara la botella. Di un sorbo y me entretuve leyendo las historias escritas en las paredes.  

—Esto no va a ninguna parte —aseguró ella después de quince minutos de silencio. Se levantó, se limpió el pantalón con las dos manos y dio dos pasos largos.

—Eres la única mujer que pasó la noche en mi casa —susurré cuando Carolina estaba bajo el marco de la puerta.

Dio media vuelta.

—¿Perdón? —preguntó como si quisiera patearme la cara.

—Eres la única mujer que ha estado en mi casa.

—¿Por qué me dice eso, Samuel? ¿Quiere que lo aplauda?

—Sólo quería que lo supieras.

Hizo el amague de irse, pero se detuvo al tercer paso.

—¿Por qué no la lleva a su casa? —insistió.

Tracé figuras en la tierra con la punta del dedo índice.  

—Al menos míreme, Samuel —dijo Carolina al borde del grito.

Levanté los ojos.

—¿Por qué no la lleva a su casa? Dígame.

—No sé —murmuré antes de bajar la cabeza.

—¿Cómo no va a saber, Samuel?

—No sé —la miré a los ojos—. Simplemente no me dan ganas de llevarla.

Carolina cruzó los brazos y se recostó contra la pared. Di un sorbo a la botella de vino y se la ofrecí. Ella negó con la cabeza.

—Samuel, dígame una cosa: ¿me llevaría a su casa?

—¿Cuándo?

—Hoy, mañana, la semana que viene; no importa.

—Sí —susurré.

Nos miramos a los ojos. Carolina se sentó en el piso de tierra. Parecía que gastó toda su energía con las pocas palabras que pronunciamos.

Sonó su teléfono.

—Jueputa; lo que faltaba —gruñó.

Tomó aire y resopló antes de contestar.

—Aló… ¿Lau? —me miró a los ojos—. Sí, yo sé mi Lau; perdona por no responderte, pero nos vinimos para la choza con Samuel y por acá no entra la señal… ¿En serio, mi Lau? No sabía que eran novios: sabes que me desconecté de la universidad desde que me echaron… ajá… sí… ¿Quieres que te lo pase?... okey; dame un segundo. 

Carolina me miró a los ojos con el teléfono apoyado contra su oído derecho. Sonrió antes de preguntar:

—Samuel; ¿puede ir al centro? Laura necesita hablar con usted. 

Negué con la mano que se sacudía con energía.

—Aló; ¿Lau?... dijo que sí… claro, mi Lau, voy con él… sí, en la choza del san Rafael. ¿No la conoces? Qué raro: creí que Samuel te había traído… Okey, nos vemos en un rato.

El malgenio de Carolina se transformó en una alegría que parecía iluminarla.

 

Diego Niño

@diego_ninho

Sobre el autor

Diego Niño

Diego Niño

Palabras que piden orillas

Bogotá, 1979. Lector entusiasta y autor del blog Tejiendo Naufragios de El Espectador.

@diego_ninho

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