Música y folclor

Javier Díaz Daza: un compositor con alma sentimental

Ramiro Elías Álvarez Mercado

02/09/2025 - 06:35

 

Javier Díaz Daza: un compositor con alma sentimental
Javier Díaz Daza: un compositor apasionado / Foto: créditos a su autor

 

"La música es el reflejo de los sentimientos de quien la compone": Wolfgang Amadeus Mozart (compositor austriaco).

Cada obra musical tiene detrás una historia, ya sean vivencias personales o ajenas, arte o sucesos, siempre hay algo que permite ligar una canción a un contexto determinado. Los autores utilizan la música como medio de expresión en razón a que con ella pueden transmitir sentimientos universales que son recibidos por los oyentes. En el vallenato, existen compositores cuya obra refleja profundamente sus emociones, como es el caso de Javier Díaz Daza.

Nacido en el municipio de El Molino, un martes 27 de abril de 1965, en el sur del departamento de La Guajira, al noreste de Colombia, Javier es hijo de Néstor Pedro Díaz Morales y Ruby Esther Daza Zubiría. Según cuentan, llegó a este mundo en una casita de barro y palma: humilde, pero con mucho calor humano. Nació en una familia de molineros dedicados a las tareas del campo y la agricultura, con una marcada influencia de la música de bandas, guitarras y acordeones. Esta vena musical fue heredada de su padre, un destacado intérprete del tiple y la guitarra, así como de otros parientes como Juan Díaz (clarinetista), Benedito Díaz (cantante), Francisco "Chico" Díaz (cantante y compositor) y Tadeo Morales (acordeonista), entre otros.

A los pocos meses de nacido, su abuela materna, Marcelina Daza, lo llevó junto a su madre a la población de Manaure, conocida como "El Balcón del Cesar", un pueblo muy hermoso, rodeado de paisajes naturales y riqueza agropecuaria. Allí vivió hasta los cinco años, para luego trasladarse a Valledupar donde el pequeño Javier comenzó a tener contacto directo con la música vallenata. En la "Capital Mundial del Vallenato" ya se escuchaban en su esplendor las canciones de los juglares: Alejandro Durán, Calixto Ochoa, Abel Antonio Villa, Nicolás "Colacho" Mendoza, Alfredo Gutiérrez, Juancho Polo, entre otras estrellas de este firmamento musical.

A medida que crecía y empezaba a presenciar parrandas y festivales, trepado en el árbol de mango de la mítica plaza Alfonso López en Valledupar, su oído se fue agudizando. Prestaba cada vez más atención a las interpretaciones de esos maestros que convergían en ese tipo de escenarios naturales. Las melodías que salían de los acordeones, guitarras, cajas y guacharacas eran un deleite para este inquieto muchacho que desde ese momento soñó con crear canciones para alegrar no solo su vida, sino también la de los demás.

Durante su infancia y adolescencia, además de Manaure y Valledupar, Díaz Daza vivió en otros lugares como San Juan del Cesar y Maicao. Finalmente, a los 15 años, regresó a El Molino para conocer a su padre y hermanos. Para entonces, ya tenía un cuaderno lleno de versos que más tarde se convirtieron en sus primeras canciones. Aprendió a tocar la guitarra lo que complementó su inclinación musical. Este instrumento se convirtió en su compañero de viaje, amigo y confidente. Es su extensión, su voz, su alma. Unidos por cuerdas y sentimientos, la guitarra y él crean una sinfonía de emociones.

Entre la Sierra y el Valle de los Santos Reyes nacieron sus primeras canciones, que le cantaban a sus primeras conquistas amorosas y a la naturaleza, de una manera profundamente sentimental.

El hecho de haber vivido en diferentes lugares enriqueció su influencia musical, pues la exposición a diversos ambientes, estilos de vida y culturas fue fundamental en su obra. Nació y creció rodeado de la música y la cultura vallenata, y esa fue la chispa que encendió su pasión por la composición. Su inspiración proviene de la vida cotidiana, de las historias y leyendas de su región, de las mujeres y la naturaleza que rodean su entorno.

En el vasto universo de la música vallenata, donde sobresalen grandes maestros de la composición, Javier ha sido un gran admirador de muchos de ellos, especialmente de Leandro Díaz, Octavio Daza y Hernando Marín. Como compositor, ha sabido recoger las raíces de esta expresión musical para darles una nueva vida a través de sus propias creaciones. Fusionó su propia voz con la influencia de sus maestros, especialmente en los temas de corte romántico y sentimental.

No todos los caminos hacia la música estuvieron llenos de aplausos desde el primer intento. Para Díaz, componer canciones era más que un sueño: era su forma de entender el mundo. Desde niño, llenaba cuadernos con letras, y en su mente brotaban melodías y acordes que acompañaban sus emociones más sinceras. Pero convertir esas ideas en canciones grabadas por artistas reconocidos fue una batalla cuesta arriba.

Durante mucho tiempo, tocó puertas que no se abrían, envió canciones sin recibir respuesta e incluso fue ignorado en reuniones donde apenas lograban escuchar el primer verso. Sin embargo, estaba convencido de que había algo especial en sus letras y en el mensaje que transmitía a través de ellas. Creía en su música; incluso, cuando parecía que nadie más lo hacía.

El cambio llegó poco a poco, cuando la agrupación conformada por Marcial Luna y Gustavo Camelo, conmovidos por una de sus canciones, decidieron llevarlo a un estudio de grabación con un tema titulado "No digan nada". Aunque no fue un éxito masivo, sí fue el comienzo. Ese pequeño y significativo paso le dio visibilidad y, lo más importante: credibilidad. De ahí en adelante, otros artistas comenzaron a interesarse por su estilo sentimental, honesto y emotivo, caracterizado por su capacidad para evocar emociones con letras y melodías contadas en un lenguaje poético y musical que es a la vez sencillo y profundo. Su sello personal se distingue por ser melancólico, y sus melodías son fáciles de recordar y cantar.

Javier tiene un corazón que late al ritmo del vallenato, y un alma que se desborda de sentimientos. Es un compositor que teje historias de amor y desamor con hilos de melodías y poesías, en donde la pasión y el sentimiento se desbordan en cada nota, en cada acorde, en cada verso.

Como muchos compositores vallenatos, los festivales ha sido un escenario propicio para dar a conocer sus canciones, donde la música se convierte en un espectáculo de emociones y sentires. Festivales como los que se realizan en Valledupar, El Molino, San Juan del Cesar, Maicao, Barrancas, Villanueva y hasta Bogotá sirvieron de plataforma para que él, al igual que otros autores, pudiera mostrar sus obras musicales y darlas a conocer al público.

Díaz ha sido un músico que siempre ha sabido combinar su amor por la música con una sólida formación académica. Logró equilibrar su creatividad con la responsabilidad profesional, y se graduó como Administrador de Empresas, Especialista en Estrategias de Campañas Políticas, docente universitario, Especialista en Marketing, con varios años de experiencia en el sector público y comercial.

Después de grabar su primera canción, otros artistas de la música vallenata comenzaron a interesarse por sus composiciones. Temas como: "Ayúdame a olvidarte", "Himno al amor", "Un compromiso contigo", "Por poquito", "Esa noche", "Cómo lloran los hombres", "Aventurera", "Tu mejor amante", "Una mujer como tú", "En el sur me quedo", "Señor de los sueños", "A que te conquisto", "Te quedó grande el amor", entre muchas otras, hacen parte de casi un centenar de canciones que se escuchan en las voces de Alberto "Beto" Zabaleta, Marcos Díaz, Luis "El Pade" Vence, Jeiman López, Éric Escobar, Alberto "Tico" Mercado, Reinaldo "El Papi" Díaz, Janner Moreno, Nibaldo Villarreal, Los Hermanos Lora (Juan Carlos y Eduardo) e incluso del internacional cantautor y músico dominicano Wilfredo Vargas.

Hoy en día, Javier Díaz Daza, además de componer e integrar la agrupación "24 Quilates" junto a sus colegas Jeiman Casicote y Álvaro Pérez, también se dedica a otra faceta importante en la música: la de productor.

Y puede decir con entusiasmo que ha cumplido su sueño de siempre: ser compositor de música vallenata. Ha logrado algo muy importante: que sus canciones vivan en las voces de otros. Cada grabación, cada interpretación de sus temas es una prueba de que la perseverancia tiene eco. Y aunque sigue enfrentando desafíos sabe que su camino musical va en la dirección correcta. Porque, a veces, el talento necesita tiempo, pero cuando se combina con pasos firmes y constancia siempre encuentra una forma de ser escuchado.

Este administrador de empresas, músico por pasión y convicción, ha encontrado su refugio en la tranquilidad de su familia, al lado de su esposa Arleth Patricia Mejía Anaya y sus hijos, Luisa Fernanda y Moisés David, en Maicao, La Guajira. Un pueblo que lo acogió como un hijo más. Porque para Javier Díaz Daza, la música es su predilección; la familia su inspiración y este lugar que escogió como su hogar, su refugio.

 

Ramiro Elías Álvarez Mercado

Sobre el autor

Ramiro Elías Álvarez Mercado

Ramiro Elías Álvarez Mercado

Una copa de folclor

Nacido en Planeta Rica, Córdoba, el 14 de octubre de 1974, radicado en Bogotá hace casi tres décadas. Amante de la lectura, los deportes, la escritura, investigador nato de las tradiciones, costumbres, cultura, música, folclor y gastronomía del Caribe colombiano. 

Estudió coctelería, bar, etiqueta y protocolo con dos diplomados en vinos y certificación de sommelier, campo profesional en el que tiene más de 20 años de experiencia. 

Escribe de manera empírica, sobre fútbol y otros deportes, vinos y todo lo relacionado con el tema, así como publicaciones en distintos medios sobre cultores de la música vallenata y de otras expresiones musicales que se dan en el Caribe colombiano. Sus escritos han sido publicados en distintos medios virtuales.

Desde temprana edad le ha gustado escribir, sin embargo, fue en Bogotá, muy lejos de su terruño, que se le despertó ese deseo incesante de recrear las semblanzas de personajes que han hecho un aporte significativo al vallenato y otras expresiones musicales de la Costa Atlántica de Colombia.

@RamiroEAM

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