Literatura

El jardín de Juana

Álvaro Rojano Osorio

30/03/2023 - 00:03

 

El jardín de Juana
La planta camarón / Foto: créditos a su autor

 

Eduardo Villa camina entre palmeras, helechos, orejas de conejo, begonias, lenguas de suegra, crotos payaso y granito de oro, rosas, plantas trepadoras que cuelgan de macetas que se encuentran en el patio de su casa. Éste es el jardín que cultivó Juana, mi mujer, quien murió hace diez y ocho años, lo señala mientras se detiene al lado de un Camarón Salmón del que toma una flor y quita las hojas secas que cuelgan del tronco. Ésta era su favorito, tanto que cuando alguna se marchitaba iba a la orilla del río Magdalena a encontrar con qué reemplazarlo.

Él cuida el jardín como si cumpliera un mandato de ella, sin embargo, asegura que nunca hablaron de ese tema porque jamás pensaron que la muerte llegaría de esa manera. “La operaron en la mañana, al mediodía me dijeron que estaba pasando bien, en la tarde me llamaron para decirme que había muerto y antes de media noche ya la estábamos velando en esta casa.”

A ella le gustó tener jardines, afirma Eduardo. En los más de cuarenta años que anduvimos por el Cesar y La Guajira, fueron varios los que sembró. Antes de regresar al pueblo vivíamos en una parcela en la zona rural de Codazzi, aunque yo trabajaba administrando una finca más allá de esa localidad. La primera quedaba en territorio de la guerrilla y la segunda de los paramilitares. Inicialmente, no tuve problemas, pero el plomo volaba bajito, me amenazaron y debimos abandonar la propiedad en la que habíamos permanecido por veinte años. Entonces, le dije: Nos vamos, ella organizó la mudanza que incluyó traer varias matas con las que comenzó este jardín.

Cuando regresamos al pueblo, le dije: Juana, esta será nuestra casa por siempre, sin embargo, solo vivió cuatro años. Hacía un poco más de cuarenta años que nos habíamos ido, lo hicimos después de que nos casamos, tras cinco años de amores. Parecen muchos, pero, era que ella se iba para Barranquilla y yo para Venezuela, Codazzi, y nos veíamos cada año, en diciembre o durante las fiestas patronales. Aburrido de la soltería, decidí unirme a una mujer y, entre varias novias, la escogí. Le dije que nos fuéramos a vivir y aceptó. Fue un 28 de enero en la madrugada y al amanecer fui donde su papá y le comenté: Domingo, anoche, me llevé a Juana. ¿Sí?, fue lo único que me respondió. Estando en mi casa llegaron los hermanos mayores de ella y me dijeron: Te tienes que casar, les respondí que no tenía plata para hacerlo. Entonces, el mayor de ellos me dijo: Eso es lo de menos, ya el cura está comprometido para celebrar el matrimonio. 

Solo la muerte nos separó, lo que sucedió fue una noticia que me sorprendió y un hecho que cambió mi vida. Desde entonces la he llorado, aunque la conformidad me ha ayudado a espantar la soledad. A través del jardín me mantengo cerca de ella, porque creo que lo visita. En las tardes, cuando las brisas del río Magdalena llegan hasta esta parte del barrio Arriba, veo moverse las hojas de las matas del vergel, entonces me imagino que las acaricia, que les habla con voz de madre consentidora, como lo hacía en vida. 

Después de su muerte, yo tomé algunas plantas de su jardín y las planté en torno a su tumba. Sembré crotones y plumeros. Desde entonces, las he regado día de por medio, aunque el año pasado no lo hice debido a la cantidad de lluvia que cayó, sin embargo, cada vez que podía pasaba por el cementerio y los limpiaba. Solo una cosa me preocupa, que cuando muera ambos jardines desaparecerán porque a la hija que le gusta cultivar y cuidar lo plantado, no vive en este lugar.

 

Álvaro Rojano Osorio   

Sobre el autor

Álvaro Rojano Osorio

Álvaro Rojano Osorio

El telégrafo del río

Autor de  los libros “Municipio de Pedraza, aproximaciones historicas" (Barranquilla, 2002), “La Tambora viva, música de la depresion momposina” (Barranquilla, 2013), “La música del Bajo Magdalena, subregión río” (Barranquilla, 2017), libro ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el portafolio de estímulos 2017, “El río Magdalena y el Canal del Dique: poblamiento y desarrollo en el Bajo Magdalena” (Santa Marta, 2019), “Bandas de viento, fiestas, porros y orquestas en Bajo Magdalena” (Barranquilla, 2019), “Pedraza: fundación, poblamiento y vida cultural” (Santa Marta, 2021).

Coautor de los libros: “Cuentos de la Bahía dos” (Santa Marta, 2017). “Magdalena, territorio de paz” (Santa Marta 2018). Investigador y escritor del libro “El travestismo en el Caribe colombiano, danzas, disfraces y expresiones religiosas”, puiblicado por la editorial La Iguana Ciega de Barranquilla. Ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el Portafolio de Estímulos 2020 con la obra “Abel Antonio Villa, el padre del acordeón” (Santa Marta, 2021).

Ganador en 2021 del estímulo “Narraciones sobre el río Magdalena”, otorgado por el Ministerio de Cultura.

@o_rojano

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