Música y folclor
La leyenda incompleta de Francisco El Hombre

Mucho se ha escrito y narrado sobre la muenda que le dio “Francisco el hombre” a Satanás. Algunos exageran y han dicho en su versión, que el personaje maligno hasta se postró de rodillas cuando su contrincante le respondió en una nota clara y sonora, con el credo al revés.
Pero nadie ha contado lo que les voy a contar -no sé si será para no deslucir al vencedor del diablo en esa ocasión o para destacar para siempre en el folclor al mal vencido por el bien-. Lo cierto fue, y así me lo contaron ancianos de la Guajira, que el vencido regresó después para tomar venganza de aquella humillación que le hizo Francisco en una noche sin luna y sin luceros, donde solo fueron testigos, el bujío con su canto enmudecido y los grillos silenciosos y expectantes.
Machobayo presenció aquel nuevo encuentro, todavía algunas personas enteradas por la tradición oral, sienten miedo cuando pasan por el sitio donde se efectuó aquel duelo, yo diría que no fue un duelo, fue la peor humillación que recibió el acordeonero símbolo de muchos festivales vallenatos de la región.
El desafiante entró al pueblo en un caballo negro de ojos brillantes, su piel estaba adornada de una espuma blanca producto de su sudor, también por su boca dejaba escapar espumarajos blancos como consecuencia de querer quitarse el freno, que era de plata. La presión que hacía su jinete con las riendas para controlarlo arqueaba su cuello y lo hacía más bizarro.
Su jinete llevaba un acordeón tornillo terciado que le caía al pecho y a todo el que se encontraba, le preguntaba por Francisco y remataba diciendo que le dijeran que lo esperaba en la plaza principal, para concluir un duelo pendiente, de este modo toda la gente del lugar se enteró y corrieron a decirle a Francisco. Éste, seguro de sí mismo y gozando de su fama, acudió a la cita.
Me esperas, increpó al desconocido, sin vacilación alguna, el hombre le respondió, te espero y te doy de ventajas la salida. Por primera vez Francisco sintió miedo, el hombre luciendo un sombrero alón que cubría sus orejas, nunca bajo su semblante.
La interpretación de Francisco fue aplaudida por sus paisanos, tocó todos los aires del Vallenato, en la puya la puerca mona hizo un espectáculo, con los bajos imitaba a la puerca y con los pitos a sus crías, esto enloqueció al público, que ya pretendían darlo de vencedor, pero el hombre habló fuerte y enérgico: “un momento, ahora vengo yo”.
La gente retrocedió y el desconocido empezó su actuación, interpretó todos los temas tocados por Francisco, pero con una nota más clara y sonante, cuando tocó la puerca mona, el chillar imitado de los lechoncitos retumbó en los oídos de los presentes y de Francisco, cuando con sus bajos imitó a la puerca amamantando a sus crías, fue tan perfecto, que entonces tanto Francisco como su público identificaron al personaje, de nada valió que Francisco tocara el credo al revés.
El hombre, debajo de las alas de su sombrero, ocultaba los tapones con que cubría a sus oídos para no escuchar nada. La gente aterrada por aquel suceso corrió despavorida y se refugió en la iglesia donde buscando la ayuda del padre Jofre, quien se presentó al sitio del encuentro regando agua bendita y así pudo rescatar a Francisco que temblaba de miedo, vencido y humillado en su propio patio y ante su misma gente, al reconocer a su antiguo rival.
Arnoldo Mestre Arzuaga
Sobre el autor

Arnoldo Mestre Arzuaga
La narrativa de Nondo
Arnoldo Mestre Arzuaga (Valledupar) es un abogado apasionado por la agricultura y la ganadería, pero también y sobre todo, un contador de historias que reflejan las costumbres, las tradiciones y los sucesos que muchos han olvidado y que otros ni siquiera conocieron. Ha publicado varias obras entre las que destacamos “Cuentos y Leyendas de mi valle”, “El hombre de las cachacas”, “El sastre innovador” y “Gracias a Cupertino”.
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