Música y folclor
Dos guitarras
Dos guitarras, es el título pero podrían ser seis, veinte o más. Dos sucesos antagónicos alrededor de la guitarra marcaron la actualidad. El uno triste, el otro alegre.
Triste la partida de Juan Francisco Mindiola Arias, faltando pocos días para cumplir sus 83 años. Vivió bastante, pero nunca suficiente, pensamos. Vivió bastante e intensamente, tan vibrante y alegre como lo fue su guitarra. Habiendo nacido en 1930, se puede decir que fue testigo de todo el desenvolvimiento, transformación, crecimiento y robustecimiento de nuestra cultura musical. Su primera guitarra fue un tablón con unos alambres, claveteados por él mismo, y terminó siendo el maestro de Gustavo Gutiérrez y de Hugues Martínez, sólo para mencionar a dos grandes de la guitarra a quienes sumamos a sus hijos: Los Kankuis, grandiosa agrupación.
Por otro lado, felicidad produce la emergencia de nuevas figuras de la guitarra. La buena noticia viene de la Academia de Música Vallenata Turco Gil. Ayer, mientras había llanto por la muerte de Juan Francisco, padres de familia, profesores y discípulos, festejaban la primera puesta en escena del grupo de cuerdas y técnica vocal de la academia. Los muchachos pasaron la prueba con excelencia. Fue un trabajo de tres meses, informa el coordinador académico Andrés Gil Batista.
Dirigidos por su profesor Eligio De Armas, hicieron la presentación de canciones del pentagrama vallenato y universal, sus alumnos más aventajados: Ana Sofía Cuadrado, en la guitarra puntera, y en las guitarras acompañantes: Vivian Karina Valencia, Naireth Córdoba, Daniel Pinto y Camilo José Celedón.
Los profesores de Juan Francisco Mindiola fueron Pedro Infante y Jorge Negrete, cuyas películas lo hacían bajar de Atánquez, el pueblito incrustado en la Sierra Nevada donde nació, películas que él veía con verdadera fruición una y otra vez hasta aprenderse las canciones que sus héroes mexicanos interpretaban para complacer a las muchachas más bonitas. De esta manera, él se convirtió en “El gavilán atanquero” que revoloteaba detrás de las palomitas de todo Atánquez y de La Junta y de Patillal, los pueblitos vecinos.
En la academia del Turco Gil quedaron sonando, para la historia de sus éxitos, las excitantes notas en guitarras de una lambada, aquel ritmo derivado de la polca, creado en el Brasil de los años 70 adquiriendo fama mundial en 1989 con la interpretación de “Llorando se fue” realizada por el grupo boliviano Kjarkas.
En la iglesia de la Concepción, a su melodeón (acordeón diatónico a botones, tradicionalmente usado para interpretar vallenatos) El Turco Gil le arrancaba las notas quejumbrosas del vals “Tristezas del alma”, mientras por la nave central avanzaba, en desfile fúnebre, la figura morena, delgada y jovial que nunca más volveremos a ver.
Se fue Juan Francisco a hacerle compañía a Jaime y Fredy Molina, a Chema Maestre, Alfredo Araujo Noguera, Alfonso Pimienta y tantos otros que se nos han adelantado dejándonos grandes interrogantes.
La guitarra parrandera de Juan Francisco Mindiola quedó en silencio. El bolero, el vals, la ranchera, el vallenato, están de luto.
Lolita Acosta
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