Medio ambiente
Las tuquecas de cualquier lugar

Hemidactylus mabovia. Un nombre extranjero y científico sin familiaridad entre nosotros. Es el distintivo con el cual se diferencia en los laboratorios a un animalito común de las paredes, rincones y lugares recónditos de nuestras casas.
No hace daño, y sin embargo, sobre él se han tejido muchas conjeturas, la mayoría erradas, pues las tuquecas son animalitos inofensivos y adaptados a nuestra domesticidad tan profundamente, pero ignoramos cuántas viven con nosotros en nuestras residencias.
Que se enamoran y dejan huellas en nuestra piel. Que muerden a los niños. Que son desaseadas. Mentiras. Las tuquecas son animales limpios y nos regalan beneficios a cada paso.
Aunque no son agradables a nuestra vista, ellas limpian sus territorios de zancudos, cucarachitas, mosquitos, cucarroncitos y demás insectos; esos si desagradables y dañinos.
¿Será el cuerpo transparente y gris de las tuquecas lo que ha generado la repulsión en nosotros para tomar un zapato u otro objeto cada vez cuando descubrimos una tuqueca? ¿O el mito de tantas historias consignadas sobre el indefenso animalito?
Ahora cantan. Sí, un sonido igual a cuando se golpea un vidrio repetidas veces con un elemento solidó y metálico; así es el canto de las tuquecas, porque las de antaño eran mudas (nunca las oí). Cantan cuando buscan parejas y marcan territorio, salen en las noches y caminan verticalmente sobre una superficie extremadamente lisa como la porcelana, el vidrio o rígidas baquelitas. Acomodan sus huevos en las cajillas eléctricas, detrás de los cuadros colgados o en cajas llenas de papeles olvidados; caminan por los mismos lugares cuando hacen sus rondas y sus mayores propiedades están en las ventosas ubicadas debajo de los dedos y la veloz y pegajosa lengua con que atrapa a los insectos.
No tocan nuestra comida, parecen ser conscientes de la repulsión causada por su figura frágil y la prominencia de sus ojos; quizás por ello no les gusta dejarse ver muy a menudo y son fáciles para soltar la cola ante los ataques de los enemigos. En fin, son animalitos curiosos sobre los cuales conocemos muy poco y a quienes les consignamos propiedades malignas de las cuales ellas son inocentes y nosotros también...
Las tuquecas residen en todos los lugares del mundo haciendo el bien y recibiendo como pago, la muerte al ser descubiertas. Sería bueno detenernos a pensar y valorizar el servicio que nos prestan. Nadie puede narrar una historia real de perjuicios hechos por una tuqueca. Ellas se han metido en nuestras casas a integrar nuestras familias a la fuerza, sin dañarnos y con la mala imagen de los tiempos pasados, pero analicémoslas; ¿Son malas las tuquecas? Búsquese mentalmente un mal causado por ellas y no lo encontrará. ¿Lo hizo? Ahora busque beneficios en las alacenas, rincones, escaparates y demás lugares solitarios y poco frecuentados y no encontrará alimañas de esas que afectan realmente nuestra salud. Son unas vigilantes limpia-casas, unas cantadoras en la modernidad y unas vivientes de las soledades tristes entre olvidos y recuerdos.
Son necesarias en las administraciones gubernamentales de toda índole, donde si hay alimañas y elementos vivos escondidos, donde no se ven ni sienten, esos si realmente dañinos a la sociedad; esos si merecedores de ser atrapados y castigados como tratamos de hacerlo con las tuquecas cuando las descubrimos en su cotidiana costumbre de servirnos.
Rodrigo Rieder
1 Comentarios
Supe de un caso de un niño que murió por salmonella pues al tomarse la sopa descubrieron una tuqueca en el fondo del plato. De ahí en adelante, les tengo pavor pero no las extermino.
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