Literatura
Insomnio
Una de la madrugada, sin conciliar el sueño, dando vueltas muy despacio, para no despertar a mi esposa. Algo molestaba mi cara, me levanté, entré al baño, me miré en el espejo, y tenía dibujado los resortes de mi libreta de notas, en la mejilla, ¡claro! Duerme conmigo, debajo de mi almohada, suelo escribir a cualquier hora, para atrapar la musa, sea un poema o una canción.
Vuelvo a la cama, han transcurrido quince minutos, prendo el televisor sin volumen, razones obvias, y están presentando los premios Oscar, apago y se me ocurre escribir esto: “Mejor Película: Mi vida, Mejor guion: Mi familia, Mejores Actores de reparto: Mis Amigos, Mejor Actor: Mi Padre Mejor Actriz: Mi Madre, Mejor Libretista: Dios”. Luego, pienso que son bobadas escritas a altas horas de la noche, pero creo que es mejor que contar ovejas. Comienzo a pelear con mis pensamientos, únicos responsables de que no pueda dormir, será difícil conciliar el sueño, me levanto nuevamente me asomo por la ventana y observo el celador dormido en medio del parque, envidio su forma de dormir, una y otra vez trato de cerrar los ojos, quisiera tener unas pinzas, para ejercer presión y que no se despegaran. Es una lucha frontal contra mi deseo de dormir, una batalla silenciosa en mi alcoba, el silencio de la espesa noche, es testigo de mi insomnio, el reloj avanza lentamente, son horas inagotables, la pesadumbre aparece de pronto y va haciendo mella en mí y en algún punto de la ciudad, lejos muy lejos, escucho una sirena de ambulancia, un sonido lánguido, tal vez, igual al estado del enfermo que lleva, nunca me ha gustado oír esos soniquetes, sobre todo de noche, es un mal presagio, escucho de nuevo un mutismo incesante, aparece en escena de mi obra nocturna, el ladrido de un perro, y en la lejanía, otro contesta, y, poco a poco, se va formando una sinfonía de aullidos, como si yo fuera el director de la orquesta, luego se callan y vuelvo a concentrarme para ver si por fin duermo. Después de haber escuchado pasar tres motos y dos carros, elucubro sin fundamentos y percibo, el frío de la madrugada, sospecho que el celador sigue durmiendo, pero esta vez, no me levanto, los ojos están agotados, el sueño aparece de pronto, y se van cerrando lentamente, mi cuerpo se relaja, creo que ya, por fin, dormiré plácidamente. Mi mamá alguna vez me dijo, que si uno mismo se ponía cuidado, y hacía custodia del sueño, uno mismo se cogía pillao, roncando y, cuando al fin alcanzo a escuchar el primer ronquido, como prueba de haber logrado mi objetivo; ¡suena el despertador! 4:30 am, ni modo, el deber me llama, a ducharme y a salir para el trabajo, esperar la noche nuevamente, otra batalla me espera, una pelea en el silencio, en el sigilo de las sombras y la oscuridad…
Luis Carlos Guerra Ávila
Tachi Guerra
Sobre el autor
Luis Carlos Guerra Ávila
Magiriaimo Literario
Luis Carlos "El tachi" Guerra Avila nació en Codazzi, Cesar, un 09-04-62. Escritor, compositor y poeta. Entre sus obras tiene dos producciones musicales: "Auténtico", comercial, y "Misa vallenata", cristiana. Un poemario: "Nadie sabe que soy poeta". Varios ensayos y crónicas: "Origen de la música de acordeón”, “El ultimo juglar”, y análisis literarios de Juancho Polo Valencia, Doña Petra, Hijo de José Camilo, Hígado encebollado, entre otros. Actualmente se dedica a defender el río Magiriamo en Codazzi, como presidente de la Fundación Somos Codazzi y reside en Valledupar (Cesar).
2 Comentarios
Amigo luis carlos, ya somos dos que casi no dormimos, me pasa lo mismo puede charlar conmigo a cualquier hora de la noche. Tal vez con mi charla su musa se presente más rápidamente.
Excelente
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