Música y folclor

Abel Antonio Villa, el negro fino

Álvaro Rojano Osorio

12/06/2025 - 06:15

 

Abel Antonio Villa, el negro fino
El cantautor Abel Antonio Villa / Foto: créditos a su autor

 

Antes, el vallenato era una crítica, era un periódico, cantar en cantos lo que a usted le pasaba, lo que pasaba al otro, eso era lo que uno hacía.  La frase es de Alejandro Durán, y la cito para destacar que en ese cantar en cantos no estuvo por fuera la exacerbación de lo racial con fines discriminatorios. 

En efecto, el lenguaje utilizado para desarrollar este tipo de discurso es evidente en canciones que han hecho historia en este género musical; en ellas se destacan las diferencias físicas, el color de la piel, entre otros argumentos discriminatorios.

Un vehículo efectivo para promover esta apología han sido  las confrontaciones musicales, y uno de los mayores argumentos utilizados es el señalamiento de negro como forma de desacreditar al contendor.

Sin embargo, el negro, como característica del color de piel, ha sido moldeado por la sociedad para hacer una clasificación acorde con las circunstancias económicas y sociales de quien es llamado de esa manera; de ahí que exista el negro fino o con clase y el maluco sin posición social.

Lo de negro fino se da en canciones de autoelogios, como, por ejemplo, sucede en la que el compositor Poncho Cotes Junior dice: Yo soy tu negro, yo soy tu mango. Como la de Calixto Ochoa, en la que se caracteriza como negrito pero gracioso.

Mientras que lo de negro, negro maldito o negro maluco es recurrente en canciones en las que el compositor hace de esta característica física un argumento prejuicioso. Sucedió con Abel Antonio, quien fue representado como negro y maluco por José Benito Barros, en el porro Negro Maluco, grabado por Los Trovadores de Barú en 1952.

Pa’ que sepa que yo soy de El Banco.

Abelito, Antonio, ten cuidado (bis).

Oye mi paseo, pa’ que cojas escarmiento.

Eso yo lo digo pa’ que tú lo sepas.

Que negro maluco no puede con mi talento.

El compositor José Benito Barros, indagado por Julio Oñate sobre las razones que lo llevaron a componer esa canción, señaló: “Esa, los amores de Zoila”. Me fascinó tanto esa canción que yo no conocía ni tenía idea de quién era Abel Antonio Villa. Entonces yo en Bogotá pensé: "Voy a hacer una canción a Abel Antonio Vila a ver con qué me sale, con qué me va a contestar"; y le hice El negro maluco, sin conocerlo”. “Y resulta que no era maluco, sino un negro bonito”. Un negro simpático, dice Oñate, por lo que el entrevistado respondió: “Si es simpático, ahora póngase a pensar hace cuarenta años”. 

Luis Enrique Martínez también echa mano del racimo al cantarle a Abel Antonio: Adonde quiero que llegosiempre me pongo a tocarse me presenta un perro negrocon ganas de ladrar. En otra canción le dice: Ese negro maluco no puede tocar conmigo.

El cantante del conjunto musical Los Vallenatos del Magdalena, Roberto Román, compuso e interpretó, entre 1952 y 1955, una canción que tituló: Los cuatro ases de basto, buscando generar una piquería con Luis Enrique Martínez, Alejandro Duran, Abel Antonio Villa y José María Peñaranda, al compararlos con estas cartas del juego de naipes.

Pero, además de hacer este tipo de comparación, dice que: Abel Antonio y Alejo Durán, ay, son un par de negativos. Lo de negativo es una comparación entre las características étnicas de los acordeonistas con el color de los rollos de las cámaras fotográficas.  No conforme con este tipo de señalamiento discriminatorio, dice, a manera de saludo: Óyelo, gorila con lentes, en alusión a Abel Antonio.

Abel Antonio tampoco fue ajeno a la utilización del discurso racista y descalificador al componerle una canción a Pacho Rada en la que lo llama negro chabacano.

Abel Antonio Villa, el negro fino

Abel Antonio, frente a la intención racial insultante de llamarlo negro, creó un discurso compuesto por dos argumentos: El primero fue autodenominarse negro, lo que encontramos en varios versos y dos canciones de su autoría, una de ellas fue El Negro Maluco.  

¡Ay, hombre, que soy negro!

Pero no negro maluco.

¡Ay, me casé por gusto!

Pero no por gusto ajeno.

Lo hace para desmitificar el contenido de esa palabra y su contenido racial, pues al apropiarse de la misma, llamándose así, neutraliza el contenido insultante y la convierte en una forma de afirmarse y reconocerse.

Que me pegue primero.

Si me quiere regatear.

Soy Abel Antonio, el negro.

El que tiene la facultad.

También lo hace en versos en respuesta a lo que había cantado Luis Enrique Martínez, cuando lo llamó perro negro. Hay un zorro vallenato que vive en la montaña/ Él se las tira de guapo y cuando me ve se calla/ Él me anda haciendo aparato y el negro lo persigue/ El zorro vallenato llama Enrique Martínez/ Viene el zorro mono, no le tengo miedo.

Pero no solo la utilizó en sus canciones; hizo poner dos leyendas en los vidrios delantero y trasero de un automotor de su propiedad, que decían: “Ahí viene el negro molesano”, “Ahí va el negro molesano”.

Según Abel García Villa, lo de negro lo utilizaba hasta para destapar una botella de ron y que, incluso, tuvo un perro al que llamó el negro Abelito.

El segundo argumento fue considerarse negro finome dirán que soy negro, pero no maluco. Se consideraba como tal al describirse como de labios delgados y orejas grandes, además por sus maneras de relacionarse, la forma de vestir.

Su amigo y paisano Eloy Zabaleta lo describe como: Un negro inteligente, un negro muy pujante. Se vestía tres veces al día y se ponía zapatos que le combinaban con la ropa.

Por su parte, Alcides Yances manifestaba: Yo no sé qué hacía él, pero siempre andaba bien vestido. Cuando le cambió la vida económicamente, andaba acá en Pivijay en bermuda blanca, zapatos finos y camisa blanca, además de un bastón, con olor a María Farina.

Otra manera de ser un negro fino era la manera de entender su papel protagónico en la música vallenata. Un perfil de su papel lo hizo José Domingo Pino, quien compartió con el acordeonista por casi diez años.

-Abel Antonio era un tipo ególatra; para él no existía nadie mejor que él. Escuche la canción Ana María, en la que dice: Atézate, viejo Villa, que para ti no hay contendor. Él era engreído, tanto que tenía una frase que utilizaba mucho al hablar. Yo soy el pez que pica y jala como la dorada —que es un pescado del río Magdalena.

Al final de su vida musical grabó el tema Blanco y negro en el que dice que, si sus padres fueran blancos, él hubiera nacido mono, “pero como eran negros, yo nací negrito”. Además, señala que, si lo querían blanco, que le untaran blanco de zinc, producto químico que ha sido utilizado por años para lustrar los zapatos de tela color blanco.

 

Álvaro de Jesús Rojano Osorio

Sobre el autor

Álvaro Rojano Osorio

Álvaro Rojano Osorio

El telégrafo del río

Autor de  los libros “Municipio de Pedraza, aproximaciones historicas" (Barranquilla, 2002), “La Tambora viva, música de la depresion momposina” (Barranquilla, 2013), “La música del Bajo Magdalena, subregión río” (Barranquilla, 2017), libro ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el portafolio de estímulos 2017, “El río Magdalena y el Canal del Dique: poblamiento y desarrollo en el Bajo Magdalena” (Santa Marta, 2019), “Bandas de viento, fiestas, porros y orquestas en Bajo Magdalena” (Barranquilla, 2019), “Pedraza: fundación, poblamiento y vida cultural” (Santa Marta, 2021).

Coautor de los libros: “Cuentos de la Bahía dos” (Santa Marta, 2017). “Magdalena, territorio de paz” (Santa Marta 2018). Investigador y escritor del libro “El travestismo en el Caribe colombiano, danzas, disfraces y expresiones religiosas”, puiblicado por la editorial La Iguana Ciega de Barranquilla. Ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el Portafolio de Estímulos 2020 con la obra “Abel Antonio Villa, el padre del acordeón” (Santa Marta, 2021).

Ganador en 2021 del estímulo “Narraciones sobre el río Magdalena”, otorgado por el Ministerio de Cultura.

@o_rojano

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