Literatura
Miguel Barrios Payares, desafiando a los salvajes
Continuando el ciclo de conversaciones con escritores del Caribe, esta vez pudimos compartir opiniones con Miguel Barrios Payares (Astrea, 1986). Este joven narrador, se graduó como Ingeniero de sistemas de la Universidad Popular del Cesar.
En su impresionante trayectoria se incluyen premios como el primer lugar en el Concurso Nacional de Cuento El Túnel-Cámara de Comercio de Montería (2011), el tercer lugar del V Premio Nacional de Cuento La Cueva (2015), primer lugar del XVIII Festival de Poesía de San Diego-Cesar (2017), modalidad cuento, primer lugar el XIV Concurso Departamental de Cuento Corto del Cesar (2021), primer lugar del Concurso Nacional de Cuento de la Red “Relata”.
Además, sus textos han aparecido en varias antologías y revistas nacionales. En 2020 publicó el libro de cuentos ¿Dónde están los salvajes?; en 2024 la segunda edición de este libro y dirigió la antología Cuentos para leer a cualquier hora (ambos con mediación de Terrear Editores). Oigamos su voz.
Luis Mario Araújo: Miguel, podría afirmar que estoy, tal vez, ante uno de los narradores más significativos de la nueva generación en el Cesar. Has ganado concursos departamentales y nacionales de cuento, estás incluido en antologías, has publicado un libro de cuentos interesante (¿Dónde están los salvajes?) y, ahora, entras en la faceta de antólogo y editor. Eso está bien, pero ¿por qué crees que las editoriales grandes no se fijan en autores jóvenes que están produciendo con calidad desde las regiones?
Miguel Barrios Payares: Muchas gracias por tus palabras. Eres muy generoso en la descripción que haces sobre mí. No estoy seguro de ser uno de los narradores más significativos de esta generación del departamento, no me corresponde calificarlo; pero sí puedo afirmar que he dedicado muchas de mis mejores horas a esto de escribir, a la literatura. En cuanto a la pregunta, creo que no es un fenómeno nuevo, por el contrario, creo que se ha vuelto la norma. Eso sí, hay que tener muy claro que nuestro ecosistema editorial (de Colombia) es decadente, no más pasarse por las novedades o por las listas de lo más vendido para darse una idea más o menos clara del panorama, así que no hay que pedirle peras al olmo. Con todo eso, ahí sí viene la exclusión categórica de la periferia, de la provincia, “vivir en Bogotá” como requisito ineludible para hacer parte de eso que llaman circuito literario. Entonces, las probabilidades de un escritor joven y valioso se ven muy reducidas.
¿Crees que los temas que tratan los autores tienen algo que ver con cierta exclusión que se hace desde el centro?
No, la exclusión de la que te hablaba nada tiene nada que ver con los temas tratados por los autores. Te diré más: si por temas o por la calidad de estos fuera, esas editoriales (que son poquitas) estarían atiborradas de autores regionales, pero es claro que la tensión centro-periferia es muy fuerte. ¿Sabes? Desde hace algún tiempo he encontrado todo el vigor que me gusta de la literatura en autores regionales. La búsqueda es dura, pero el encuentro es gratificante. Qué tal ese knockout que es Las Killer Gringo de Jarol Ferreira Acosta o El último duelo del hombre pez de Rodolfo Celis o los cuentos de Carlos César Silva o los de Aurora Montes. Así que no es de temas o calidades, sino de pura exclusión centralista. Puede parecer duro, pero es así y no hay nada que hacer. Por eso creo que debemos reforzar nuestros propios proyectos editoriales, levantar la voz y reconocernos entre la oscuridad.
En esto de las temáticas quisiera detenerme. Tus cuentos van dese narraciones de ciencia ficción, en lo que eres una especie de pionero en el Cesar, hasta historias de acción, con tintes policiacos, a textos crudos como “El evangelio de la guerra” que siempre te he dicho que me parece un cuento muy humano, en el que vas sobre la violencia que nos ha azotado, a escritos que están entre el melodrama y la crueldad, como ¿Dónde están los salvajes? ¿Te has dado cuenta de esa versatilidad? ¿Qué nos puedes decir sobre eso?
Lo primero, es que esos cuentos hacen parte de ¿Dónde están los salvajes?, un libro con vocación de compilación. En ese libro hay cuentos que están distanciados temporalmente por casi una década, por lo que es natural que las temáticas y las formas varíen. Lo otro es que soy obsesivo con la exploración de los temas, pero también de la forma. Me parece que la forma debe ser el pilar en que se amarre la narración. Una especie de estructura en la que apoyarse y volver lo que podría ser una historia corriente en algo de más valor. Buscar, por encima de todo, el “cómo” antes que el “qué”.
Noto que tienes una formación en materia literaria. Has estado en el taller de creación literaria RELATA bajo la égida del poeta Luis Alberto Murgas. Pero, además de esa formación literaria, encuentro un interés y un conocimiento sobre el cine. ¿Qué tanto te ha dado el cine para tu ejercicio escritural?
He estado yendo y viniendo a talleres literarios desde hace ya unos veinte años. Cuando conocí el José Manuel Arango - RELATA Valledupar, pude enfocar las lecturas y perder menos el tiempo. Porque si algo nos ha quedado del maestro Murgas es que en el taller se aprende del otro y con el otro. De eso siempre estaré agradecido. En cuanto a mi conocimiento cinematográfico este es el del espectador obsesivo, ver todo lo que se puede tantas veces como se pueda. Entonces, al menos en mi caso, el cine fue una fuente de la que apoyarme para la escritura. Por ejemplo, en Thursday (1998) una película de acción al uso, con gánsteres de medio pelo, hay escenas memorables en que el protagonista cuenta ciertos sucesos de su vida en los que se minimiza la gravedad de lo ocurrido, mientras que las imágenes, siempre descarnadas, nos muestran lo que realmente pasó. Cuando vi la tensión que allí se generaba a partir de ese recurso narrativo, se me voló la cabeza, sabía que quería algo de eso, todo de eso para ponerlo en lo que yo comenzaba a escribir. Luego descubrí que la fórmula la había hecho con mucho más tino y sutileza Flaubert en Madame Bovary o Sergio Ramírez en Margarita está linda la mar. Entonces, me tocó recibir la influencia en sentido inverso, llevé del cine a la literatura. Claro, esta fue la versión barata, pero de todo se aprende.
Textos muy “visuales”, llenos de imágenes, enfoques y planos, puntos de vista, fragmentación del relato…son cosas que vienen del lenguaje audiovisual en tu obra, ¿creo?
Sí, totalmente. En una primera etapa de mi vida vi el cine como un goce absoluto y lo que escribía también era un poco así, pero cuando ya estuve en la universidad y conocí los cineclubes y cierto tipo de cine más autoral, donde se privilegia la imagen antes que el movimiento, eso cambió mi forma de afrontar mi escritura. Ahora he aprendido a combinar, aunque sigo amando el cine de entretenimiento, el cine clase B que es un disfrute total.
Bueno, nos hablaste del cine y su técnica en tu obra. ¿Y de la televisión…qué? Porque no eres un intelectualoide que niegas sus fuentes y veo que esa es una de las tuyas. ¿O me equivoco?
Si algo he hecho con plena entrega ha sido ver televisión y leer. Una tía pronosticaba que a mis veinte estaría ciego o con lentes muy grandes, ¡qué va! De la televisión, la que veíamos en los dos únicos canales que salían, aprendí la diversión. Supe intuitivamente del pacto que firma el creador y el espectador al momento de arrancar de cualquier ficción, así como de la estructura procedimental, esa en que cada nuevo capítulo presenta una nueva aventura y pareciera olvidarse de todo lo vivido, del amor y el villano de turno, así como de las heridas y los sinsabores.
¿Y el comic?
Más o menos lo mismo, aunque aquí hay que hacer una diferencia. Primero, el comic serial, en el que incluiremos el manga, y luego las novelas gráficas. En los primeros, que los leí siendo muy niño (Condorito, Tarzán, El fantasma), pasaba igual que con las series de televisión, pura diversión espontanea y pasajera. Con las novelas gráficas es otro asunto. Por ejemplo, Watchmen y La broma asesina de Alan Moore o Batman: año uno de Frank Miller, esa oscuridad y visceralidad nos recuerdan a Poe, al mejor Lovecraft y no tienen nada que envidiarle a cualquier joya de la literatura. Eso me mostró que, si la calidad es alta, el formato es lo de menos.
Bueno, quería aludir a esas fuentes para que quienes estén interesados en la ceración literaria vean que hay otros territorios por explorar. Ahora, te pregunto, ¿por qué el cuento?, ¿has probado con la poesía? ¿y la novela?
Ya te contaba de mi presencia en el taller RELATA Valledupar, pues esa es la influencia inicial para consolidar el ejercicio en torno al cuento. Al inicio solo se trabajaba cuento en los talleres, quizá era una directriz por parte del Ministerio, pero eso formó a toda una generación de jóvenes aprendices. Yo sí escribía cuentos desde antes de aterrizar en los talleres, pero esto definió el camino. En cuanto a los poemas, solo he escrito algunos ejercicios de taller. Creo que la escritura de poemas, para quien no tiene una sensibilidad innata, requiere de mucho trabajo. A mí me costaría la vida entera. En cuanto a la novela, he hecho varios ejercicios de los que han resultado borradores bastante acabados. Una novela de ciencia ficción “ciberpunk”, una novela con dejos policiales, pero en el que las matemáticas y el análisis de estructuras fractales se llevan el protagonismo y una más, muy corta, que escribí a mis veintidós. Todas están terminadas, revisadas. Tal vez mi próxima publicación sea una de esas.
Hay dos libros de tu corazón: ¿Dónde están los salvajes? y la antología Cuentos para leer a cualquier hora, que acabas de editar. ¿Es muy diferente el trabajo en solitario al de antólogo?
Completamente. Para mi libro ¿Dónde están los salvajes? junté cuentos que había trabajado por años, muchos ya habían aparecido en antologías y revistas, así que el trabajo fue más de verificación. Para Cuentos para leer a cualquier hora, fue otro asunto. Debimos pensar cada detalle. Imagina, ¿a quién incluir?, ¿cuántos cuentos por participante?, ¿qué criterio implícito de calidad para la selección?, ¿qué hacer con la idea de dejar a algunos, tan buenos como los otros, por fuera? Y luego el asunto de la diagramación agradable, que el libro, objeto, tuviera los mínimos de calidad en cuanto a impresión y diseño de portada y así poder fijar un precio de venta asequible y un público objetivo. El resultado es gratificante, pero el proceso no es nada divertido.
Por qué hacer una colección de autores del Cesar, como Cuentos para leer a cualquier hora, ¿qué te animó a ello? ¿Háblanos un poco del proyecto, quienes están incluidos, motivos?
La respuesta está conectada con las primeras preguntas de esta entrevista, que no la razón fundamental. La cuestión es que creo que como autores regionales debemos, primero reconocernos, saber de nuestra existencia y que los lectores sepan que existimos. En este departamento ha habido algunos esfuerzos valiosos, aunque siempre insuficientes. No digo que esta antología cubra ese hueco, pues toda antología es, por desgracia, excluyente. Pero sí creo que es un buen paso en la idea de la consolidación de un circuito literario local con un libro bastante decente. Sé que ya vendrán más libros, que este no fue el primero y que no será el último, pero sí nos sumamos al esfuerzo colectivo.
¿Cómo ha sido la recepción del público para estos dos libros?
¿Dónde están los salvajes? consiguió una segunda edición este año que permitió el acercamiento de un nuevo público, así que eso me tiene muy contento. Y Cuentos para leer a cualquier hora, que lo pensamos para un público más joven que el habitual, está llegando a los colegios y está siendo leído. Es un proceso largo esto de pensar un libro y distribuirlo, ahí vamos. Creo que este año agotamos esta edición y esperamos una segunda para el próximo.
Esto y otros hechos me hacen ver que hay un grupo de autores regionales que está surgiendo y que me parece importante. Sin que sea un acartonado consejo: ¿Qué decirles?
Ellos no necesitan mis consejos; sin embargo, puedo decirles que quizá este sea el mejor momento para la literatura regional, que las posibilidades de nuevas formas de creación, de exploración, son casi infinitas y que están allí esperando.
Luis Mario Araújo Becerra
Sobre el autor
Luis Mario Araújo Becerra
La reserva
Abogado, escritor y docente universitario. Autor de El Asombroso y otros relatos (cuentos), Literatura del Cesar: identidad y memoria (ensayo), Tras los pasos de un médico rural (ensayo), Las miradas a la guerra y La aldea (novela). Ha sido incluido en las antologías Cuentos Felinos 5, Tercera antología del cuento corto colombiano y Antología de cuento y poesía de escritores del Cesar.
3 Comentarios
Gran trabajo y totalmente de acuerdo que sí se cierren un poco las puertas para los escritores regionales que no viven en la capital, y puedan pertenecer al círculo literario de Bogotá.
Que buena entrevista con el gran Miguel Barrios, desarrolla un trabajo maravilloso haciendo visibles a los escritores y escritoras del Cesar, estamos muy agradecidos.
Excelente entrevista, se nota Luisma la intensión de buscar, personajes que vienen aportando a la literaratura, de regiones apartada y darlos a conocer en el ámbito nacional, muy importante tu labor, además de ser un gran escritor, mi reconocimiento de admiración y orgullo, por tu dedicación a las letras
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