Música y folclor

La censura y auto-censura en el vallenato

Redacción

11/07/2013 - 12:10

 

Julio C. OñateEl fenómeno de censura no sólo tiene que ver con los medios de comunicación o la política. Es algo transversal y universal que, por razones históricas, sociales o políticas, también se observa en las expresiones artísticas y en la música vallenata.

El especialista Julio César Oñate –autor de la reciente obra “Los héroes ocultos del Vallenato”– se refirió a este interesante asunto en el II Encuentro Nacional de Investigadores de la Universidad Popular del Cesar y reveló casos que pueden servir para un estudio más profundo.

En primer lugar, es necesario subrayar que muchas canciones se han visto silenciadas a lo largo de las últimas décadas debido a la voluntad de instancias u organismos (y en ese caso se habla de una censura externa) o a la voluntad del mismo compositor que prefiere, por cuestiones diversas, no publicar su trabajo musical (auto-censura).

Como bien subrayó el señor Oñate, en el Caribe los cantantes han aprendido a usar el “doble sentido” para eludir las exigencias o presiones de la censura política y social. “Es una clara herencia de nuestra lengua española”, comentó el ponente.

Asimismo, los compositores y cantantes cubanos nos brindan un buen ejemplo a la hora de evitar el uso de ciertas palabras en la música o de cómo confundir al oyente sobre el significado de algunos versos. “Son expertos en dejar la rima inconclusa creando así una gran expectativa”, explicó Julio Cesar Oñate.

En el caso de la música vallenata, el investigador mencionó el ejemplo de Rafael Escalona quien, en una de sus composiciones, hacía referencia al militar y presidente de Colombia Gustavo Rojas Pinilla. Su intención era grabar esa canción con una orquesta sinfónica, pero, quizás por temor a dañar su amistad con el hombre político, el compositor prefirió mantener esa canción oculta.

Su canción “La custodia de Badillo” también fue motivo de incomodidades para el compositor Rafael Escalona. Refiriéndose a ciertos fragmentos de la letra, el clero le acusó de hablar mal de la Iglesia e incluso le amenazó de excomulgarlo. Sin embargo, el compositor de Patillal no pareció tomárselo muy en serio y respondió al enterarse de la noticia: “¿Cómo me van a excomulgar si yo nunca comulgué?”

El gran Calixto Ochoa se topó también con la Iglesia al componer el tema “Los altares de Valencia” en el que acusa el Padre Pachito de querer robar la institución. La reacción del Padre Francisco fue inmediata: aclaró las dudas y amenazó al compositor de ser excomulgado si no rectificaba. Entonces, Calixto se disculpó en otra canción titulada “Perdone Padre” donde trata de rebajar la tensión.

Otros casos como “La ópera del mondongo” de Peñaranda aluden directamente al lenguaje y la obscenidad. Este tema fue considerado en su época como una “joya de la vulgaridad” y, como consecuencia, sufrió severas restricciones en emisoras o lugares públicos.

Sin embargo, ésta no fue la única música que puso en evidencia a Peñaranda. Otro tema titulado “Las secretarias”, donde el compositor rebajaba la dignidad de las mujeres colombianas que ejercían esta profesión, provocó la indignación de la opinión pública y numerosas organizaciones. De hecho, ante la presión de la Asociación de Secretarias, el cantante tuvo que presentar sus disculpas.

En términos políticos, el caso de Máximo en los años 70 llama la atención. Después de exponer sus ideas izquierdistas en sus canciones (convertirlas de paso en soporte comunicativo para los movimientos políticos que representaba), el compositor y cantante colombiano tuvo que exiliarse al extranjero.

Éste no fue el único caso de censura política. Armando Zabaleta, con su tema “La reforma agraria”, firmó el primer “paseo-protesta” de la historia de la música vallenata. No obstante, a los pocos días, el disco fue retirado por el gobierno de la época (año 1967) y desapareció casi instantáneamente de las emisoras.

Así pues, comprobamos que la historia del Vallenato integra un largo listado de censuras y transgresores. Pero también debemos resaltar que pocos de las agrupaciones irreverentes de hoy en día podrían tacharse de censurables. ¿Cuestión de estilo o de contenido?

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