Música y folclor

Katerin Marzal: “Mi participación es un homenaje a Katiuska”

Redacción

24/04/2012 - 10:50

 

Katerin Marzal Las mujeres no pululan en los concursos de acordeones. Es más bien un territorio reservado a los hombres por cuestiones históricas y culturales. Katerin Marzal es muy consciente de ello y lo tiene bien asumido.

Joven acordeonera de 21 años a quien le gusta los retos, es la única mujer entre los 62 concursantes de la categoría aficionados de este Festival Vallenato. Eso podría ser un motivo de amilanamiento, pero ella lo toma de otro modo: es para ella un gran gusto competir contra hombres.

“No me molesta competir con ellos –dice con una sonrisa que transmite tranquilidad y seguridad–: Es un estímulo. Es gratificante. Eso genera expectativas en general y la gente anda pendiente de mi participación”.

Katerin Marzal tiene un largo recorrido musical. Nació en Villanueva (La Guajira), al igual que otros grandes representantes de la música vallenata (como Andrés “El Turco Gil” o Jorge Celedón), y a los 7 años sus padres le regalaron su primer acordeón profesional. “Mi papá me dijo que me regalaba una guitarra y yo dije que no, que prefería un acordeón”.

De ideas claras, Katerin empezó a tocar asiduamente el acordeón a los 11 años y, luego de participar en el Festival Vallenato en la categoría infantil, estudió en la Academia del Turco Gil. Fue el mismo director de esta escuela quien le propuso una beca ya que se quedó obnubilado por su actuación en el concurso y reconoció en ella un gran talento.

En la academia, y junto con los niños Vallenatos, Katerin vivió 7 años de ensueño, conociendo a artistas de grandísima calidad, aprendiendo cada día nuevas técnicas, compartiendo momentos inolvidables con El Turco Gil y viajando por todo el país.

De sus grandes experiencias, nuestra entrevistada destaca el viaje que hizo a Venezuela junto con los Niños del Vallenato. “Chavez nos atendió de maravilla. Le encanta el vallenato –explica Katerin–, y nos mandó de vuelta a Valledupar en su avión privado”.

Preguntada sobre los beneficios de la Academia del Turco Gil, Katerin dejó claro que se trataba de una escuela fuera de lo común que, además de una perfección musical, inculca principios de integridad y honestidad. “Con la academia gané más amor a la música –comenta Katerin–. El Maestro [El Turco] es como un papá para nosotros. Siempre está ahí”.

En los últimos meses de su vida, Katerin Marzal ha tenido que afrontar la muerte de una de sus mejores amigas y compañeras musicales: Katiuska Mendoza. Ambas se pusieron de acuerdo para operarse la nariz. Fue una decisión difícil de tomar que terminó como lo sabemos, en tragedia.

El dolor fue inmenso para ella, para “El Turco Gil” y para todos sus conocidos. “Tuve que pedir un psicólogo a mi papá –relata Katerin– y el Maestro pensó en dejar definitivamente la Academia ese día”.

En la actualidad, Katerin Marzal muestra una motivación muy alta y una sonrisa rutilante. Admite estar un poco ansiosa y desea que el concurso empiece ya para mostrar al público todo el trabajo de los últimos meses.

Le encantaría ganar el concurso para que, por vez primera, haya reina en la categoría aficionado. También quisiera hacerle un regalo a su mejor amiga. “Sinceramente,  mi participación es un homenaje a Katiuska”.

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