Música y folclor
Héctor Bolaños Olmedo: pilar del folclor vallenato en Codazzi

De la unión de Francisco Irenio “Chico” Bolaños Marshall y Ana Dolores Olmedo Montero nacieron Héctor Bolaños Olmedo, Hildemaro Bolaños Olmedo y Wilman Bolaños Olmedo. Los tres heredaron la vena musical de su padre en la ejecución del acordeón, refiriéndome a los tres hijos varones de esta unión.
Héctor Bolaños Sandoval, nieto de Chico Bolaños, me cuenta que su padre, quien llevaba su mismo nombre, nació en Villanueva, Guajira. Posteriormente, se trasladó a Codazzi, Cesar, en la década de los años 40, siendo niño cuando llegó a esta región, durante el apogeo de los inicios de la siembra del algodón. En esta población, nació Hildemaro. Sin embargo, su abuelo tenía muchas amistades en toda la comarca, entre ellas en Sandiego y Tocaimo. Durante sus andanzas parranderas, Wilman nació en la localidad de San Diego, que en ese entonces era jurisdicción de Robles.
El juglar Chico Bolaños, para ese entonces, poseía una parcela en Codazzi, además de una casa donde se instaló con sus hijos. Era constante el movimiento andariego y parrandero de Francisco Irenio, quien recorría el antiguo Magdalena Grande, haciendo más presencia en San Diego y Tocaimo. En este contexto, su hijo Héctor Bolaños Olmedo, quien heredó la vena musical de su padre, aprendió a ejecutar el acordeón, al igual que Hildemaro y Wilman.
En una de esas correrías, su hijo Héctor tuvo un romance en Maicao, del cual nació Adaluz Bolaño Rangel, quien sería la hija mayor de sus hijos. Más tarde, ya instalado en Codazzi y habiendo disfrutado las mieles de su juventud, conoció a la codacense Esperanza Sandoval Bendeck, con quien tuvo cuatro hijos: Héctor Francisco Bolaño Sandoval, Frick Fredy, Jorge Luis y Rocío Esther. Esta unión conyugal libre permitió que el juglar Héctor Bolaños Olmedo se quedara a vivir para siempre en Agustín Codazzi y se desvinculara de los apegos de su padre.
Esta gran dinastía, heredada del juglar Chico Bolaños y encabezada por Héctor Bolaños Olmedo, comienza su propia historia, codeándose con grandes juglares de la época y parranderos de renombre. Su casa en Codazzi se convirtió en un fortín folclórico, visitado constantemente por figuras como Antonio Salas, Leandro Díaz, Emiliano Zuleta y Abel Antonio Villa, entre otros.
Su participación en los festivales de la Guajira, el Magdalena y el Cesar era notoria, pues siempre fue protagonista de ellos. Sin embargo, su inclinación era más parrandera, destacándose por complacer a sus amistades con su música y carisma
Además, era artista exclusivo de la caseta Matecaña. Néstor Marshall, quien la administraba, lo contrataba para amenizar tanto de día como de noche en las fiestas decembrinas y los carnavales. Recuerdo haberlo visto muchas veces presentándose en la calle 13, en la caseta de la señora “Yaya” Plata.
Al escudriñar la canción “El Turco Farid” grabada por los Hermanos Zuleta en 1974 en el álbum Río Seco, podemos apreciar los grandes dotes de talento de los hijos de “Chico Bolaños.” La trama literaria de esta obra conjuga aquellos momentos de vida parrandera vividos en esa época y relata el aprecio que disfrutaban de sus amigos.
El turco Farid
I
Ay, Juan Carlos preguntaba
Por la vida de Farid
Y él me dijo que ahora sí
Íbamos a hacer una parranda
En Codazzi me esperaba
Con los hijos de Bolañito
Pa' tocar paseos bonitos
En la casa de Don Joaquín
Donde Farid quiere ir
Junto con Emilianito
II
Juan Carlos, que es parrandero
Y Farid, que es superior
Pasamos un rato ameno
Con la nota de mi acordeón
Con una botella de ron
Haciendo coplas muy bellas
Con Alvarito Olivella
Y también con su tocayo
Cuando toca Héctor Bolaños
La linda guayabalera
III
Y seguro que tocamos
Y se irán a poner mal
Nos tendremos que llevar
La parranda pa' otro lado
En la calle nos volamos
Y salimos a buscar
A su novia cada cual
A la que tanto queremos
Y después que regresemos
Volvemos a parrandear
Esta canción termina con un saludo así: Les presenté al fondo de la curva encabezado por Rodolfo Gutiérrez.
La historia de esta canción nace de la vivencia del hombre parrandero que busca al juglar y lo presenta como una alternativa en la conquista de una mujer. Cuando pretendían a su enamorada, usaban todos los recursos posibles, y uno de ellos era la parranda.
Resulta que, para esa época, Emiliano Zuleta estudiaba ingeniería agronómica en Tunja, y con él también estudiaban algunos codacenses, entre ellos el ingeniero agrónomo Carlos Martínez. Cuando venían de vacaciones, Emiliano se hospedaba en la casa de los amigos, en Codazzi. Allí se encontraba con el turco Farid, y organizaban las parrandas en casa de don Joaquín Daza, quien vivía a la salida de Casacará. El motivo eran las hijas de don Joaquín, de quienes ellos estaban enamorados.
La “guayabalera” es una canción del compositor Isaac “Tijito” Carrillo y que Héctor tocaba muy bien.
Tampoco fueron ajenos a la famosa “Curva”; era una calle llena de bares donde se ofrecían mujeres, en su mayoría provenientes del interior del país, para satisfacer el apetito sexual de los hombres en el tiempo de la bonanza algodonera.
La canción "El Turco Farid" de Los Hermanos Zuleta menciona a varios personajes que fueron parte de los parranderos de Codazzi y que se reunían en fiestas patronales y carnavales.
Héctor Bolaños Olmedo, hijo de Francisco Irenio "Chico" Bolaños Marshall, desempeñó un papel fundamental en la preservación y transmisión del folclor vallenato en Codazzi. Aunque nunca realizó una grabación oficial, su residencia se convirtió en un punto de encuentro para músicos y compositores que buscaban aprender de su vasta experiencia y conocimientos musicales.
Su legado perdura en la memoria histórica de nuestro municipio, siendo reconocido por su dedicación al arte y su influencia en generaciones de músicos que lo consideraban un referente. La falta de registros sonoros no disminuye la importancia de su contribución al folclor vallenato; al contrario, resalta la riqueza de la tradición oral y la transmisión directa de conocimientos entre generaciones.
Es esencial reconocer y valorar a figuras como Héctor Bolaños Olmedo, cuyo impacto en la cultura local trasciende la ausencia de grabaciones, y cuya influencia sigue viva en la música y las historias que se cuentan en Codazzi.
Luis Carlos Guerra Ávila
Tachi Guerra
Sobre el autor

Luis Carlos Guerra Ávila
Magiriaimo Literario
Luis Carlos "El tachi" Guerra Avila nació en Codazzi, Cesar, un 09-04-62. Escritor, compositor y poeta. Entre sus obras tiene dos producciones musicales: "Auténtico", comercial, y "Misa vallenata", cristiana. Un poemario: "Nadie sabe que soy poeta". Varios ensayos y crónicas: "Origen de la música de acordeón”, “El ultimo juglar”, y análisis literarios de Juancho Polo Valencia, Doña Petra, Hijo de José Camilo, Hígado encebollado, entre otros. Actualmente se dedica a defender el río Magiriamo en Codazzi, como presidente de la Fundación Somos Codazzi y reside en Valledupar (Cesar).
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