Música y folclor

La música del Bajo Magdalena

Álvaro Rojano Osorio

15/04/2025 - 05:55

 

La música del Bajo Magdalena
La cumbia es el aire folclórico de mayor importancia para amenizar las fiestas patronales del bajo Magdalena / Foto: archivo PanoramaCultural.com.co

 

La música ha estado ligada a quienes se han asentado a lo largo de esta arteria. Investigaciones históricas dejan ver que el caracol, utilizado para producir sonidos, fue un objeto valioso en el intercambio de bienes., cuando las familias aborígenes poblaban sus orillas. Desde los tiempos de la Colonia se menciona la existencia de tambores, sonajeros y flautas con los que interpretaban canciones caracterizadas como traídas por los diablos.

En la medida en que las riberas fueron poblándose, especialmente por mestizos, los ritmos y las maneras de bailar y cantar se combinaron y produjeron la música de esta región, proceso en el que el río Magdalena tuvo su impronta como ente moldeador de la cosmovisión de quienes nacieron y habitaron su entorno, y como vehículo para llevar a otros territorios sus cantos, el sonido de los instrumentos, las palmas y los versos.

Los Instrumentos

Los nuevos pobladores del río encontraron en los territorios cercanos la materia prima para fabricar los instrumentos. En el bosque seco hallaron el cardón para fabricar las flautas. Los pueblos indígenas malibúes celebraban con ellas sus rituales asociados con actividades productivas y ceremoniales, mientras que los mestizos echaban mano de ellas para amenizar sus fiestas. Se dice que en Tenerife Nicolás y Asunción Hernández cobraron notoriedad por su ágil interpretación y llamaban por decenas a los bailadores. Era tanto el disfrute que producían que la parafina chorreada por las velas quemadas dibujaba en la tierra el círculo de la rueda de baile.

De madera elaboraban el cuerpo de la tambora, el instrumento de percusión de doble parche que le da nombre a la expresión folclórica identitaria de las localidades en las cercanías. Cuatro géneros la conforman, tambora, guacherna, berroches y chandé, son el marco sonoro para el lucimiento de cantadoras como Agripina Echeverri, Venancia Barriosnuevo, Matilde Alvarado, Etelvina Maldonado y Martina Camargo.

Este tambor hace parte del grupo para interpretar la cumbia, la emblemática expresión musical del Caribe colombiano, cuyo origen es reclamado en Soledad, donde la han difundido Efraín Mejía, Diofante Jiménez, Gabriel Segura y Pedro “Ramayá” Beltrán, asumiendo que desde el siglo XIX hay vestigios de sus bailes y de músicos que la interpretaban; también la reclaman como suya en El Banco donde han elaborado un recio planteamiento sobre sus inicios, contando con la difusión de José Benito Barros y de importantes conocedores de este género musical.

La cumbia es el aire folclórico de mayor importancia para amenizar las fiestas patronales del bajo Magdalena, donde era usual escuchar toques en las flautas de millo de Santiago Ospino, Aurelio Fernández, José Eustasio Meza León, Fidias Domínguez y Mane Arrieta.

Los tambores llamador y alegre hacen parte de los conjuntos musicales con los que se interpretan los géneros musicales; uno de ellos el chandé, que con mucho brío cantó La Chula, es el fandango de lengua más importante en el brazo de Mompox, aquí Samuel Mármol, don Abundio, se encarga de mantenerlo vigente. El zambapalo es otro son con presencia en esta subregión extendiéndose hasta Tenerife y otras localidades río abajo, destacándose Maximio Charris, de Tapeigua, entre sus cantadores.

Los cantos que vigorizan la música

Con el son de pajarito se celebra navidad, la fiesta de reyes, y la de San Pedro y San Pablo, en el departamento del Magdalena, en Los montes de María, y en algunos municipios el Atlántico. El nombre de este género musical está relacionado con el canto de las aves que llenan de sonidos sus montañas, las orillas del río Magdalena, y las numerosas ciénagas, relación que se refleja en el baile, especialmente de los hombres, al mover los brazos semejando su vuelo. Sus versos han sido vocalizados por Carmen Cervantes, Rosendo Muñoz, Manuela Torres, Juana Garavito, Carmen Rodríguez, entre otros cantadores.

Este tambor también anima el rumbalé, como sucede en Palmar del Roble, donde, con su sonido, este instrumento irrumpe en el aire fiestero para darle paso a la cantadora: “Rumbalé, rumbalé/ coro: Sabanas de rumbalé/ Rata mala es Catalina/ coro: Ratona la bodeguera/ Ay, busca tu cueva ratona/ coro: Ratona la bodeguera. También es protagonista en la interpretación del son La vulgaria, en el delta del río Magdalena, género que, junto al son de pajarito y el bullerengue, sirvieron para que Rafael “El niño” Rudas y Carlos Martelo, crearan el ritmo que llamaron El jalaito.

En sus bosques encontraron los árboles para hacer los tambores; la palma de corozo para hacer la guacharaca, este idiófono está en todos los conjuntos musicales, incluyendo los que animan el baile de negro, el son de negro y el son de brujas, que en tiempos de carnaval se toman a Plato y Zambrano hasta Sitionuevo y Barranquilla, así como los pueblos del Canal del Dique; del fruto del totumo se completan las maracas, después de despojarlo de la pulpa, le introducen semillas secas, o pequeñas piedras, y un mango de madera.

A estos instrumentos se suman las palmas, para interpretar bullerengues y chalupas que identifican musicalmente al Canal del Dique. En el canto de estos aires se destacaron La niña Emilia, Marta Herrera, Estefanía Caicedo, Irene Martínez, Magín Díaz, Petrona Martínez, llamada la reina del bullerengue, premio Grammy Latino 2021 y, más reciente Lourdes Acosta y Lina Babilonia.

Totó la Momposina, interpreta temas cuyo marco musical son los géneros folclóricos pertenecientes al bajo Magdalena que han llegado lejos en grabaciones que la nominaron al Grammy Latino en 2002, en la categoría mejor álbum tropical, y ser merecedora, en 2006, de los premios Womex -The World Music Expo-, como mejor artista folclórica, y Nuestra Tierra, como personaje de la cultura en 2007.

Una de las más importantes cantautoras del río Magdalena, Estercita Forero, le cantó a esta arteria fundamental: En las noches de luna, cuando la brisa va retumbando. / Algún viejo canto como una gaita está suspirando/ Allá en las riberas se ven las luces de las hogueras/ y le suman ritos de con sabor de cumbia y de borrachera.

 

Álvaro Rojano Osorio

Sobre el autor

Álvaro Rojano Osorio

Álvaro Rojano Osorio

El telégrafo del río

Autor de  los libros “Municipio de Pedraza, aproximaciones historicas" (Barranquilla, 2002), “La Tambora viva, música de la depresion momposina” (Barranquilla, 2013), “La música del Bajo Magdalena, subregión río” (Barranquilla, 2017), libro ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el portafolio de estímulos 2017, “El río Magdalena y el Canal del Dique: poblamiento y desarrollo en el Bajo Magdalena” (Santa Marta, 2019), “Bandas de viento, fiestas, porros y orquestas en Bajo Magdalena” (Barranquilla, 2019), “Pedraza: fundación, poblamiento y vida cultural” (Santa Marta, 2021).

Coautor de los libros: “Cuentos de la Bahía dos” (Santa Marta, 2017). “Magdalena, territorio de paz” (Santa Marta 2018). Investigador y escritor del libro “El travestismo en el Caribe colombiano, danzas, disfraces y expresiones religiosas”, puiblicado por la editorial La Iguana Ciega de Barranquilla. Ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el Portafolio de Estímulos 2020 con la obra “Abel Antonio Villa, el padre del acordeón” (Santa Marta, 2021).

Ganador en 2021 del estímulo “Narraciones sobre el río Magdalena”, otorgado por el Ministerio de Cultura.

@o_rojano

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