Música y folclor
Leandro Díaz: ¿Canto o denuncia?
La dimensión pragmática del canto lírico de Leandro consiste, según Escamilla, en suministrar elementos que permitan a sus interlocutores reconocer mensajes persuasivos con razones que exterioricen las desigualdades socioeconómicas de su pueblo y de sí mismo( 1) :
(…) Yo soy el hombre que vive en tinieblas / porque negro es el color de mi destino; yo soy el hombre que emprendió un camino y por donde pasa encuentra miseria; yo soy un grito, soy una pena, soy una queja; soy un suspiro; para la gente soy un problema, ni las tinieblas pueden conmigo”.
Es imposible tener dudas sobre su sinceridad y la crudeza de sus personajes, que a la manera de Unamuno, citado por Bonet (2) saca de la vida real, en desfile presencial de hechos en su narrativa, plasma el concepto de “historia efectual”, que el mismo poeta corrobora ante la pregunta sobre su temática:
“Mis temas son lo que le pasa al hombre, lo que piensa y hace, y la naturaleza. Yo mismo soy mi tema. Todos los días de mi vida he dedicado largas horas a pensar en mí, en el destino del hombre, lo cual he plasmado en mi composición favorita, El Verano”.
Dicha composición al igual que otras como La camaleona, Cardón guajiro, y El salao”, se enmarcan en un tiempo epifánico por su intemporalidad y elipsis; relata en un presente que delimita el pretérito y el porvenir de la diégesis con un discurso continuo de sucesos que retratan lo que actualmente pasa en el Cesar y la Guajira, violencia y desigualdad, que se devoran por la cola alimentándose así misma.
La voz del bardo en escenario telúrico sustituye la máscara obligatoria en los escenarios grecolatinos, en performance del mensaje percibido en dos fases básicas del acto comunicativo: enunciante y tradición dentro de un espacio, en variantes de interés y circunstancias específicas (3). Tal escenario son las “ardientes provincias del Caribe”, tal como excluyentemente las calificaba el habitante del altiplano y el conquistador paisa inveterados oficiantes del inesperado arte de expoliación de tierras a las almas indolentes:
(…) Dos papeles tiene la vida / uno blanco, limpio y sincero, otro con humildes colores…
Tradición Juglaresco
El poeta, ciego desde niño, ve con los ojos del alma, renovando de paso, un léxico regional con los cuales revive sus ayeres, en una visión telúrica del mundo para reafirmar sus vivencias cotidianas, en mensajero natural del reclamo de su pueblo ante tanta riqueza mineral explotada, y tanta inequidad en los repartos de la bonanza.
Es el filósofo terrígeno que medita en el hondo sufrimiento de sus paisanos; conspicuo trovador que con su lírico grito clama una memoriosa condena a la perenne injusticia en el Caribe, relacionando su valoración crítica con lo que percibe en el resplandor de luz que ilumina su intelecto, en constantes reflexiones hacia la búsqueda de respuestas.
Nadie dudará de su cosmovisión diegética en bucólicas experiencias vitales, precisadas con sencillez y trascendencia, que torna en requiebros amorosos y de amigable jolgorio las ocasiones propicias, con lúcida voluntad para superar avatares y el determinismo fatal de la muerte interior de la inactividad, negando , con sus hiperóminos Borges, Saramago y Homero, la metáfora inglesa(4) :
“El asombro rinde sus armas y la imaginación sus imágenes…”
Es un desgarramiento lo que motiva al juglar guajiro en su aspiración por anhelar la felicidad común; por no anular su humanidad, por ello es oficiante del ritual de plegarias hacia la cósmica esencia, que genera alegrías y tristezas, consuelo en la amistad, y sensibilidad ante el oprobioso despojo de sus paisanos desplazados.
Bonet y Avila (5) hablan de la objetividad intercambiable, y que observamos en la simbología empleada por el maestro de la décima, (5); cualidades fijas y previsibles que se tipifican en don Juan Manuel y en los trovadores medievales, y que luego García Lorca enraíza en nuestra idosincracia, fundamento, desde el Romancero de nuestra poética contemporánea, con expresiones inmediatas, sugerencia lógica, autonomía del paisaje, originalidad y sorpresa en la composición, al igual que sencillez idiomática, que ratifican Escalona, Octavio Daza, Lorenzo Morales, Gustavo Gutiérrez y Hernándo Marín, entre miles más(6) y (7).
Mientras cinco pueblos se atribuyen su patria chica, Leandro sigue en su vocación de pastor de la gleba que en él ve un arcoíris del pentagrama musical del vallenato autóctono, quien lo apuntala con desinterés y sencilla expresión de gente, renovado en su generosidad con familiares y amigos, compartiendo pequeños asombros cotidianos de un corpus lírico perenne y pleno como la poesía que Natura advierte hacia todo acto creativo del hombre, y que en Leandro, a la vez que plasma su condición desposeída de intrigas hacia bienes terrenales, expresa su firme convicción por enfrentar y avasallar la desigualdad de su gente con visión mesiánica, mientras fortalece sus cantos a orillas del río Tocaimo, en gozosa compañía de las guitarras de Araújo, Brahín y Calderón.
Jairo Tapia Tietjen
Bibliografia
1. ESCAMILLA M., Julio. Fundamentos semiolingüísticos de la actividad discursiva. Bogotá: Gente Nueva, 1998. 98 p.
2. BONET, Carmelo. En torno a la estética literaria. Buenos Aires: Ed,Nova, 1979. 136 p.
3. SOTOMAYOR, Áurea. De lengua, razón y cuerpo. Puerto Rico: Editorial U. de Pto. Rico, 1987. 264 p.
4. DUCROT, Oswald y TODOROV, Tzvetan. Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje. Madrid : Siglo XXI, 2006. 422 p.
5. AVILA, Abel. Visión Caribe de la literatura colombiana. Barranquilla : Editorial Antillas, 1997. 298 p.
6. PEREZ SASTRE, Paloma. Como la sombra o la música. Medellín: Hombre Nuevo, 2007. 176 p.
Jairo Tapia Tietjen Codazzi (Cesar,Colombia). Filología e Idiomas, UPTC. Tunja. Especialista en Pedagogía de estudios autónomos, UNAD, docente, Coloperena, I.E.M.G.Cuello, catedrático fundador (1977) de la Universidad Popular del Cesar, y U. del Magdalena.
Sobre el autor
Jairo Tapia Tietjen
WikiLetras - In Memoriam
Codazzi, Cesar (1950-2018). Columna en memoria de quien fue un destacado colaborador de PanoramaCultural.com.co. Bachiller Colegio Nacional A. Codazzi, 1970. Licenciado en Filología Española e Idiomas, UPTC, Tunja, 1976; Docente en Colegio Nacional Loperena, 1977-2012. Catedrático Literatura e Idiomas, UPC, Valledupar, 1977-2013. Director Revista 'Integración', Aprocoda-Codazzi, 1983-2014; columnista: Diario del Caribe, Barranquilla, El Tiempo, Bogotá, El Universal, Cartagena, El Pilón, Vanguardia Valledupar: 1968-2012. Tel: 095 5736623, Clle. 6C N° 19B 119, Los Músicos, Valledupar- Cesar.
0 Comentarios
Le puede interesar
El folclorismo en la música vallenata
Las manifestaciones culturales consideradas folclóricas en el Caribe colombiano - y en el país en general - han sido parte fundam...
La creciente de El Banco, la canción de Luis Enrique Martínez
Como “La creciente de El Banco” tituló Luis Enrique Martínez el paseo en el que menciona la inundación de esta localidad, ...
Consuelo Araujonoguera marcó la ruta del Vallenato
‘La Cacica’, Consuelo Araujonoguera, no sólo abanderó el nacimiento en 1968 del Festival de la Leyenda Vallenata, sino que ...
Rosendo Romero: “Estoy muy contento con este festival”
En las palabras de los juglares siempre se halla esa sabiduría que mana del alma y de las experiencias acumuladas a lo largo de la vid...
‘La Perla del Norte’, el Primer Festival Vallenato en Cúcuta
Tiene nombre de perfume, de prenda lujosa o isla exótica. La Perla del Norte suena a destino pintoresco, misterioso y llamativo ...