Literatura

Jorge Osbaldo, un escritor que nos enseña que la casa de la escritura tiene muchos rincones

 

Un escritor nacido en Siachoque (Boyacá) viene inquietando a las letras nacionales con sus trabajos cargados de reflexiones sociales, crítica a la condición humana y una dosis alta de humor negro, y la ironía, el cinismo. En su hoja de vida ya reposan el Tercer Premio Nacional de Novela Breve de la Universidad Central, el Segundo puesto en el Concurso Internacional de cuento Ciudad de Pupiales, el Premio de cuentos La Chía de Plata, entre otros. 

Ha publicado los libros Voces y piedras (minificciones), Madera de Árbol, su obra más conocida: Una burra de ojos verdes (novela), El antifaz de las máscaras (aforismos), 9 Difuntos (cuentos), La mujer de rojo (dramaturgia), Antorchas (minificciones), Vándalos(microrrelatos), 28 buitres (novela), y La Tempestad del maíz (fragmentos poéticos).

Este escritor autodidacta y de extracción campesina, heredero de sus paisanos Eduardo Caballero Calderón, Fernando Soto Aparicio y Jairo Aníbal Niño, es sin duda una de las revelaciones de nuestra literatura. Ámbito en el que irrumpe con audacia, estructurando, en cada nueva entrega, una obra que nos lleva por caminos insospechados.

Esos son algunos de los motivos que motivaron esta conversación, exclusiva para los lectores de Panorama Cultural.     

¿Quién es Jorge Osbaldo?

No estoy muy al tanto de sus pasos. Algo curioso, enigmático al parecer… La verdad, me gustaría conocerlo.

En tu carrera literaria encontramos una enorme versatilidad. Has abordado diversos géneros. Tienes libros de aforismos, cuentos, minificciones, prosa poética, teatro, novela. ¿A qué atribuyes esa versatilidad? ¿Es una especie de búsqueda estética?

Ser versátil es dar paso a conocer la casa de la escritura por todos sus rincones. Habrá sorpresas para sí mismo al abrir determinados baúles, donde, por ejemplo, una cantidad de papelitos con microficciones ayudará a empatar el mapa de los géneros y estilos para sentirse más a gusto. La brevedad que practico al desgranar palabras es un honor a mi estatura, aunque de vez en cuando busco también la ruta de un texto largo, alto, podría ser, para que me ayude a mirar por los sobre los techos de mis propios avances…   

Tu novela “Una burra de ojos verdes” se mueve en un universo rural y tiene un fuerte contenido político, en cambio tu novela “28 buitres” está ubicada en un medio urbano y su centro es más metafísico. ¿Moverse de un extremo temático a otro, hace parte también de esa búsqueda?

Las letras son las huellas por donde se han aventurado los pasos.  Y mis pasos son una danza entre lo rural y lo urbano. Dos mundos, dos caras en la lente de mis fines literarios. La lectura de la vida diaria termina en un lápiz apuntado hacia los fragmentos que marcan la conquista de nuevas hojas en blanco para mancharlas, por menos, con frases que no estén mudas.

Noto que tu obra tiene un profundo contenido político. Basta ver Una burra de ojos verdes, Vándalos, Voces y piedras, apartes de La tempestad de maíz, algunos de tus cuentos. ¿Su puede hablar de que tu obra es de compromiso político y social?

Político y social por naturaleza es el escritor. No puede desligarse, si su compromiso es el arte. Una voz de protesta debe elaborarse con un buen tejido para que llame la atención de las miradas, más cuando el ruido de la indiferencia ensordece por las calles. La política es tinta fresca en la página social de cada una de mis obras. Pero, es una política de conciencia ciudadana, la de tomar partido en la desinfección del viento, jamás la de pintar pajaritos en el aire mientras se le hace apología a la barbarie.

¿Por qué esa preocupación política y social está tan presente?

Es nuestro panorama…, y de él se nutre la hoja histórica y literaria. Más que preocupación, es tener presente los rasgos que se dibujan en el rostro de la multitud y hacerlo patente en el trasegar de cada individuo. En mi caso, los protagonistas de mis historias, como el padre Florencio Cuervo, intentan mostrar esos rasgos. Él, interpreta las acciones de la burra, que sí piensa en el bien común, a diferencia de las autoridades que les importa el progreso un poco menos de un comino. Si hubiera más burras, como la de San Luis de los Pinos, habría esperanza más allá del egoísmo empotrado con muros de cemento. En “28 buitres”, un pequeño reflejo de nuestro vivir diario arrastrado a los abismos…  

Tu nuevo libro se llama La tempestad de maíz, y la defines como “fragmentos poéticos”.  El maíz es un elemento de identificación cultural en América. ¿Qué intentas en este libro?

Volver al maíz, a inclinarnos ante el altar de nuestro pan de cada día. Que se reivindique la verdadera leyenda de El Dorado, al tener conciencia de la riqueza de nuestros granos en la tempestad heredada de los ancestros.

¿La tempestad del maíz parte de los mitos americanos sobre este tema del maíz?

Mitos para alimentar la idea del Dios Maíz, que nos ilumina con sus leyendas y realidades. La tempestad del maíz es un homenaje a quienes aún sonríen al contemplar las huertas florecidas.     

¿Respetas mucho la poesía y por eso le llamas “fragmentos poéticos” sin atreverte a llamarlo, de frente, libro de poemas?

Sí; por respeto a los poetas que le permiten a sus poemas ir de juerga, incluso a bacanales, sin juzgarlos.  

Has participado en talleres literarios. Entendemos que uno de tus maestros fue Pedro Badrán Padauí. Para finalizar: ¿Puedes hablarnos de tus influencias, de los autores que siempre están ahí como inspiración o guía?

Muy poco de talleres. Aunque algo se aprende, desde luego, limitan y condicionan a leer conforme a gustos ajenos y pueden llevar a lapidar a otros por no estar dentro del “canon” del tallerista… Asistí a un taller de novela con Pedro Badrán, sí; aunque Pedro, dentro o fuera del taller, siempre ha sido un buen maestro, un buen amigo. ¿Influencias? Sí. Cómo olvidar a Águila Solitaria, Kalimán, Historia Sagrada, Memín, Samurái, Arandú, la revista Sueca (prohibida para niños), Condorito, y toda una gama de historias del oeste americano. Luego vendría Gabriel García Márquez, Eduardo Caballero Calderón, Juan Rulfo, Emilio Salgari, Og Mandino (El vendedor más grande del mundo), Jorge Luis Borges, Oscar Wilde, Mijaíl Shólojov, Gibrán, Oriana Fallaci. Ya más actual: Marguerite Yourcenar, Elfriede Jelinek, Yukio Mishima, Kenzaburo Oe, Dostoyevski, Nietzsche, Coetzee, José Saramago, Jaime Bayly, Tomás Gonzales, Baudelaire, Allan Poe y Murakami entre otros.

 

Luis Mario Araujo Becerra