Música y folclor
El desfile carnavalero, suspendido por falta de seguridad
Todas las esperanzas estaban puestas en el desfile del sábado 4 de febrero por la tarde. Su temática –“Una tarde en el Caribe”– dejaba entrever un momento de calor y de alegría popular, un momento de felicidad para los organizadores y participantes, y, sin embargo, fue todo lo contrario.
El desfile callejero salió de la plazoleta de la gobernación María Concepción Loperena como planeado, pero no tardó más de veinte minutos en suspenderse. Dos cuadras más tarde, cuando las carrozas del desfile llegaron a la altura del colegio Loperena, el espectáculo creado por unas bandas descontroladas de jóvenes armados de maicena y agua sucia se impuso en el horizonte e impidió el paso de las comparsas.
A partir de ahí, todo fue caos e inseguridad. Los jóvenes tiraban maicena a cualquiera. Increpaban a los pasantes y se acercaban a las carrozas y a los demás vehículos con el fin de intimidarlos.
Ante ese panorama de agresividad y la falta de control policial, el presidente de la junta del Carnaval –el señor Carlos Calderón– decidió suspender el acto. La seguridad de las Reinas y otros protagonistas importantes de la celebración estaba en peligro, por eso, decidió trasladarlos a la Casa de la Cultura donde pudieron resguardarse.
Ya por la carrera novena, a la altura del hotel Sicarare, el desfile se había convertido en una autentica batalla campal. Las bandas de jóvenes se enfrentaban entre ellas, se perseguían y se provocaban con el uso de maicena. En el parque de las madres, algunas parejas trataban de esconderse para evitar la cólera de unos jóvenes sin control.
Un único vehículo adornado para la ocasión se atrevió a recorrer los últimos metros de la novena para animar el ambiente, oponiéndose así a las directrices del presidente y exponiéndose al peligro de las bandas.
En el parque “El Viajero” descubrimos a un grupo de turistas estadounidenses que esperaba la llegada de las carrozas con impaciencia. No podían esconder su asombro al ver los enfrentamientos callejeros. Preguntaron a la policía en reiteradas ocasiones si esto era el desfile y si iban a llegar carrozas, y la respuesta era siempre un “Sí, las carrozas van a llegar”.
Entrevistamos al director de la Junta del Carnaval para conocer los motivos de este triste escenario y nos respondió que las autoridades no apoyaron el acto. “No hay ningún convenio entre la alcaldía y la policía ––explicó Carlos Calderón–. Tampoco hay convenio con los bomberos, las ambulancias y los equipos de aseo para asegurar un nivel mínimo de organización”.
El presidente del carnaval ha expresado su gran decepción. “Estoy triste porque hemos trabajado mucho para que este carnaval sea hermoso. Hemos querido hacer lo mejor, darle un toque empresarial y turístico, pero sólo hemos contado con el apoyo de empresas privadas”.
Con el fin de evitar disturbios en los próximos eventos, Carlos Calderón tiene previsto reunirse con el alcalde en la tarde del lunes 6 de febrero. En ese encuentro se discutirán las medidas a tomar para garantizar unas fiestas abiertas a todos y sin la acción de bandas que afectan la imagen de la ciudad.
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