Literatura
El cuento del gallo capón, el cuento muy breve de García Márquez
Los que querían dormir, no por cansancio sino por nostalgia de los sueños, recurrieron a toda clase de métodos agotadores. Se reunían a conversar sin tregua, a repetirse durante horas y horas los mismos chistes, a complicar hasta los límites de la exasperación el cuento del gallo capón, que era un juego infinito en que el narrador preguntaba si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando contestaban que sí, el narrador decía que no había pedido que dijeran que sí, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando contestaban que no, el narrador decía que no les había pedido que dijeran que no, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando se quedaban callados el narrador decía que no les había pedido que se quedaran callados, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y nadie podía irse, porque el narrador decía que no les había pedido que se fueran, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y así sucesivamente, en un círculo vicioso que se prolongaba por noches enteras.
FIN
Gabriel García Márquez
0 Comentarios
Le puede interesar
Claves del oficio de escritor, según Nahum Montt
Es cierto que la escritura es una de esas actividades que se cultivan a puertas cerradas, que se alimentan del ejercicio solitario y te...
Garrido, el verdadero apellido de García Márquez
García Márquez –nuestro insigne Premio Nobel-, fallecido el 17 de abril de 2014 en Ciudad de México, no era García, tampoco...
Estos son algunos de los libros que debes leer si eres un amante del fútbol
Si hay un deporte estrella que triunfa en todo el mundo, ése es, sin duda alguna, el fútbol, el cual mueve a las masas y hace que...
Babylone, de Yasmine Reza: Premio Renaudot 2016
La semana pasada publiqué una reseña sobre el libro ganador del Premio Goncourt 2016, Chanson Douce, de Leïla Slimani, y hoy lo ha...
Appassionata...
Sin duda, era aquel uno de los días más importantes de su vida. Tal vez por eso, desde que puso un pie en el aeropuerto, no se quit...