Música y folclor
Rolando Ochoa, el hijo de un Rey Vallenato
El homenaje brindado a Calixto Ochoa en este 45 Festival Vallenato nos incita a conocer al Rey en todas sus facetas. El pasado 23 de abril un foro permitió la divulgación de ideas relevantes sobre la evolución de la obra del maestro, pero ¿quién mejor que el hijo de Calixto para hablar de su forma de ser en la vida cotidiana y en la intimidad de su casa?
En un conversatorio organizado por la Biblioteca Rafael Carrillo, Rolando Ochoa, actual acordeonero de Silvestre Dangond, habló de su relación con su padre y destacó las virtudes de ese músico único que ha producido el vallenato.
En un primer tiempo, el acordeonero subrayó la sencillez y cercanía del homenajeado. Describió sus pensamientos progresistas y a veces inconformes. “Le admiro mucho porque alcanzó la fama y su corazón siempre se mantuvo de piedra –expresó Rolando Ochoa–. Nunca se creyó más que nadie”.
Según Rolando, Calixto siempre defendía a la gente muy pobre. Se mostraba muy protector y, cuando gente adinerada lo invitaba, él prefería estar con su gente, o pasar el tiempo en su finca.
“Le daba ira a veces que la clase alta segregara a otras clases”, comentó Rolando antes de interpretar el tema “El esqueleto”: una canción que refleja perfectamente el pensamiento social de su padre. La letra dignifica la pobreza y la presenta como algo imprescindible: “La pobreza no es una mancha. Es un destino necesario porque, si nadie trabajara, este mundo ya hubiera acabado”.
El maestro cultivaba su relación con el entorno y ese entorno no sólo implicaba a la gente sino también a la naturaleza. “Es una persona que le cantó a todo –explicó Rolando–: a los pájaros, los animales, las flores, el aire, el sol, la luna…Todo”.
Más allá de sus ideas políticas, el hijo de Calixto destacó su fuerza de voluntad y su disciplina a la hora de crear. “Componía durante horas sobre la mesa –dijo Rolando– picando el ritmo con sus dedos sobre la madera. Se podía quedar hasta muy tarde en la noche para componer y su esposa se ponía muy mal”.
En la casa se acumulan casetes que delatan esa época prolífica. Son más de 500 en total repletas de composiciones desconocidas. De la misma forma, se acumulan los instrumentos que el maestro atesora con cariño. “Una vez le pregunté qué vas a hacer con esos acordeones. Intenté robarle uno, se dio cuenta y me dijo que no contara con ello antes de que muriera”.
A fecha de hoy, Calixto Ochoa ha dejado de componer. La enfermedad que padece le impide tocar con la misma agilidad. La velocidad de sus manos se ha visto reducida. “Después de haber tocado tan bien, ya no se atreve a tocar el acordeón. Por respeto a la música…”, explica Rolando.
PanoramaCultural.com.co
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