Música y folclor
El consagrado universitario de las dos novias: “Cristina y Landys”

El talento musical de Emiliano Zuleta Díaz, conocido familiarmente como “Emilianito” para diferenciarlo de su padre, y, en particular, su capacidad para la composición, quedaron demostrados en 1968 cuando Alfredo Gutierrez le grabó los temas “Mis vacaciones” y “Landys”, que figuraron en el elepé “La cañaguatera”, lanzado a finales de ese año. En ese momento no existían conjuntos vallenatos de renombre, y Alfredo Gutiérrez, quien ya tenía una trayectoria de casi diez años en el panorama musical y, además, había sido el acordeonista y el cantante estrella de los “Corraleros de Majagual”, era el ídolo indiscutible para todos los amantes de la música vallenata. Con anterioridad había lanzado un fabuloso álbum de este género musical titulado “La cuñada”, en el cual algunos temas de su autoría, como “Cabellos largos”, “El caserío” y “Adórame”, eran los más escuchados y los que causaban más emoción a sus admiradores. Por otra parte, en ese momento, ya se había creado el departamento del Cesar y se había celebrado el primer Festival de la Leyenda Vallenata, y los compositores, acordeonistas y cantantes, comenzaban a darle una dimensión diferente a la música vallenata.
Cuando Alfredo Gutiérrez grabó los temas de Emilianito Zuleta Díaz en 1968, el país vivía un ambiente de tranquilidad espiritual, sobre todo, porque en agosto de ese año se había celebrado el Congreso Eucarístico Internacional, que había contado con la presencia del Papa Pablo VI, quien permaneció en Colombia algunos días y visitó varias ciudades. Además, el presidente Carlos Lleras Restrepo gozaba de una admiración absoluta por parte de los colombianos, y los cesarenses vivían felices porque el Gobierno central les había nombrado como primer gobernador al doctor Alfonso López Michelsen, un político bogotano, que tenía un vínculo familiar con Valledupar y, por supuesto, le gustaban las parrandas vallenatas. En ese momento, Emilianito Zuleta Díaz cursaba una carrera profesional en la Universidad de Tunja, y, como era lógico, solo tenía presencia en Valledupar durante las semanas de vacaciones. Como universitario que era, durante los meses de estudio, tenía su novia en Tunja, y cuando regresaba de vacaciones, tenía su novia en Valledupar. Estas dos mujeres, Cristina y Landys, fueron la fuente de inspiración para componer las dos letras, que figuraron al lado de otros éxitos perdurables, como “Te juro”, “Lupita”, “Papel quemado” y “La choza” de Alfredo Gutiérrez y “Ojos verdes”, un hermoso pasebol de Rubén Darío Salcedo.
“Mis vacaciones” es un bellísimo paseo lírico, magistralmente vocalizado por Alfredo Gutiérrez, donde el autor narra la alegría que siente cuando llega a Valledupar y la tristeza que lo embarga cuando tiene que regresar a Boyacá. Todo el ambiente lo recrea destacando el romance que mantiene con Cristina y en la narración acude a ella para confesarle la sinceridad de su amor. La estructura está organizada en ocho estrofas de cuatro versos eneasílabos con rima parcial alternada, las cuales son cantadas en pares. La parte inicial presenta la satisfacción que siente el universitario cuando regresa a Valledupar: “Que emoción siente Emilianito / cuando sale de vacaciones / corro a ver a mi cariñito / donde tengo mis emociones”. Y continúa: “Estos días los vivo pensando / y a veces me pongo a llorar / cuando pienso en Valledupar / donde tengo mi amor sagrado”. La segunda parte presenta la tristeza que le causa abandonar a Valledupar: “El que quiera sufrir guayabo / que se vaya a estudiar muy lejos / pa que vea lo que es el recuerdo / de un amor que no se ha olvidado”. Y concluye: Al pobre Emiliano le sucede / cuando se va pa Boyacá, / él no tiene quien lo consuele / su único remedio es llorar”. En esa época, Tunja era inmensamente fría, y todos los costeños que viajaban a estudiar a esa ciudad, lloraban de nostalgia.
La tercera parte narra la alegría que siente cuando regresa al Valle y se encuentra con su madre y la novia. Este es un sentimiento natural que sienten todos los universitarios cuando regresan a su pueblo: “Cuando yo voy llegando al Valle / me va llegando la alegría / porque voy a ver a mi madre / y a Cristina la novia mía”, Y continúa: “Quien se pudiera imaginar / esta gran desesperación / y que pudiera valorar / las tristezas de un gran dolor”. La parte final es una confesión sincera que le hace a la novia para garantizar y fortalecer el noviazgo: “Oye Cristi, ponme cuidado / te digo sin hipocresía / que los hombres también lloramos / pero nunca por cobardía”. Y sigue. “Tú sabes que te quiero mucho / y te llevo en mi pensamiento / y tú sabes que no te oculto / el dolor de mis sufrimientos”. Lo más agradable de esta canción es el juego de notas placenteras que le imprime Alfredo Gutiérrez. Por eso, en los tiempos de su juventud, logró superar en simpatía a los otros temas de la larga duración. Y en una oportunidad, el mismo “Rebelde del Acordeón” ante una pregunta que le formularon, respondió que “Mis vacaciones” era una de sus mejores canciones, sobre todo por la belleza de la digitación.
“Landys”, la otra celebérrima canción de Emilianito Zuleta Díaz, fue dedicada a una muchacha santandereana, también estudiante de la Universidad de Tunja y novia del autor. Desde siempre, la crítica especializada ha sostenido que “Landys” es una de las canciones más hermosas de Alfredo Gutiérrez, sobre todo, por el concierto de notas atractivas que presenta, el cual se manifiesta de una manera interminable. Su letra es corta y sólo presenta cuatro estrofas de seis versos de metros variados con rima alternada. La primera estrofa presenta la confesión: “Estoy enamorado de una muchachita / estoy enamorado yo no digo quién / sólo voy a hacer saber / que me gusta su boquita / sólo voy a hacer saber / que me gusta su boquita”. La segunda, realiza la descripción: “Yo quiero discriminar / como es esa muchachita / es de forma sin igual / parece una virgencita / es de forma sin igual/ parece una virgencita”. Aquí se parte la canción para darle entrada al concierto interminable de notas bellísimas, originales, innovadoras y cautivantes del acordeonista. La tercera estrofa confirma el amor: “Yo nunca había pensado que en tierra lejana / mi pobre corazón fuera tan afligido / pero esa santandereana / está acabando conmigo / pero esa santandereana / está acabando conmigo”. Y la última, expresa la belleza de la mujer: “El pobre de Emilianito / solo sufre sin razón, / sus ojos son tan bonitos / no tienen comparación”.
El recorrido musical de Emilianito Zuleta Díaz se afianza definitivamente en 1971 cuando funda con su hermano Alfonso, conocido con el hipocorístico de “Poncho” el conjunto de “Los Hermanos Zuleta”, el nombre que los identificó hasta el 2005, cuando se desintegró la agrupación. Durante ese tiempo alcanzaron a publicar 33 álbumes, en los cuales aparecen las canciones de su autoría que ha grabado en su larga trayectoria de acordeonista, y casi todas vocalizadas por su hermano. El primer trabajo discográfico, titulado “Mis preferidas”, lanzado ese año, incluyó dos temas de Emilianito: “La molestia”, un paseo donde narra que le entregó todo su cariño a una mujer que no le correspondió en el amor y esto le causó una molestia de dolor, y “La experiencia”, un bellísimo merengue donde confiesa que de todas las novias que ha tenido, hubo una que era muy buena y él no la supo apreciar, por eso la lleva en el recuerdo, y este noviazgo le dejó una experiencia que le servirá para el futuro. Ese mismo año Los Hermanos López con Jorge Oñate le grabaron el tema “Gallo viejo” que fue incluido en el álbum “Lo último en vallenato”, el primer trabajo discográfico de esa agrupación.
La antología de composiciones emilianenses continúa con el paseo “Estudiante acordeonero”, incluido en el álbum “La diosa coronada”, lanzado por Alfredo Gutiérrez en 1972. El elepé incluyó once temas, entre los cuales sobresalieron “Tiempos de cometa” de Freddy Molina y el paseo de Emilianito Zuleta. Esta canción, de tono autobiográfico, es una crítica que hace el autor a todas las personas que, en aquella época, hablaban mal de los acordeonistas. Es una composición perfecta, que se estructura en tres estrofas de diez versos de 13 y 14 sílabas con rima generalmente alternada y un coro de metro octosilábico. En ella, Emilianito demuestra su gran capacidad para la composición y la maestría en el manejo de los versos mayores. La primera estrofa expresa claramente la posición ideológica del autor con respecto a los comentarios callejeros: “Por qué será que todo aquel que tiene el don / de hacer un canto producto de su cabeza / o todo aquél que sabe tocar acordeón / se le critica que es un tipo sinvergüenza. / Sinceramente no comparto este concepto / con las personas que me quieran ofender, / más sin embargo yo me siento satisfecho / soy parrandero y un estudiante también. / Y nadie niegue que siempre he sido correcto / que es lo importante que un hombre debe tener”.
Tras una entrada de notas embrujantes, sigue la segunda estrofa donde el autor manifiesta sus puntos de vista, anima a los amigos acordeonistas y sigue defendiendo su posición: “A mis colegas no debe mortificarles / si por el caso los llegaren a humillar / también podemos ser personas responsables / y hombres decentes dentro de la sociedad / yo sí les digo en forma muy particular / vivo orgulloso de saber tocar acordeón / también aspiro a ser un profesional / para servirle con orgullo a la Nación./ Así que entonces no me deben criticar / porque parecen que no tienen la razón”. Sigue el coro, donde también hace una clara defensa de sus dos actividades: enamorado y cantante: “Yo soy un acordeonero / un estudiante también / pa’ el amor soy de los buenos / para los libros también”. En la última estrofa defiende el folclor y el aporte de los compositores: “Toda persona que hace una composición / es un aporte que le hace a la sociedad, / al mismo tiempo enriquece nuestro folclor / y es lo que no quiere entender la Humanidad. / Por eso nunca yo dejaré de tocar / así les digo a toditos mis compañeros / y siempre y cuando tenga la oportunidad / yo me divierto con todos los parranderos, / aunque me digan que soy un acordeonero / no crean señores que me van a acomplejar”. Para cerrar, nuevamente se repiten los versos del coro.
A partir de 1973, siguen los temas grabados por Poncho: “La herencia”, un paseo donde se refiere a la herencia que le dejó su progenitor, incluido en el álbum “Mi canto sentimental” lanzado en 1973, “El turco Farid”, un magnífico merengue dedicado a una parranda en Codazzi, que figuró en el elepé “Rio Seco” de 1974, “Gloria de mi alma”, un hermoso paseo romántico consagrado a una dama barranquillera, que apareció en el long play “El reencuentro”, publicado en 1975, “No bebo más”, un fabuloso paseo subjetivo donde cuenta que ya no bebe porque está destinado al trabajo, incluido en álbum “Ídolos” de 1976, La Virgen del Carmen”, un merengue festivo prodigado a la fiesta que se celebra en nombre de esta Virgen, que figuró en el elepé “Tierra de Cantores” de 1978, “Mi hermano y yo”, un fabuloso paseo honrando a su hermano “Poncho”, incluido en long play “Pa’ toda la vida” de 1980, “A un colega”, un paseo sentimental dedicado a Colacho Mendoza, que apareció en álbum “Volumen 15” de 1981,”Como será”, un paseo lírico, donde manifiesta que tiene una pena amorosa que lo está matando, y “El monte de la rosa”, un merengue costumbrista, que figuraron en el elepé “El Vallenato Nobel” de 1983, y “Sorayita”, un paseo romántico, cortejando a una dama del mismo nombre, incluido en long play “039 se la llevó” de 1984.
En 1985, Emiliano Zuleta Díaz participa en el concurso de la Canción Inédita del Festival Vallenato con el paseo “Mi acordeón”, firmado con el seudónimo “El Gago de Oro”. El jurado calificador, integrado por Fernando Meneses Romero, Rita Fernández Padilla y Rosendo Romero Ospino, no vaciló en considerar la canción de Emilianito como la mejor entre las quince participantes. Ese mismo año la canción fue grabada en un álbum titulado “Mi acordeón” y apareció acompañada de otros temas exitosos, como “Y yo solo” de Marcos Díaz, “Bebiendo yo” de Hernando Marín, “Compañera de mi vida” de Roberto Calderón Cujia e “Ilusión parrandera”, también de Emiliano Zuleta Díaz. El tema del paseo es una apología al acordeón, que destaca las virtudes de este fabuloso instrumento musical. Es una canción extensa, estructurada en varias estrofas de diferentes versos y diferentes medidas. La parte inicial presenta la inspiración: “Yo tenía un tema en mi pensamiento / para hacer una composición / pa’ dedicársela a mi acordeón / que está conmigo en todo momento”. El primer coro evoca al “Negro” grande del acordeón: “Así como Alejo Durán / hizo una bonita canción / a su pedazo de acordeón / para hacer el primer festival”.
Después del galardón obtenido con la canción inédita, siguieron los siguientes éxitos: “Pobre yo”, un paseo romántico donde manifiesta que está sufriendo por una mujer, incluido en el álbum “Los mejores años” lanzado en 1987, “El retiro”, un tema destinado a comentar su retiro temporal de la música, que apareció en el elepé “El Zuletazo” publicado en 1992, “Mañanita de Invierno”, una hermosa canción romántica, llena de recuerdos, dedicada a una mujer, publicada el álbum del mismo nombre lanzado en 1993, “Tardes de verano”, un tema que describe un recorrido por varios lugares de la Costa en una tarde soleada, incluida en el long play también del mismo nombre grabado en 1995, “Indira”, un bellísimo paseo romántico prodigado a una dama del mismo nombre, que figuró en elepé “Hermanos Zuleta 95” publicado en 1994, “Sanjuanera”, un paseo lírico, lleno de nostalgia, dedicado a una mujer de San Juan, que apareció en long play “El Girasol” proclamado en 1995 y, por último, “Amor escondido”, un merengue lírico donde habla los placeres que producen tener un amor secreto, incluido en el álbum “Siempre Vallenato” publicado en 1996.
Deseoso de triunfar otra vez, Emilianito Zuleta Díaz se inscribe nuevamente en el concurso de la Canción Inédita del Festival de la Leyenda Vallenata de 1997, año en que también se celebraba el concurso “Rey de Reyes”. Participa con el tema “Mi pobre Valle”, firmado directamente con su nombre. Los miembros del jurado, Juan Piña Valderrama, Adolfo Pacheco Anillo y José “Chelo” de Castro, terminaron premiando el paseo del compositor villanuevero. A Los pocos meses la canción apareció en el álbum “Nobleza y Folclor”, acompañada de otros temas recordados, como: “No me duele recordarte” de José A. “Chiche” Maestre, “Sentimental” de Roberto Calderón, “La de los ojos negros” de Luis Egurrola y “Nobleza y Folclor”, la canción que le dio el título al long play, de Poncho Zuleta. “Mi pobre valle” es un paseo nostálgico, estructurado en varias estrofas de versos mayores, dedicado a la vida y trascendencia de Valledupar. Su primer apartado expresa: “Yo no quisiera ver mi vida en peligro / porque no quiero morirme todavía / pero al tratarse de mi Valle querido / con mucho gusto hasta mi vida daría”. Y el coro canta: “Si yo pudiera sacrificar mis manos / lo único que yo tengo / ay! para poder vivir / Y ver algún día mi valle transformado / colmado de esperanza y un lindo porvenir”
En el elepé “La Trampa”, lanzado en 1998, apareció el tema “Aquella carta”, un tema romántico que se refiere a una carta “llena de rabia y de picardía” que le envió una mujer. En el 2001, Emilianito Zuleta Díaz ilumina su prestigio en la música vallenata con el tema “La sangre llama”, un paseo que le dio el título al cedé lanzado ese año. Esta canción, desde un comienzo, se convirtió en el éxito apetecido del trabajo discográfico. Su tema se refiere a la profunda fraternidad que lo une a su hermano Poncho, al tiempo que le hace algunas críticas sobre el reparto de los dineros que reciben en sus presentaciones. La primera estrofa se refiere a un posible pleito que tuvieron, pero que ya está olvidado: “A veces quedan doliendo / heridas que están cerradas / y aunque estén cicatrizadas / por dentro siguen ardiendo”. Más adelante expresa: “La herida que me mataba / la ausencia de mi hermanito / él por un lado solito / y yo lo necesitaba”. Y sigue la estrofa crítica: “Ese es el hermano que más quiero yo / pero toda la vida me querido fregar / menos mal que me juró / que no me engañaba más”. Y más adelante sigue el tema que origina el título de la canción: “Nos criamos juntico, hermanito del alma / a veces contento y por cualquier bobada, furiosos también, / entonces me busca, o lo busco yo a él / por qué? Porque la sangre llama”.
En el mismo álbum de “La sangre llama” fue incluido, sin numeración, una versión de esta composición, vocalizada en forma alternada por Emilianito y Poncho, que en su época gozó de mucha acogida y era bastante escuchada, sobre todo, porque casi toda la fanaticada vallenata desconocía la voz del acordeonista, y su tono bastante grave resultó atractivo. Otros títulos exitosos de este cedé fueron: “La colina” de Diomedes Díaz, “Morenita del Sinú” de Lisandro Meza, “Sólo un paso” de Omar Geles, “Dime por quien lloras” de Náfer Durán y “Búscate otra” de Poncho Cotes Jr. En el 2002, apareció el tema “Por qué”, un paseo lírico con un título interrogativo para cuestionar la actitud indiferente de una mujer que no le para bolas, incluido en el cedé “Cantaré” lanzado ese año. Después figuró el paseo “El turpial herido”, un título metafórico para referirse a la imposibilidad que tiene el hermano Poncho para cantar, ocasionada por un accidente inesperado, incluido en el álbum “Por siempre” de 2003. Y, finalmente, grabó el tema “Mis muchachitos”, un paseo sentimental, dedicado a sus hijos, que apareció en el cedé “Cien días de Bohemia” publicado en el 2005.
Emiliano Alcides Zuleta Díaz, nació en Villanueva, departamento de La Guajira, el 28 de diciembre de 1944, justamente el día que se celebran los Santos Inocentes en todo el país. Como sabemos de sobra, esta población ha sido pródiga en talentos musicales, razón que motivó a sus habitantes a crear a mediados de los años setenta el “Festival Cuna de Acordeones”, que se celebra anualmente en el mes de septiembre. Su infancia y juventud las recreó al lado de sus cinco hermanos y bajo la tutela musical de su padre Emiliano Antonio Zuleta Baquero y el régimen inquebrantable de su progenitora, la señora Pureza del Carmen Díaz Daza. Siendo muy niño sintió una pasión desbordante por el acordeón, la cual era incentivada por el ejemplo de su padre y sus tíos, quienes ya gozaban de una reconocida fama en la región. Esta influencia también la recibieron sus hermanos, Alfonso, Héctor y Mario, quienes resultaron excelentes compositores y cantantes. Desde un comienzo, Emilianito se dio cuenta de que el canto no era su virtud, que su talento se identificaba con el acordeón y por eso se entregó con todo el entusiasmo a perfeccionarse en el manejo del teclado.
A comienzos de los años sesenta, la familia Zuleta Díaz se trasladó a Valledupar, pues “los viejos”, como les decían los hijos, estaban deseosos de educar a sus muchachos para convertirlos en profesionales. Enseguida, Emilianito inició el bachillerato en el Colegio Loperena de esta ciudad, donde cursó los primeros años y cultivó muchas amistades, también, amantes de la música. Para esa época ya dominaba el acordeón y se divertía tocando en parrandas callejeras junto con su hermano Poncho, algunos años menor que él, quien lo acompañaba con el canto y otras veces con la caja o con la guacharaca. También participaban en las actividades culturales del colegio, y la fama de buen acordeonista comenzó a regarse por toda la ciudad. En 1964, faltándole dos años para culminar el bachillerato, Emilianito ganó una beca estudiantil, concedida por el Ministerio de Educación, para seguir los estudios en el prestigioso Colegio de Boyacá de Santiago de Tunja. No tuvo más remedio que dejar a su Valledupar querido y trasladarse a esa fría y nostálgica ciudad, ubicada en un altiplano montañoso a pocos kilómetros del histórico puente sobre el río Teatinos, donde el 7 de agosto de 1819 se libró la famosa Batalla de Boyacá, que consiguió la independencia definitiva de la Corona Española.
Pero, para Tunja, Emilianito no viajó solo. Se llevó a Poncho, quien también continuó el bachillerato en esa ciudad. Allí organizaron el conjunto y muy pronto se dieron a conocer en el ambiente estudiantil, sobre todo, en la colonia costeña que se educaba en la muy prestigiosa universidad tunjana. Y fue una hazaña extraordinaria, porque, hoy podemos afirmar, con toda la certeza, que los Zuleta fueron los primeros encargados de promocionar el vallenato en aquella ciudad, vetusta y seudoaristocrática, acostumbrada a escuchar solamente bambucos, pasillos, guabinas y torbellinos. Apenas culminó el bachillerato, y animado por la colonia costeña, que era numerosa y lo conocía por su fama musical, Emilianito comenzó la carrera de agronomía, una facultad que estaba recién creada en la universidad boyacense. En sus claustros alcanzó a estudiar varios semestres y también conoció a Landys Peñaranda, una hermosa universitaria, natural de Bucaramanga y estudiante de sicopedagogía, de quien se enamoró perdidamente. Fueron unos años fructíferos, recreados con el estudio, las parrandas costeñas, las composiciones vallenatas y los recuerdos de Valledupar. A propósito, cuando el autor de esta crónica llegó a la Universidad de Tunja en 1972, el nombre de los Zuleta estaba vivo y era bastante recordado en el ambiente universitario.
Sin embargo, en los proyectos de Emilianito Zuleta no mantenían prelación los claustros académicos, porque ya tenía bien definido su amor por el arte musical. Entonces abandona a Tunja, la ciudad de sus amores, y se traslada a la Capital de la República con el ligero interés de estudiar otra carrera profesional, conseguir un trabajo productivo y dedicarse de lleno a sus intereses emocionales. Corría el año 1969 y Valledupar se preparaba para celebrar el segundo Festival de la Leyenda Vallenata, del 27 al 30 de abril, y ese año se había establecido la “categoría aficionado”. Emilianito se prepara y decide presentarse en esta modalidad y obtiene el primer puesto, derrotando en la contienda a Miguel López Gutiérrez y Florentino Montero. Este triunfo le abrió las puertas para alcanzar la categoría profesional al año siguiente, e inmediatamente inició la preparación. Pero, no sucedió así: en 1970, dispuesto a llevarse la corona, participó en esta modalidad, con el acompañamiento de Jorge Oñate en la vocalización, y tan sólo obtuvo el tercer lugar. Fue superado por Calixto Ochoa Campos, quien se coronó rey, y Náfer Durán Díaz, quien ocupó el segundo puesto.
Desanimado con esta derrota, Emilianito decide no volver a presentarse en otro festival. Se dedica entonces a organizar su conjunto, en compañía de “Poncho”, su hermano del alma, quien para esa época ya es reconocido por el portento de su voz y ostenta el calificativo de “El pulmón de Oro”. Ese mismo año, graban su primer elepé, “Mis preferidas”, el cual fue un éxito rotundo. Desde entonces permanecieron juntos hasta el 2005, y alcanzaron a grabar más de 500 canciones, distribuidas en 33 álbumes de la agrupación y otros en la serie “Fiesta vallenata”, que lanzaba anualmente la disquera CBS. Hoy, la fanaticada zuletista, como suelen denominarse sus seguidores, recuerdan con nostalgia, los títulos de muchos long plays que fueron verdaderos acontecimientos en el momento de su publicación. Entre ellos se destacan “La cita”, “Mi canto sentimental”, “Río crecido”, “Río seco”, “El reencuentro”, “Los maestros”, “Ídolos”, “Dos estrellas”, “Tierra de cantores”, “Volumen 12”, “Dinastía y folclor”, “Pa’ toda la vida”, “Por ella”, “El Vallenato Nobel”, y muchos más que quedaron guardados y permanecen con una lucidez inalterable en la memoria de sus muchos y muchísimos admiradores.
Y, aunque hace varios años de que Emilianito no graba con Poncho, quien ha sido su llave magistral durante más de cuatro décadas, éste no se ha apartado de la pasión de su vida y sigue dedicado a la composición y a la producción fonográfica, brindando, como se dice en el medio vallenato, “música a la carta”. Además, desde siempre, el genial acordeonista villanuevero ha demostrado que tiene la virtud de acoplarse perfectamente a cualquier cantante. Recordemos, por ejemplo, que en 1975 grabó el álbum “La parranda y la mujer” con Jorge Oñate, que incluyó doce temas antológicos, en el 2000 lanzó el cedé “Canto y acordeón” con Beto Zabaleta, también fabuloso, y en el 2008, realizó un trabajo discográfico con Peter Manjarrés, que tuvo bastante acogida en la fanaticada. En el 2010, junto con la cantante sahagunense Liliana Geney Oyola, quien vocaliza todas las composiciones, lanzó el álbum “Un sueño…una Dinastía”, un trabajo fantástico que presenta nuevos arreglos de quince canciones antológicas, entre las cuales figuran “Camino largo”, “Tierra de cantores”, “Las bodas de plata”, “El cordobés” y dos temas de su autoría: “Tardes de verano” y “Mis muchachitos”.
Y para seguir con la tradición y mantener incólume el prestigio de la dinastía familiar, más recientemente Emilianito ha realizado algunos trabajos musicales con Cristóbal “Toba” Zuleta, su primo hermano, quien es un excelente vocalista. Con él lanzó el álbum “Palabras de honor”, en el cual figuran dos temas de su autoría: “Regresa a mi vida” y “Un Grammy latino”, este último vocalizado por él mismo. Sus primeras estrofas cantan: “Desde el cielo bajó una estrella / un trofeo para mí muy sublime / y para mi país luna llena”. Y sigue: “El folclor se lució como siempre / mi país se llenó de esperanza / y en el mundo se escucha y se siente. / Este Grammy latino / no es de Poncho ni es mío / él no es de Carmen Díaz / ni del viejo Emiliano / es para mi país / mi país colombiano / es para mi país / mi país colombiano”. Y continúa: “Qué momento… tan bonito ese / qué ratico tan alegre y tan sufrido / en seguida se me vino a la cabeza / los recuerdos de mis padres / mis viejitos tan queridos. / Menos mal que estaba al lado de mi hijo / en el momento más sublime / que en mi vida yo he tenido. / Menos mal que estaba al lado de mi hijo / en el momento más sublime/ que en mi vida yo he tenido”.
La última inspiración poético-musical de Emilianito es un hermoso paseo dedicado a María Andrea, una “bogotana linda” que fue grabado en el 2010 también con su primo Toba Zuleta, quien, vocalizando este tema, maneja una voz muy parecida a la de Poncho. En esta canción, el autor deja ver claramente sus grandes dotes de galante y enamorado. La canción se estructura en varias estrofas de versos desiguales con una escasa rima parcial. Las estrofas iniciales presentan una clara declaración de amor: “Cuando el alma llora / sufre de tristeza / y hasta el corazón se resiente. / Así estoy yo ahora / ay! mi bogotana / con las ansias locas de verte. / Y hasta la razón me traiciona/ que siento cerquita la muerte. / Y hasta la razón me traiciona/ que siento cerquita la muerte”. Y continúa: “Porque yo sin ti/ porque yo sin ti/ mi vida no tiene ningún sentido/ y es que soy feliz/ y es que soy feliz/ estando contigo/ porque yo sin ti no puedo vivir. / A mí no me importa que me digan/ que me estoy muriendo es por ti. / A mí no me importa que me digan/ que me estoy muriendo es por ti”.
El 28 de diciembre de 2008, cuando Emilianito coronó los 64 años de existencia, sus amigos entrañables Alicia Muñoz y Wilfredo Rosales le hicieron entrega de un regalo extraordinario: dos álbumes que contienen las 40 composiciones más significativas del artista, grabadas en orden cronológico, incluyendo las vocalizadas por los cantantes, aparte de Poncho, que han interpretados sus canciones. El obsequio fue bien recibido, no solo por el cumplimentado, sino por los miles de amigos y seguidores que son amantes de sus composiciones, y esta selección sirvió para demostrar, una vez más, que la música de los Zuleta sigue vigente y se mantiene como en “los mejores años”. Sin embargo, a pesar de su distanciamiento con Poncho, su hermanito del alma, en Valledupar, en Barranquilla, en Sincelejo, en Riohacha y en todas las ciudades y pueblos de la Costa, sus muchísimos admiradores, su inmensa fanaticada, no pierden la esperanza de volver a disfrutar en cualquier momento de un nuevo álbum lanzado por “Los Hermanos Zuleta”. Por lo pronto, se conforman oyendo los temas preferidos y más recordados de su profuso repertorio, que, como ya dijimos, sobrepasa las quinientas canciones.
Eddie José Daniels García
Sobre el autor

Eddie José Dániels García
Reflejos cotidianos
Eddie José Daniels García, Talaigua, Bolívar. Licenciado en Español y Literatura, UPTC, Tunja, Docente del Simón Araújo, Sincelejo y Catedrático, ensayista e Investigador universitario. Cultiva y ejerce pedagogía en la poesía clásica española, la historia de Colombia y regional, la pureza del lenguaje; es columnista, prologuista, conferencista y habitual líder en debates y charlas didácticas sobre la Literatura en la prensa, revistas y encuentros literarios y culturales en toda la Costa del caribe colombiano. Los escritos de Dániels García llaman la atención por la abundancia de hechos y apuntes históricos, políticos y literarios que plantea, sin complejidades innecesarias en su lenguaje claro y didáctico bien reconocido por la crítica estilística costeña, por su esencialidad en la acción y en la descripción de una humanidad y ambiente que destaca la propia vida regional.
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