Música y folclor
Mujeres en el folclor vallenato: pioneras e inspiradoras
En un foro sobre la "mujer acordeonista" realizado en el Centro Comercial Los Mayales 2, en noviembre de 2023, estuvieron presentes varios panelistas, entre ellos el historiador Julio Oñate Martínez. Éste hizo un relato sobre un evento ocurrido a finales de la década de los años 30, en Granada, Magdalena, durante una fiesta de la Virgen del Carmen. En una piqueria entre Pacho Rada y el "León de Granada", Leonardo Núñez, se presentó una mujer llamada María Quiñónez, proveniente de las montañas de Plato, y que se atribuye al municipio de Nueva Granada, quien tocaba el acordeón con mucha picardía, siendo la sensación de todo el pueblo y sirviendo como jueza. Ella sucumbió ante la conquista de "Pacho Rada" y anduvieron juntos un buen tiempo, amenizando parrandas, aunque después desapareció y no se supo más nada de ella.
Roberto Benítez Pitalúa, historiador de El Difícil, Magdalena, escribió sobre Mamerta Hernández Buelvas, hija del acordeonero plateño Melchor Eloy Hernández Batista, casado con Nicolasa Buelvas. Nacida en Plato, Magdalena, en el año 1872, Mamerta, junto a sus hermanas Baldivia, en la guacharaca, y Melchora, en el tambor, incursionaron en la música. Respalda su historia una grabación llamada La Coneja en 1915.
Sin embargo, también se encuentra que Ana Santiago Pasos Batista, hija del matrimonio de Eusebio Pasos Castro y María del Carmen Batista, incursionó en este arte. Nacida en Plato a finales del siglo XIX, Ana es reconocida como la primera mujer en interpretar un acordeón, aunque solo lo tocaba en las parrandas de su casa.
Para esta época, existía una escuela donde enseñaban a tocar acordeón en Bálsamo, corregimiento de Concordia, Magdalena. Allí residía Candelaria Támara Isaza, quien tocaba acordeón y componía versos desde muy joven, un instrumento que aprendió gracias a la enseñanza de su padre, de origen bolivarense, a mediados del siglo XIX. Candelaria Támara Isaza se comprometió en Bálsamo, Magdalena, a finales del siglo XIX, con el comerciante José Eugenio Bermúdez Andrade, proveniente de Cerro de San Antonio, Magdalena. De esa unión nacieron tres hijos, también acordeoneros como ella, quienes llevaban el apellido de la madre por ser hijos naturales. Candelaria era frecuentada por músicos como Abel Antonio Villa, Pacho Rada Batista, entre muchos otros.
En el Festival Vallenato de 1969, apareció una mujer acordeonista, Fabriciana "Fabri" Meriño, de 16 años de edad, quien enfrentó a Alejandro Durán, Ovidio Granados, Luis Enrique Martínez, Lorenzo Morales, entre otros.
Dos años después, en 1971, hizo su aparición la primera mujer en el concurso de la canción inédita, Stella Durán Escalona.
Rita Fernández Padilla, interpretando el acordeón piano, se presentó con su agrupación en 1968 como invitada. Esta agrupación se disolvió año y medio más tarde.
Es, pues, muy importante resaltar el papel de la mujer en la trascendencia evolutiva del folclor vallenato. Fueron la musa de muchas inspiraciones, y algunas de ellas acompañaron a los músicos en las parrandas.
A Francisco "Pacho" Rada lo acompañaron Hipólita Alvarado, Blanca Ortiz, María Ospina (madre de Alberto Rada, rey vallenato) y Manuela Oviedo.
Juancho Polo Valencia, con su inolvidable Alicia Cantillo, no tuvo hijos; luego se casó con Alicia Hernández Páez, oriunda de "Caimán" (su segunda mujer), en un diciembre, en la capilla del municipio Cerro San Antonio, Magdalena. Con ella tuvo dos hijos: Sebastián "Chan" y Rosa María "La Niña Rosa" Polo Hernández.
Alejandro Durán, desde Gloria, Crisanta, Juliana, Gladys, Catalina, María, Reyes, Nur, Norma. Algunas las quiso solo con su canto; a otras les dio su cariño, o fueron amores de paso que tradujo en encantadores versos. Es el caso de Fidelina, Sielva María, Irene la del 039, Joselina Daza, Bren, Chava, Sabina, la del papelito de Ayapel.
Y si buscamos nombres de esas mujeres que fueron inspiración y que resaltan en verdaderos clásicos de la música vallenata, solo por nombrar dos, nos encontramos con Matilde Lina Soto Negrete, musa de Leandro Díaz, o la vieja Sara María Salas Baquero, abuela de los hermanos Zuleta.
Siempre me acuerdo de cuando Alfredo Gutiérrez llegaba muy bien acompañado a las presentaciones, destacando la elegancia de ambos. Hay muchos juglares que entran en estas listas por hacerse acompañar de mujeres hermosas, causando admiración entre los asistentes.
Cabe destacar que hoy en día son muchas las mujeres que han incursionado en este bello arte del folclor vallenato. Canté por primera vez con una mujer interpretando el acordeón en la década de los noventa, con Maribel Cortina, cuando por cuestiones de trabajo viví en Plato, Magdalena. Igualmente, con su hermana Norma, excelentes acordeonistas. A ellas, mis respetos.
Y aquí un portentoso legado de mujeres acordeoneras que formaron a muchos acordeoneros hombres a mediados del siglo XIX, en el inicio de estos aires musicales, y a quienes se les atribuye su creación, como a Francisco "Pacho" Rada. Este es el verdadero origen de lo que hoy se llama música vallenata. Bien podría el municipio de Nueva Granada o el mismo Plato, Magdalena, reclamar esta herencia musical y proyectarse con la creación de un festival femenino que destaque este valor inmaterial como un patrimonio cultural intangible. Es importante tener en cuenta que la UNESCO apoya proyectos que involucren la documentación y preservación de archivos que registren la historia, las tradiciones orales, y entre ellas, la música.
Y bueno, sé que el sexo femenino tiene una deuda histórica con estas pioneras que, de alguna manera, abrieron el camino e inspiraron a muchas de sus colegas a seguir el encanto de la música vallenata, destacando por ejemplo a Patricia Teherán.
El papel de las mujeres en el folclor vallenato ha sido fundamental y transformador. Desde las pioneras hasta las talentosas acordeonistas de la actualidad, las mujeres han dejado una huella indeleble en este género musical. Su participación no solo ha enriquecido el folclor vallenato, sino que también ha inspirado a nuevas generaciones de artistas. La evolución del vallenato no sería la misma sin el aporte y la pasión de estas mujeres, quienes, a través de su talento y dedicación, han contribuido a la perpetuidad y el crecimiento de esta rica tradición cultural.
Luis Carlos Guerra Ávila
Tachi Guerra
Sobre el autor
Luis Carlos Guerra Ávila
Magiriaimo Literario
Luis Carlos "El tachi" Guerra Avila nació en Codazzi, Cesar, un 09-04-62. Escritor, compositor y poeta. Entre sus obras tiene dos producciones musicales: "Auténtico", comercial, y "Misa vallenata", cristiana. Un poemario: "Nadie sabe que soy poeta". Varios ensayos y crónicas: "Origen de la música de acordeón”, “El ultimo juglar”, y análisis literarios de Juancho Polo Valencia, Doña Petra, Hijo de José Camilo, Hígado encebollado, entre otros. Actualmente se dedica a defender el río Magiriamo en Codazzi, como presidente de la Fundación Somos Codazzi y reside en Valledupar (Cesar).
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