Música y folclor
La Champeta: la música afrocaribeña que seduce a Colombia
Es el ritmo que marca la tendencia y mueve a una gran parte de Colombia. La champeta comparte similitudes con el reggaetón, aunque mantiene una identidad propia y muy reconocible.
Al ritmo seductor y pícaro del “serrucho”, el género de la champeta se ha impuesto en las emisoras de todo la Costa Caribe y, sin embargo, en sus inicios, no era un género especialmente bien percibido.
Más que un estilo de música, la champeta debe concebirse como un fenómeno cultural y social que nace en el corregimiento de San Basilio de Palenque en Cartagena de Indias a principios del siglo XX hasta ser reconocido como género en los años 80.
Sus influencias se encuentran en el África profunda –en el Soukouss de la costa occidental y otros bailes típicos grabados en discos que llegaron a las costas de Cartagena–, pero también en los “champetudos”, apelación que alude a los habitantes de barrios alejados del centro de Cartagena de características afrodescendientes. Por eso, se le considera eminentemente un fenómeno afrolatino o afrocaribeño.
Antes de llamarse “Champeta” como hoy lo conocemos, este género se llamó primero “Terapia criolla” a “Terapia colombiana”.[1] Fue un proceso paulatino con el cual los cantautores cartageneros y palenqueros reivindicaron su origen y condición étnica.
La champeta que conocemos hoy tiene poco que ver con la de principios de los ochenta, influenciada directamente por el raggamuffin, el bullerengue colombiano y otras sonoridades antillanas como el rap, compás haitiano, el zouk, la soca o el calypso.
Desde los años 90, la champeta se ha actualizado con un marcado carácter urbano pero sobre todo con aspectos digitales, placas (intervenciones arrítmicas) o incluso una letra atrevida influenciada por el reggaetón.
Entre las estrellas más reconocidas de la champeta, descubrimos a El Sayayín (Jhon Jairo Sayas), Mr. Black El Presidente del Género (Edwin Antequera), El Afinaito (Sergio Liñán), Elio Boom (Francisco Corrales), El intelectual o Twister El Rey, todos ellos artistas que han firmado contratos con sellos discográficos de renombre [2].
Pero lo que más llama la atención en la Champeta es su baile sensual bien “apretao”. Un baile de pareja, de influencia africana, espontáneo y seductor, donde la agilidad del cuerpo está puesta en evidencia.
Como todo, la música es una cuestión de gustos pero lo cierto es que las fiestas y celebraciones cambian de rostro con la champeta. Una música que aporta una alegría inédita y un temperamento orgullosamente cartagenero [3] y [4].
Referencias:
[1] Rafael, Escallón (2007). La Polarización de la Champeta – Museo de arte moderno de Cartagena.
[2] Abril, Carmen, y; Soto, Mauricio (2004). Colección Economía y Cultura. Bogotá: Observatorio del Caribe Colombiano, Convenio Andrés Bello.
[3] Nicolás R. Contreras Hernández (2002). Champeta-terapia: Un pretexto para revisitar las ciudadanías culturales en el Gran Caribe. Ensayo Único.
[4] Elisabeth, Cunin (2003). Identidades a flor de piel. Lo "negro" entre apariencias y pertenencias: categorías raciales y mestizaje en Cartagena.
PanoramaCultural.com.co
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