Música y folclor
La Tambora, universo mágico (II)
Esta parte del libro La Tambora, universo mágico, es producto de la indagación con los ancianos de la Depresión Momposina, en esas largas conversaciones con los mayores de mi pueblo y, luego, confrontadas con los ancianos de los pueblos del Sur del departamento de Bolívar, a donde me llevaba la curiosidad y el asombro de saber más sobre la cultura común que hermanaba a estos pueblos. En esas jornadas y viajes, de trabajo de campo, aprendía y aprehendía la esencia de la cultura riana, legado inmaterial que enriquece el acero cultural y la identidad de nuestros territorios aledaños a río Grande de la Magdalena y la ciénaga de La Zapatosa.
Hoy nos detendremos en describir lo concerniente a los instrumentos de la Tambora, que pueden presentarse de la siguiente manera:
La Tambora (hembra): es un cilindro hueco de madera, forradas sus dos bocas por unos parches de cuero, generalmente de piel de chivo, antaño de estómago (buche) de caimán; los cuales son golpeados por unos varas o baquetas de madera, nunca con la mano. (La piel de Tigre o del Tigrillo, no se puede usar para forrar tamboras, pues, sostienen los abuelos, que donde se suena una tambora forrada con la piel de estos animales se termina la Guacherna en peleas.).
El currulao (Macho): formado por un cilindro semicónico de madera, forrado en su boca superior (la más grande) por un parche de piel, tensados con bejucos o cáñamos, y unas cuñas de madera; el cual es golpeado con las yemas de tos dedos mientras se suspende y se golpea rítmicamente contra el suelo, entre las rodillas y pantorrillas del ejecutante.
Los gallitos: son unas tablas pequeñas provistas de unos mangos alargados, que se golpean rítmicamente uno con otros, haciendo con estas una especie de rellenos instrumental. El uso del "gallito" no se generalizó y con el tiempo desapareció, quedando como único vestigio de su existencia, el uso que aún se le da en las Tamboras de Altos del Rosario (Bol). Suponemos que su uso se debió a la necesidad de descanso que necesitaron las manos de los cantadores a quienes el ritmo exige el acompañamiento con las palmas y que dichas cantadoras eran de edad avanzada.
El guache: no sabemos a ciencia cierta en qué momento entró "El guache" como instrumento en la Tambora, este "extraño" apareció hace algunos años en el festival Nacional de la Tambora y la guacherna de Tamalameque, lo introdujeron los grupos de danzas de la Universidad Tecnológica del Magdalena y la Universidad Industrial de Santander UIS que, amablemente, nos apoyaron por varios años con sus danzas, amenizando los intermedios entre un concurso y otro de Tambora, El guache irrumpió en el mundo de la Tambora, se abrió espacio y se quedó ahí, haciendo un relleno que antes no tenía la Tambora y fue adoptado por la mayoría de los grupos de Tambora del territorio.
La Tamborina: como dato curioso, en esta parte de los instrumentos, queremos registrar que, en la localidad del Río Viejo (Bol), se canta y baila la Tambora, pero sin la ejecución del instrumento de ese nombre, sino con un cilindro semicónico de madera, de cortas dimensiones, de figura híbrida entre caja y currulao, llamado "Tamborina", de un solo parche, con cuñas como el currulao, pero tocado como la Tambora con dos baquetas de madera.
Varios grupos de la Depresión Momposina, en el empecinamiento juvenil de tratar de imitar los géneros de moda del momento, han tratado en varias oportunidades de introducir el saxo o el clarinete a sus grabaciones de Tambora y como dato curioso, dichos cantos acompañados de esos instrumentos suenan una o dos semanas nada más, luego los moradores del territorio lo olvidan, lo desechan por carecer de autenticidad. Sobre esta particularidad, he sostenido, hablando con los tamboreros de la región y en varios conversatorios que La Tambora es como el órgano de la vista “rechaza el cuerpo extraño que se introduce en él”.
En la Depresión momposina, respetuosos de la tradición, nuestros grupos ejecutan la Tambora auténtica cuando hacemos folclor, naturalmente también hacen proyección folclórica y únicamente en el aire del berroche o pereque la acompañamos del clarinete.
Diógenes Armando Pino Ávila
Sobre el autor
Diógenes Armando Pino Ávila
Caletreando
Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).
1 Comentarios
Nada es absoluto, tenemos en antología musical los cantos melodíosos de Irene Martinez, Totó la Momposina y Emilia Herrera, etc. Y si inolvidables.
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