Música y folclor

La mujer que sintió celos de una ‘buscona’

María Ruth Mosquera

25/08/2015 - 06:15

 

Estuvo silenciosa durante el trayecto. Iba sentada en la silla del copiloto en una camioneta que la transportaba de La Guajira al Cesar, embebida en las canciones que sonaban en un moderno equipo alimentado por una USB, de unas que guardan las músicas por listas en carpetas, que ofrecen la opción de ver en un tablerito la canción que sigue y omitirla y dejarla sonar, según el gusto. Llamaron su atención las preferencias del conductor-Dj, que con sus selecciones la puso a reflexionar y a reconocer que estaba profundamente celosa.

Hubo canción para la “mentirosa”: Una muchachita a la que se le pasaron los años, sigue de “brincona”; es experta en jugar con el corazón de las personas a la que mandan a coger juicio porque está loca, hubo para una la que finge ser una “santa”, pero que un verso más adelante resulta ser una mujer socialmente censurada.

La cima de su estado de celos llego cuando sonó una canción llamada “El chas chas”, que habla del dilema de un hombre que no sabe con cual mujer quedarse, entre los dos únicos prototipos describe: si con la rumbera, que “le gusta la parranda, la recocha, buen trago y discoteca” o con la candela, de aquellas que suelen “ser picantes, son coquetas, pa’ el amor son muy inquietas”, para finalmente tomar la decisión de quedarse con las dos: “Con la una me los pego y con la otra chas chas”.

¡No puede ser!, pensó alarmada. ¿Acaso no hay una mujer a la que este hombre quiera amar, con la que quiera vivir, compartir, formar un hogar? Suspiró moviendo la cabeza hacia ambos lados, pensando en quién sería la persona a la que podría reclamarle, en una alguna especie de derecho a la igualdad entre las mujeres políticamente correctas y las políticamente incorrectas, según los estándares morales de la sociedad.

Le escribió a su amigo el compositor José Alfonso ‘Chiche’ Maestre: y se desahogó con él: “Mira. Las 'musas' de muchos compositores contemporáneos son las mujeres «locas», «fáciles», «leonas», «cocacolas», «motosierras», «rumberas» y la lista es larga, pero no he escuchado a ninguno componerle y describir asó a otro grupo de mujeres: Las emprendedoras, trabajadoras, preparadas, profesionales, independientes, capaces, dueñas de sí... Somos muchas así ¿sabes?, pero no somos musas de nadie, tampoco somos muy populares en las conquistas. Es como si estar preparada, ser bonita e inteligente, fuera un delito. Y, créeme, a pesar de los cartones, reconocimientos, premios y todo lo demás, nosotras tenemos un corazón  que es de carne y necesita cariño, que lo consientan… Somos fuertes, decididas e independientes, pero amamos igual y necesitamos igual. Somos humanas”.

Ante semejante retahíla, su amigo –seguramente muy alarmado- exaltó las cualidades por ella enlistadas y le dijo que “en mi caso, le compongo a mujeres normales, así como tú”.

“Lo sé”, respondió María. La conversación con su amigo la sacó del estado de inconformidad. “Mi reflexión tal vez es porque me gustaría escuchar que así como describen tan detalladamente a ese tipo de mujer de algunas canciones de hoy, que es en el fondo una censura social, describieran y elogiaran a otras, a las normales a esas de las que yo hablo, a esas a las que tú le compones”. Y se despidió.

Continuó su viaje. El tablerito del carro anunció ‘Sanjuanerita’, una clásico vallenato en el que Hernando Marín, su compositor, le dice a su amada que le cantará por toda la vida, que es la flor más bonita de su Guajira. Pero al primer acorde del acordeón, el conductor la adelantó para que sonara la siguiente. “Por qué la quitas”, preguntó curiosa; “pensé que no le gustaba esa”, respondió él.

Ya no habló más María. Se concentró en el paisaje y de pronto se miró las manos y sonrió en silencio al recordar el nombre del color de esmalte que llevaba aplicado: ‘Buscona’, uno de los nombre de una lista con la que una marca famosa bautizó sus pintauñas. Recordó que el día que lo compró, revisó la lista: ‘Zangana', 'Fufurufa', 'Golosa', ‘Buscona’…  y que ella ilusamente le preguntó a la impulsadora en el almacén dónde estaban los colores Profesional, Inteligente, Independiente… “De esos no hay”. “Lo mejor de todo – se dijo- es que me encanta este esmalte”.

Las inconformidades de María ese día se suscitaron porque no se encontraba reflejada en ninguna de las mujeres detalladamente descritas en las canciones o en los nombres de los esmaltes. Concluyó que esa es la tendencia social, las respuestas al mercado de cosificación de la mujer. Ya en su casa, con el tema aun rondándole la cabeza, María llamó a la psicóloga amiga Dianys Peraza Rojas en busca de lograr una mayor comprensión de lo que entiende como una tendencia social en que la mujer no resulta bien librada. “Por qué sucede esto”, le preguntó a la psicóloga.

“Es un tema que está muy marcado por la cultura patriarcal, fundamentada en el machismo”. En este tipo de cultura, la mujer emprendedora, independiente y todas esas que mencionó María no existen, “porque mayoritariamente esa función la tienen los hombres: El hombre es el exitoso, el profesional, el trabajador, el proveedor, y nosotras somos las que nos quedamos en la casa, las que no alzamos la voz”. Hablaron las dos amigas sobre las connotaciones distintas que en la sociedad de hoy tienen las cosas o los adjetivos, dependiendo del género femenino o masculino: perro y perra, por ejemplo.

Llegaron al tema de los nombres de los esmaltes y la psicóloga le preguntó “¿Y cuál es el problema que coloquen eso nombres a los esmaltes? Yo no me siento ofendida. Hay mujeres que nos ponemos esos esmaltes y los colores que más nos gustan son los que tienen esos nombres. También creo que son formas de las mujeres liberarnos con un color irreverente, fuerte; se supone que si eres una ejecutiva no debes llevar esos colores fuertes, pero cuando usas ese tipo de expresiones o símbolos, que te dan en este caso los colores de los esmaltes, es una forma de decir que eres libre, que no quieres ser sometida, que no quieres ser la de la casa, la maltratada; es una forma de expresarte. Por eso creo que a la mujer que tiene un espíritu libre no le molesta ni le incomoda ese tipo de denominaciones”, precisó Dianys Peraza.

La profesional citó el caso de mujeres que han podido liberarse de los estereotipos del machismo, “pero mira cómo esa liberación se las ha cobrado la sociedad: estigmatizándolas”. Elegir estar soltera, mantener una relación sin estar casada es algo socialmente mal visto, pero ha sido su elección, ejerciendo sus libertades y analizaron que “nosotras estamos construyendo esas mujeres profesionales, autónomas e independientes que tú mencionas. Estamos construyendo un modelo alterno, diferente, una mujer transformadora, donde decimos bienvenida la libertad de las mujeres, bienvenida la libertad de todos, sin que ello signifique que vamos a irrespetar al otro”, y añadió la psicóloga que lo que sucede es que “nos han colocado entre el bien y el mal”, pero que tener una naturaleza intuitiva, ser independiente y todo lo demás no es un indicativo de maldad, pues se trata de libertad y no de libertinaje.

Entonces María entendió que el principio predominante en esas canciones que escuchó durante su viaje es el patriarcal, en la que el hombre puede darse libertades que las mujeres no. Entonces se sintió libre, ya no estuvo tan segura de si está incluida o no en las mujeres descritas en las canciones, pues entiende que son el resultado de los estereotipos sociales. Y evocó un fragmento de una canción de Omar Geles, que grabó Diomedes Díaz, en la que queda anulado el derecho de igualdad de la mujer. “Yo sé bien que te he sido infiel, pero en el hombre casi no se nota, pero es triste que lo haga una mujer, porque pierde valor y muchas cosas”.

“En la sociedad patriarcal, las mujeres siempre hemos estado en una negociación desventajosa, donde el hombre tiene todas las ganancias y nosotras siempre vamos perdiendo, hasta el punto que nos terminan matando, porque el punto es ese el índice de feminicidios en Colombia y en el Centroamérica, es brutal”. El mensaje de Dianys para María y en general al mundo fue “que estamos en un camino en el que tenemos que -desde las diferencias- encontrarnos, porque finalmente la reconciliación y la convivencia es eso. Cómo aprendemos a caminar juntos, desde la diferencia, la humanidad, el respeto, la dignidad, colocando como un principado el respeto por la vida. No una relación de pertenencia o propiedad porque cuando se da una relación de pertenencia, que tú eres mío, que eres de mi propiedad, y cuando esa propiedad me está faltando o está haciendo algo que yo no acepto, lo elimino”.

Cerraron la conversación diciendo que, definitivamente, desde las canciones se pueden promocionar otras cosas como el amor, la sensibilidad, el encuentro entre las personas. No significa que hoy nadie esté cantándole a estas temáticas, porque sí hay quienes lo hacen. “Lo que yo llamo es a tantos compositores, cantantes, productores, disqueras, emisoras y demás medios de comunicación, que en vez de diseminar de manera tan efectiva este tipo de mensajes, promocionen el amor, la sensibilidad, la disciplina, la libertad, el encuentro entre las personas” acotó María.

  

María Ruth Mosquera

@sherowiya

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