Música y folclor
Lino Bautista Ibáñez Díaz: un maestro de la música
El maestro de música, Lino Ibáñez Díaz, hizo sus estudios primarios en una escuela de su lugar de nacimiento, Puebloviejo, mientras que el bachillerato los cursó en el Instituto San Juan del Córdoba, de Ciénaga, hasta cuarto de bachillerato. De regreso a su pueblo, después de su paso por el Liceo Celedón de la ciudad de Santa Marta, trabajó como profesor durante los años 1937 y 1939.
Fue un músico empírico que llegó a tocar guitarra por su experiencia personal, viendo a su padre guitarrear con amigos que llevaba a su casa. Así nació su pasión por la música a edad muy temprana y así también nacieron sus primeras canciones y casi que, jugando con la guitarra, comenzó a componer boleros, porros, paseos y otros.
Al lado de Guillermo Buitrago, Olivo Palacio y Ricardo Lacera, se presentaban en la emisora Ecos del Córdoba de Víctor Roberto Pereira Zamora, cuatro sonoras guitarras que hacían las delicias de un público que los estimulaba con sus vítores y aplausos. Se casó en Ciénaga con Yolanda Jimeno, viviendo un tiempo en esta ciudad. Después se radicaron en Sevilla, Zona Bananera, donde residía su hermana Mireya. Posteriormente, al parecer por problemas familiares, decide alejarse de su esposa, separándose más tarde de ella.
En Ciénaga, ciudad que lo acogió con los brazos abiertos, desarrolló toda su trayectoria musical y dio rienda suelta a su talento y producción. De verdad daba gusto verlo componer sus canciones y cómo disfrutaba cada momento su inspiración en ellas. Cantaba y se acompañaba de la guitarra, tenía siempre en mente el montaje de sus canciones cantándolas con un estilo especial. Su obra, amplia y la mayoría de ellas románticas, entre las que se encuentran distintos géneros musicales, aún permanece inédita: boleros, paseos, merengues, bambucos, pasillos, cumbias, valses y rancheras. Todo un potencial musical que hace parte de ese gran legado que nos dejó Lino Ibáñez.
Uno de sus más destacados exponentes fue Jorge Caballero Elías, quien se convirtió en su principal divulgador de su música dando a conocer muchas de sus canciones desconocidas, amigo personal de él y de muchas tardes de bohemias con el maestro, con quién tuvo una estrecha, espontánea y sincera amistad donde la música, las canciones como las anécdotas y sobre todo la espontaneidad, eran los elementos principales. Le cabe a Lino Ibáñez el haber sido creador de grandes boleros que han sido interpretados por varios de sus amigos y acompañantes. Infortunadamente, los boleros, que habían sido escogidos por Caballero e Hispano Góngora, no alcanzaron a ser grabados por la muerte de Hispano unos días antes. “Caballero y Góngora” sería la razón social de ellos cuando se disponían a realizarla en la disquera Sonolux, de la ciudad de Medellín, entonces una de las más importantes compañías discográficas en Colombia, junto a Discos Fuentes y Codisco.
En las grabaciones de Efraín Burgos García e Hispano Góngora, se encuentran los temas Ofrenda, Boberías y Tu mayor castigo. La interpretación del Trío Cienaguero, de mucha suficiencia y altura, le dio un toque magistral, exquisito, al grabar en su homenaje 15 de sus más seleccionados temas en los que se incluyen boleros, paseos, bambucos y rancheras. Asimismo, el Trío Visbal y el Trío Montecarlo también se ocuparon de sus canciones. Igualmente, el Trío Tercera Generación le dio realce a sus obras interpretándole su música.
No obstante su importancia musical, Lino jamás tuvo preferencias de figuración. Fue una persona modesta y sencilla que estuvo siempre a la sombra sin nunca recibir el verdadero mérito que mereció. Era romántico por naturaleza y siempre llevó en el alma a su primer amor, un amor que lo marcó sentimentalmente y a quien le compuso la mayoría de sus canciones, sin mencionarla nunca en ninguna de ellas. Sin embargo, a ella le cantó hasta su muerte gentiles cantos de amor, siempre dirigidos a su amada mujer, por la que nunca pudo superar esa crisis de amor. No es del caso ahondar en su drama, pero en su vida hubo un golpe que lo acabó moralmente, un golpe emocional del cual no se pudo recuperar.
Fue un músico marcado en la parte humana y sus canciones románticas responden a momentos de inspiración, manifiestan amor en grandes dosis y algunas de ellas, más que cantarlas, las susurraba… Las historias de sus canciones, son a veces tan o más importantes que las canciones en sí mismas y siempre será un placer creciente asomarse a la intimidad de esas letras. En el vals "Te quiero y tú lo sabes", por ejemplo, hay una declaración de amor incondicional, como un amor a toda prueba que tiene frases tan bellas como esa de "Te quiero, sí y tú lo sabes". Con un amor inmenso y sin igual / Con un amor inmenso como el cielo / Con un amor inmenso como el mar.
Cada composición de Lino responde a los momentos de inspiración en las que se reflejan sus propias vivencias, detrás de ellas hay una historia que en muchos casos es interesante y en otros, verdaderamente apasionante. Al componer, pensaba siempre en su amada para llevarla a las cuerdas de su guitarra. Así, y para su propio repertorio, compone los boleros Quieras o no, Déjame decirte, Para que, vida mía, Que murmuren, Bésame mucho. El pasillo Un desengaño más. Los paseos El camarón, Modera tú caminado, el vals Todo en la vida se paga, y otros temas dónde se encuentran también páginas de una ternura inmensa y cariñosa con nombres sugestivos como Viviré recordando, Soñando despierto, Dejen que viva mi vida, Dime, habla, cuéntame, Quieras o no, Te quiero y tú lo sabes, Indiferente, Un desengaño más, Vida mía, Mentira que me olvidaste, Bésame mucho, Déjame decirte, Cuando vuelvas y Llevo tu recuerdo.
El maestro Lino Ibáñez era un gran compositor. Difícil de superar. Hombre valiente, inspirado e inspirador, que hizo de su tragedia sentimental y personal el más sincero arte. Las letras de sus canciones tienen un profundo toque poético… Narran tristezas, sentimientos, dulzuras, tragedias, alegrías y sufrimientos cantándole a su amada que tanto lo ignoró, pero siempre con nobleza y respeto, sin nunca mencionarla en ninguna de sus canciones. Mañana cuando me vaya, es un paseo con una picardía difícil de igualar. Eso de recordar en la muerte y pedirle permiso a Dios para echarle una vuelta a su amor despreciado solo es posible en un hombre de sensible imaginación y de un corazón demasiado humano.
En sus canciones también hay páginas simpáticas que reflejan en sus letras esa jocosidad propia del caribeño nuestro: ¡Mujeres, es una cumbia que nos lleva a recordar hechos pasados y que invita a sentir algún tipo de emociones!:
Lino fue un pintor de la realidad que siempre idolatró a su mujer, a quien pintó en su decadencia cantándole de esta manera en uno de sus boleros más conocidos, donde la describe cómo fue en su vida. La interpretación del Trío Cienaguero, de mucha suficiencia y altura, le dio un toque magistral, exquisito, al grabar en su homenaje Caricatura…
Las letras de sus canciones hablan, cuentan historias y algunas de ellas llaman a la angustia y la desesperación, pero también sus anhelos y esperanzas expresadas en su música cantándole a las cosas reales, capaz de decir lo que siente por una mujer. En el bambuco Indiferente muestra ese estado de sufrimiento, mezcla de todas esas emociones de Lino. Esta es otra pieza, excepcional de él, sencillamente maravillosa.
¡Qué sensibilidad y arte!
Esa persistencia que tuvo Lino en su amor por ella también la dejó plasmada en otro de sus cantos. La Cartica es un paseo donde describe detalladamente los hechos que ahí narra en una carta con versos emocionantes y sus intenciones sentimentales con su compañera.
La versatilidad de ese gran compositor Puebloviejo, pero cienaguero de alma y corazón, la expresó en esta bella canción ranchera de género popular que lleva por título Dejen que viva mi vida. Canción que tuvo en su momento una preferencia especial por sus intérpretes, que la consideraban un tema obligado en su repertorio.
Lino Ibáñez era un manantial de creación inagotable, un compositor casi de un único tema que vertió en distintos géneros, acertó en cada uno de ellos, honrado en sus canciones por los grupos musicales y amigos que se ocuparon de su obra que perdurará en el tiempo para los que tienen corazón. Tenía la particularidad de ser demasiado humilde, vivió en sorprendente modestia, no obstante sus reconocidas actitudes artísticas. Falleció el 6 de enero de 1992 en la ciudad de Barranquilla víctima de un infarto cardíaco cuando se encontraba en compañía de una familia con quien vivía. Su hijo Blasco se hizo cargo de los gastos fúnebres para llevarlo a Ciénaga a su casa, la de Mireya su hermana, y sepultado en la tumba de los Ibáñez en el Cementerio San Miguel, dejando un patrimonio musical que debería ser reconocido por las entidades culturales.
Édgar Caballero Elías
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