Música y folclor

Edwin Andrés Altamiranda Mercado: el hombre, el compositor y el defensor del vallenato

Ramiro Elías Álvarez Mercado

17/09/2025 - 16:15

 

Edwin Andrés Altamiranda Mercado: el hombre, el compositor y el defensor del vallenato
El compositor Edwin Andrés Altamiranda Mercado / Foto: cortesía

 

“Lo que se encuentra en el corazón no necesita ser aprendido”:

Johann Sebastian Bach (músico y compositor alemán)

La música para muchos es un refugio sagrado, una vía de escape, un conjunto de letras y melodías que transforma los sentimientos más profundos en versos y armonías. Este arte no solo nos acompaña: nos conecta, nos eleva y nos permite expresar lo que el alma en silencio grita. Es un lenguaje universal que atraviesa las barreras del tiempo, de la cultura y del idioma.

En estas líneas, quiero rendir homenaje a un gran ser humano, un alma noble cuya vida vibra al compás del acordeón. Me refiero a Edwin Andrés Altamiranda Mercado, un nombre que lleva consigo la esencia del vallenato, no como moda pasajera, sino como pasión de vida, como camino y como bandera.

Nació un viernes 24 de agosto de 1973, en la entrañable Sincelejo, también llamada La Perla de la Sabana, capital del departamento de Sucre, enclavada en el corazón del Caribe colombiano. Hijo de Alfredo Altamiranda y Ana Delfina Mercado, Edwin creció en un entorno marcado por las transformaciones de la vida. Tras la separación de sus padres, se trasladó junto a su madre al corregimiento de Macayepo y la vereda Verruguita, en el municipio de El Carmen de Bolívar, en los místicos Montes de María.

Aquella tierra de bosques tropicales, biodiversidad exuberante y aromas silvestres fue su primer escenario, su primera musa. Allí, entre árboles y caminos de polvo, fue forjándose el carácter del hombre que años más tarde cantaría al amor, a la nostalgia, al pueblo y al alma campesina. La naturaleza, los juegos de infancia, el contacto con la tierra y con los mayores, moldearon en Edwin una personalidad sensible, respetuosa y solidaria, al tiempo que desarrollaba una temprana pasión por la música vallenata.

Desde que tiene uso de razón, el vallenato ha sido su idioma del alma. Cantaba, memorizaba letras, analizaba grabaciones, seguía de cerca los lanzamientos de los conjuntos más icónicos. En su infancia, un viejo radio fue su cómplice inseparable: mientras ayudaba a su abuela en las faenas del campo, las ondas musicales le abrían las puertas de un mundo vasto y emotivo.

A los 15 años emprendió un nuevo rumbo: llegó a Santiago de Tolú, joya del Golfo de Morrosquillo, en busca de oportunidades y cobijo entre familiares maternos y paternos. En este paraíso caribeño, aprendió a valerse por sí mismo. Acompañaba turistas, hacía mandados, conversaba, servía de guía… y se ganaba la vida con dignidad. La independencia llegó temprano, pero nunca le faltaron la sonrisa ni la palabra amable.

En Tolú también se hizo de grandes amigos. Era inquieto, curioso, comunicativo. Las tardes de fútbol en la playa bajo atardeceres que pintaban el cielo con los colores de la patria, amarillo, azul y rojo, quedaron grabadas en su memoria. Fue precisamente durante uno de esos partidos cuando, tras una entrada fuerte por disputar el balón, uno de sus amigos lo apodó “Mákina”, con “K” de Kratos, la divinidad griega de la fuerza y el poder. Y no fue en vano: Mákina ha sido, desde entonces, sinónimo de coraje, de empuje, de resiliencia. Una especie de guerrero moderno que no lucha con espadas, sino con versos.

En su vida errante, motivado por la fiebre del oro, Edwin llegó al municipio de Acandí, Chocó, en la frontera con Panamá. Allí trabajó en minas, fabricó hielo, sembró árboles frutales y plantas ornamentales, pero siempre, siempre, con el oído y el corazón atentos al eco del vallenato. Su pasión nunca cedió terreno.

Otras tierras lo vieron pasar: Curumaní, La Loma (en el Cesar), y finalmente Barranquilla, donde hoy reside. En cada lugar, una historia; en cada rostro, una canción. Su vida es un mosaico de paisajes, de emociones, de enseñanzas que brotan con naturalidad en sus letras. Edwin es un cronista de la vida sencilla, un compositor de la gente del pueblo, un sembrador de emociones en tiempos en que muchos han dejado de sentir.

En el Caribe colombiano, donde el acordeón es más que un instrumento, es una forma de ser, floreció su talento como compositor. Sin títulos académicos, pero con una universidad de vivencias a cuestas, Edwin Altamiranda Mercado se ha ganado un lugar en el corazón de músicos, intérpretes y seguidores del vallenato tradicional. Su obra no se halla en bibliotecas, sino en chats de WhatsApp y grupos de Facebook, donde su voz resuena con fuerza y autenticidad.

No solo escribe canciones: es un gestor cultural incansable. Lidera el grupo “Mi Casa Vallenata”, un refugio digital donde se respira y se debate el vallenato en su forma más pura. Participa activamente en otros espacios similares, donde se defiende la raíz, la esencia, la memoria viva de la música de Francisco El Hombre.

Las tierras que ha pisado lo inspiran. Por eso, en sus letras hay amor, pasión, paisaje, nostalgia y pueblo. Sus canciones son retratos poéticos, pedacitos de alma entregados en melodía. Cada composición es una ventana abierta a su universo interior, un testimonio de su historia errante.

Gracias a “Mi Casa Vallenata”, ya ha lanzado cuatro trabajos discográficos y pronto llegará el quinto, bajo el nombre simbólico de “No hay quinto malo”. Este proyecto no solo contiene sus propias obras, sino también las de otros autores que no han tenido acceso a los grandes sellos. Su espacio se ha convertido en una vitrina de oportunidades, en un altavoz para los que empiezan, en un bastión del vallenato auténtico.

Ya suma más de 30 canciones grabadas, entre las que destacan: ‘La hija del compositor’, ‘La jáquima’, ‘Seguiré tus pasos’, ‘Los amigos de Jairo Soto’, ‘Verruguita’, ‘Macayepo’, ‘Acandí’, ‘La negra’, ‘El regreso de la negra’, ‘No ha regresado la negra’, ‘Te encontré en mi camino’, ‘Toma pa’ que lleves’, ‘La dueña de mis canciones’, ‘Tristeza al partir’, ‘Retomaré el camino’, ‘La ingrata’, ‘Te quiero a mi lado’, ‘Gozando a mi muchachita’, entre otras, interpretadas por voces como Edilson Brito, Guadis Carrasco, Rodolfo Carrasco, Fredy Hernández, Diógenes Jalaff, Jorge Brito, Carlos Correa, Mirley Rodríguez, Oswaldo Morelo, José Andrés Móvil, Eneison Salas, Cristian Álvarez y próximamente, por el gran Miguel Herrera, con la canción “Porte y elegancia”.

El “Mákina” Altamiranda nos da una lección de superación: con poca educación formal, pero con un corazón inmenso, ha demostrado que el talento no pide permiso y que la cultura también se defiende desde el barrio, desde la vereda, desde la vigilancia silenciosa. Sí, trabaja como vigilante en Barranquilla, un oficio noble y digno, pero mientras otros duermen, él escribe, sueña y compone.

Más que un compositor, Edwin es un centinela del vallenato, un narrador de historias que no necesita reflectores para brillar. Su grupo “Mi Casa Vallenata” se ha convertido en una trinchera cultural donde cada debate, cada verso y cada canción son un acto de resistencia frente al olvido.

En sus letras vive el pueblo, los amores sencillos, las penas cotidianas y las pequeñas glorias que hacen grande la vida. Su pluma no es docta, pero es sabia; no es técnica, pero es genuina. Y en un mundo donde la autenticidad se extingue, Edwin Andrés Altamiranda Mercado es un faro, un fuego que no se apaga.

"El Mákina", centinela de la noche y del canto, compositor de callejón y sentimientos, escribe por amor, por pasión, por memoria. Escribe para que el vallenato no muera, para que siga vivo, rebelde, indómito... como un acordeón que se niega a ser silenciado.

 

Ramiro Elías Álvarez Mercado

Sobre el autor

Ramiro Elías Álvarez Mercado

Ramiro Elías Álvarez Mercado

Una copa de folclor

Nacido en Planeta Rica, Córdoba, el 14 de octubre de 1974, radicado en Bogotá hace casi tres décadas. Amante de la lectura, los deportes, la escritura, investigador nato de las tradiciones, costumbres, cultura, música, folclor y gastronomía del Caribe colombiano. 

Estudió coctelería, bar, etiqueta y protocolo con dos diplomados en vinos y certificación de sommelier, campo profesional en el que tiene más de 20 años de experiencia. 

Escribe de manera empírica, sobre fútbol y otros deportes, vinos y todo lo relacionado con el tema, así como publicaciones en distintos medios sobre cultores de la música vallenata y de otras expresiones musicales que se dan en el Caribe colombiano. Sus escritos han sido publicados en distintos medios virtuales.

Desde temprana edad le ha gustado escribir, sin embargo, fue en Bogotá, muy lejos de su terruño, que se le despertó ese deseo incesante de recrear las semblanzas de personajes que han hecho un aporte significativo al vallenato y otras expresiones musicales de la Costa Atlántica de Colombia.

@RamiroEAM

2 Comentarios


Adrian Villamizar 17-09-2025 08:20 PM

El Makinón es un caso sui generis, pasó de ser el soporte de la cosa a ser la cosa en sí. Toda su historia, periplo, vivencia es digna de una película o serie de televisión. Su patria chica Verruguita, de entrada es ya una provocación cimbreante por su nombre. Es como nada sino lo extraordinario podría salir de un sitio así. Hermoso homenaje le has hecho Ramy... no merece menos.

Marleys Cervantes 18-09-2025 03:14 PM

Muchos éxitos mi amigo querido que Dios siga abriendo caminos y bendiciendo ese talento hermoso

Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

El 21º Festival de Danzas y Tamboras de Chimichagua, a punto de empezar

El 21º Festival de Danzas y Tamboras de Chimichagua, a punto de empezar

  Del 30 de junio, 1 y 2 de julio se realizará en Chimichagua (la Tierra de la Piragua), el 21º Festival Nacional de Danzas y Tam...

2017: año trascendental para el Festival Vallenato

2017: año trascendental para el Festival Vallenato

Los organizativos para la fiesta mayor de la música vallenata nunca se detienen. En medio de la organización del 48 Festival Vallen...

Andrés Beleño canta cuando escucha sus canciones

Andrés Beleño canta cuando escucha sus canciones

  En Andrés Emilio Beleño Paba, Primer Rey de la Piqueria en el año 1979, ya se refleja el paso inexorable de los años. De igual ...

La primera ópera vallenata se estrena en España

La primera ópera vallenata se estrena en España

Contrario a lo que muchos pensarían, la primera ópera vallenata creada en la historia musical  de Colombia se estrenará primero e...

Al juglar Lorenzo Morales nunca le cayó la gota fría

Al juglar Lorenzo Morales nunca le cayó la gota fría

  El juglar Lorenzo Miguel Morales Herrera, quien nació el viernes 19 de junio de 1914 en el caserío de Guacoche, solía asegurar q...

Lo más leído

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados