Música y folclor

Los que ‘atraviesan mundos’ tras un sueño llamado Festival

María Ruth Mosquera

19/04/2016 - 06:50

 

El compositor William Klinger / Foto: Valledupar.com

Es abril. Y en este mes Valledupar se convierte en destino de miles de visitantes que llegan por distintas razones al escenario donde anualmente se dan cita acordeones, cajas, guacharacas, voces, canciones, versos y baile del pilón. Una gran mayoría llega como resultado de un plan vacacional; otro tanto viene por estrictas razones laborales, para lo cual cargan camiones con las más diversas mercancías y se instalan estratégicamente en la ciudad antes y durante el Festival de la Leyenda Vallenata, o recorren los escenarios arrastrando carretillas o cargando canastas repletas de productos; se encuentran también visitantes que escogen este lugar para realizar cumbres o encuentros empresariales y de paso, ‘aprovechar’ para gozarse el certamen. Pero hay otro gran número de personas que llegan a ‘jugarse la vida’ en esos mismos lugares en los que el resto de la gente disfruta la fiesta. Son los concursantes.

Las procedencias son tan diversas como los atractivos de la ciudad en estos días, pues cada vez más se encuentran concursantes que han tenido que atravesar montañas, valles y ríos, en transportes tan convencionales como un avión y un bus, o en otros tan extremos como lanchas y hasta burros, para llegar. Más allá de localidades del Cesar, la Guajira y Magdalena, en las que está el epicentro de este folclor, la lista de inscritos año tras año se va extendiendo, al punto de haber traspasado fronteras nacionales e internacionales.

No es extraño entonces encontrar nombres de pueblos como Repelón, Mahates, Chima o Las Piedras; Cáqueza, Funza, Armero, Sardinata, Zipaquirá, Duitama, Sogamoso, Paz del Río, Turbo o Cali; tampoco es raro ver participantes de Nuevo León (México), San Sebastián y Buenos Aires (Argentina) y Chicago (Estados Unidos), evidencias todas estas de que el vallenato es un patrimonio universal, que tiene representantes en los más insospechados rincones del planeta, los cuales son atraídos al núcleo folclórico cada mes de abril. 

Es una convocatoria que permite, además, notar la gran carga religiosa que subyace en la historia de los pueblos colombianos, patentizada en los nombres con que fueron bautizados muchos de los que este año hacen presencia en los concursos de la versión 49 del Festival de la Leyenda Vallenata. Vienen este año de: Santa Ana, San Ángel, San Andrés, San Andrés de Sotavento, San Benito Abad, Santa Marta, San Diego, San Onofre, San Marcos, San Juan del Cesar, San Pedro (Sucre), San Pedro de Urabá, San Jacinto, San Juan Nepomuceno, San Onofre, Santo Tomás y hasta Sampués (Sucre), en cuya historia se encuentra registrado el movimiento independentista de 1812 ‘Revolución de los Curas’.

Y ellos, los concursantes, llegan con sus maletas repletas de sueños y esperanzas, con la ilusión de poder llevarse un trofeo para su patria chica, de propiciarle una alegría a los suyos, de ser el motivo de una fiesta de bienvenida, a su regreso. Es una experiencia que ya han vivido algunos, que desde la primera vez que vinieron no han podido dejar de regresar. Es este el caso del compositor William Klinger Braham, quien participó por primera vez en el Festival en 2006 y desde entonces no falta a la cita.

En Klinger se aprecia también, y de una manera exacerbada, el ingrediente adicional que traen aquellos que atraviesan ‘mundos’ para llegar a Valledupar: las barras o acompañantes, que pueden ser pocos o pueden ser muchos, como en este caso. En estos momentos, tanto en Quibdó, como en otros municipios del Chocó, hay un gran movimiento de personas que arman combos para venir a acompañar a su paisano en la competencia de canción vallenata inédita, que este año no podía tener otro nombre sino ‘Te traigo mi pueblo’.

Se estima que ese pueblo chocoano que llegará al Valle esté integrado por 600 o más personas. “Al principio se iban conmigo, pero luego aprendieron a conseguir sus cosas, su alojamiento y lo hacen de diversas formas. Se va un combito conmigo, los más cercanos a mí, pero el resto se va separado; ellos llegan a la cita”, dice William Klinger, quien aprecia las verdaderas dimensiones del acompañamiento de sus paisanos, cuando está en la tarima y ve a la gran multitud con una camiseta, una bandera o cualquier otro distintivo con su nombre y el de su canción.

Es un ingeniero forestal, nacido en Nuquí (Chocó), criado en Quibdó (la capital), con amplia experiencia en el sector de la academia, al que estuvo vinculado a través de la Universidad Distrital de Bogotá, de donde pasó a dirigir el Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico. Su contacto con el universo del Vallenato es relativamente reciente, pero lo suficientemente intenso como para haberle marcado un antes y un después en su vida de compositor,que anterior al 2006 se expresaba a través de géneros como la salsa, la chirimía y el bolero. “En ese año yo estaba viviendo en Bogotá y fui a acompañar a Beto Jamaica (acordeonero, rey vallenato); como él sabía que yo escribía algunas cositas, me dijo: ¿por qué no va a aprender al festival para saber si puede ir algún día a concursar?, y yo le dije: Pues entonces concursemos de una vez, aquí tengo una”. Ese, su primer año, su canción ‘Mi Terruño’ llegó a la final del concurso.

Un cupo en la final le dio ánimos al primíparo. “Ese día me di cuenta que tenía con qué ganar al Festival.Eso me animó y me dije que en siete participaciones más ganaba; después dije: Tengo que ganar antes y reduje la meta a tres años”. Y fue meta cumplida. Al tercer año de estar participando, en 2009, se coronó rey de la canción vallenata inédita, con la obra ‘Yo también soy vallenato’.

Este 26 de abril, Klinger llegará a Valledupar trayendo - en forma literal - a su pueblo, “y lo llevo con las principales características que él tiene”: Un pedacito del mar azul, de la selva siempre verde y exuberante del Chocó; un pueblo que viene a rendir honores a tantas virtudes que tiene Valledupar y a congratularse con Poncho y Emiliano.

Son los efectos del vallenato en su corazón, al que entró en el 2006, cuando comenzó una meteórica carrera como compositor de este género, al punto que ya cuenta con unas doscientas canciones creadas; fue a partir de ese año cuando se transformaron sus itinerarios, como sucede con cientos de concursantes, llevándolo a diversos lugares donde se le rinden honores al acordeón, a la composición, al vallenato, teniendo excelentes resultados. “Gané en La loma, en Villanueva, el Cuna de acordeones; en Bogotá y en Nobsa; fui segundo en el Festival Nacional de Compositores en San Juan del Cesar y en Barrancabermeja; fui tercero en Patillal; es decir, he ido concursando con muy buenos resultados, pero realmente no llevo tanto tiempo componiendo vallenatos”.

Sus pretensiones, como las de todos, son llevarse el título de rey para su pueblo, aunque su gran meta es para el próximo año, cuando el certamen llegue a su medio siglo y celebre la versión rey de reyes. “Lo tengo en la cabeza desde que gané. Yo fui a pelear ese cupo en el 2008, estuve cerquita, Tengo ese ánimo montao para pelear el rey de reyes; por eso sigo yendo, para que no se olviden de mí en Valledupar, para que el año entrante me recuerden, por eso la meta este año es llegar a la final”, precisa William Klinger.

Esa, llegar a la final y más allá, es la meta de ese montón de hombres y algunas mujeres que llevan meses preparándose para llegar a la cita de abril en Valledupar.

¡Buen viento y buena mar para todos!

 

María Ruth Mosquera

@Sherowiya

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