Música y folclor
"Patrimonio Cultural" de Jorge Oñate: expectativa Vs Realidad
El cantante Jorge Oñate, pionero como cantante -no acordeonero- con la agrupación de Los Hermanos López a finales de la década de los 60 del siglo XX, ha buscado celebrar sus 50 años de vida artística presentando el álbum “Patrimonio Cultural”, bajo el sello Sony Music*, que ha estado precedido de una andanada de comentarios grandilocuentes que han buscado posicionar al cantante como el redentor del subgénero, quien vendría a enseñar a los nuevos intérpretes (y de paso a los consagrados) cómo es que se hace vallenato, con declaraciones como: “Yo conservo el vallenato. La cadencia, la poesía. No me salgo de ese estilo. No pierdo mi identidad musical. Antes de salirme de eso mejor me retiro de la actividad musical…” o "Esa importante entidad (UNESCO) llamó la atención porque realmente se está perdiendo la originalidad del vallenato y tenemos que ponernos las pilas para conservar sus raíces. Hago un llamado respetuoso, principalmente a los jóvenes, para que no dejemos morir nuestro querido vallenato".
Declaraciones del propio artista acompañadas de otras de muchos comentaristas que es necesario revisar con la mayor rigurosidad posible, habiendo ya escuchado el trabajo con bastante detenimiento para establecer si la realidad se corresponde con la gran expectativa previa y le hace justicia o si se queda corta, por decir lo menos.
¿Volver a la tradición?
La primera observación que debemos hacer está relacionada con la decisión del artista y la disquera de presentar un álbum cercano a lo que, de manera general, se considera como Vallenato Tradicional, que se remite al estilo reinante en la llamada Época de Oro, pero que es radicalmente distinta a la música de las tres primeras generaciones de juglares, que constituyen la máxima referencia compositiva e interpretativa en el ámbito vallenato.
Ésta es una decisión que no todos los intérpretes pueden tomar en el estado actual del mercado musical vallenato, aún los consagrados, y que sólo la Sony ha tomado en los últimos años en la persona de Diomedes y, en menor medida, en la de Poncho y de Silvestre quien, a pesar de que se tenga una percepción generalizada de que no ha grabado vallenato tradicional, lo ha hecho en varias canciones en sus diferentes trabajos.
Esta apuesta sí puede constituir, en el aspecto de producción y distribución, una especie de salvavidas para la música de acordeón, la oportunidad faltante que abra caminos para que se pueda brindar una oferta distinta a la usual actual, pero no una vuelta a la tradición como tal puesto que ésta no se limita al modelo más ampliamente aceptado del subgénero, ni se puede fijar desde los últimos cuarenta años del quehacer vallenato.
Cabe hacerse una pregunta respecto a esta decisión: ¿Por qué el mismo Oñate y los demás artistas consagrados no habían tomado la decisión, antes, de hacer un trabajo con esta misma intención? ¿Por qué esperar tanto tiempo para intentarlo?
Una pálida secuela
Usualmente la canción que da título a un álbum es una gran canción, incluso la mejor del trabajo que nombra, sin embargo con el tema Patrimonio Cultural de Roberto Calderón Cujia no sucede esto. Esta canción está lejos de otras del mismo autor y que tienen una intención parecida: Ganó el Folclor y Harán la Historia.
En la primera, a grandes rasgos, narra el impacto del primer trabajo La Locura de Juancho y Diomedes, la tristeza del público por su separación y la euforia por el posterior reencuentro de esta misma pareja musical.
En la segunda canción revisa desde la nostalgia esos tiempos pasados de Juancho y Diomedes, usando su pueblo natal enlaza la unión reciente (en ese entonces) con Franco, a la que vaticina, nada más que hacer la historia después de mostrar su respaldo y admiración al Cacique de La Junta.
Patrimonio Cultural no es más que una pálida secuela de esta segunda canción al plantear, por un lado, una especie de revisión del pasado de la música vallenata y por otro buscar ensalzar a Oñate y presentar su reencuentro con Alvarito como lo mejor que le podría haber pasado al folclor, sin lograr hacerlo con la fluidez y la naturalidad de la anterior, debido a la falta de relación clara entre las estrofas y una gran cantidad de enumeraciones confusas y tediosas que le restan credibilidad a la narración y da una sensación de impostura y encargo, lamentables.
A lo largo de toda la canción se presentan unos cambios de punto de vista, de narrador más bien, que no están bien marcados y contribuyen a la sensación de confusión del texto. En la cuarta estrofa de la segunda sección de la canción se puede escuchar desde la perspectiva del intérprete decir:
Ay… mi Río Mocho,
que haces parte de mi vida.
Ay… yo jugando no estoy,
amo en serio a Nancy
y amo a mi folclor.
La perspectiva del intérprete la refuerza el nombre de su esposa. El inmediato cambio a la enumeración de reconocimientos alcanzados por el intérprete, con la impersonalidad de un observador algo distante, evidencia el cambio de narrador a partir del segundo verso de la estrofa, sin embargo el primero sigue teniendo la personalidad antes atribuida al intérprete mismo. A Oñate:
Reí y sufrí, también vi y vencí.
Elogios, Congos, Grammys
no es tan fácil conseguir
La plaza Alfonso López
para aquel primer lugar.
La estrofa siguiente no tiene unidad en sí misma. Continúan las referencias a Oñate en los dos primeros versos, pero los dos finales no tienen nada que ver con estos primeros ni se tiene claridad a qué se refieren enumerando esos cuatro compositores.
Y así se parte en dos la historia:
Cantante y acordeonero.
Tavo Gutiérrez, Rosendo,
Calderón y Manjarrez.
Volviendo al inicio de la segunda parte de la canción, la primera estrofa de ésta es la más confusa de toda la canción, la que menos relación tiene con todo el resto del tema y la que más directamente remite en su estructura a Harán la Historia, en donde el compositor también hace un recorrido por diferentes personajes para transferir el don de interpretación del acordeón de Juancho a Franco, en aquella enorme canción.
Entre Sócrates y Shakespeare, el maestro es Platón.
No sé si sea el primero, el segundo, el tercero,
El que lo entendió, lo entendió.
Sabemos una gota, ignoramos un mar.
Esto, salvo Calderón, dudo que alguien pueda entenderlo y, si bien no borra ni invita a desconocer sus grandes logros compositivos, si debe plantear una revisión más concienzuda antes de asegurar que esta o cualquier otra canción “tiene letra y melodía, de ese tipo costumbrista que está en vía de extinción” ya que esta buena melodía si tiene, no muy buena letra y mucho menos costumbrista, ya que esta temática, en estricto, no es tocada en ningún momento a lo largo de toda la canción.
¿Sin fusión con otra clase de ritmo?
A parte de la calidad de las letras, usualmente alejadas de lo testimonial y narrativo, las fusiones con ritmos pegajosos y de moda en la actualidad es lo que más fuertemente se ha estado criticando a los intérpretes del “nuevo vallenato”. Se suele decir que los intérpretes del “verdadero” vallenato no hacen fusiones con otros ritmos y menos con intereses comerciales, cosas que no son ciertas, ninguna de las dos.
Desde que se empezó a grabar música de acordeón se ha hecho con un fin comercial. El hecho de que los niveles de ingresos y la masificación de los productos hayan aumentado casi de manera impensada al transcurrir del tiempo no significa que antes no se tuviera un interés comercial. Si así lo fuera esos mismos tradicionalistas no habrían amasado una cierta riqueza, a veces considerable, con los ingresos obtenidos por su actividad artística y comercial. Por esto es curioso y risible que, buscando atacar a los nuevos compositores e intérpretes actuales o de épocas recientes, se invoque un pretendido afán comercial del cual los señaladores y “defensores del folclor” se creen y promulgan exentos.
En medio de la efervescencia del lanzamiento del más reciente álbum de Jorge Oñate, él mismo dio declaraciones en las cuales aseguraba que no haría fusión con “Reggaetón, Champeta ni otra clase de ritmo”, cosa que no es cierta, ni en el pasado musical de Oñate ni mucho menos en este reciente álbum.
Haciendo un breve recorrido por la discografía de Oñate, nos podemos encontrar con temas como: La pega pega, La aplanadora, La Paloma, Sí sí sí y varios Mosaicos de distintos ritmos, principalmente de la música generalmente conocida como Carnavalera, hasta llegar a: Dónde está esa mujer, grabado en el LP: A mi chama de 1992, con el mismo Álvaro López en el acordeón y en cuyos créditos además de Luis Donado figura el mismo Oñate como co-autor y que se puede escuchar en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=r390CnTO5nc&feature=youtu.be
Esta canción, por encima de las antes nombradas, no se apega a ninguno de los cuatro aires típicos vallenatos. Guardando las proporciones, esta especie de rock and roll con acordeón no está muy lejos de ser una fusión como las actuales. ¿Por qué se confunden muchas de estas fusiones con el vallenato? ¿Si es consecuente con sus declaraciones, revisando estos temas de su discografía, Oñate “dejará de ser Jorge Oñate”?
En Patrimonio Cultural hay dos canciones que son claramente fusiones: Meneando la batea no es vallenata y La crítica no es vallenato tradicional. Esta última empieza como un Merengue, incluso uno bueno en la melodía, pero termina cayendo en el mismo ritmo y cadencia de las canciones que son criticadas tanto por el intérprete como por el autor.
Rítmicamente, Meneando la batea no encaja en ninguno de los cuatro aires típicos del vallenato, es más bien un berroche, una música de tambores de la zona del río Magdalena. Es una canción que encaja en la música carnavalera y en este ámbito es inferior a muchas otras interpretadas por el mismo Oñate. El tema no es vallenato alegre como el intérprete y muchos otros han afirmado, simplemente no es vallenato aunque esté grabada con acordeón y están equivocados los que creen que sí lo es.
La auto–crítica planteada por Omar Géles hubiera sido más efectiva si hubiera conservado la melodía inicial, constituyéndose en un ejemplo, en un hito dentro de la rama Introspectiva o Reflexiva del vallenato en la cual hay muchos temas, entre ellos dos de este trabajo, los mejores del álbum.
La intención inicial se pierde al caer melódicamente en los mismos cortes o transiciones típicas de los arreglos del nuevo vallenato a los que Geles está acostumbrado, por un lado, y si lo miramos en cuanto a lo literario, la canción se debate entre dos lugares comunes: La referencia a los juglares como modelo a seguir, sin detenerse a plantear una letra juglaresca (y así ayudar a definir lo que deba ser la juglaría del siglo XXI), y la queja por la destrucción del vallenato por los nuevos autores e intérpretes, solo mirando los temas más pegados, dejando de lado temas que pueden mostrar otra faceta del nuevo vallenato, que se debe revisar bien y en la cual Geles es, sin duda, gran exponente.
El tema Cualquiera no puede, del mismo Geles, derivado de la controversia causado por esta autocrítica que se propuso hacer, sí está bien encausado melódicamente, se sostiene todo el tiempo como un buen merengue y esto le da mayor credibilidad y validez.
Finalmente, el tema Solamente mía, y Pégate a la sabrosura, tampoco encajan en ninguno de los cuatro aires típicos de la música vallenata. El primero maneja una jerga bastante juvenil que, usualmente, se critica al nuevo vallenato:
Fui el primero que piropeó,
enseguida le sonreí
y la muchacha se me timbró. (1)
Le dan serenata,
viene y se envolata
Con ella no pueden,
ya tiene su nene. (5)
Los cortes hechos por el conjunto en el coro de esta canción son los típicos del nuevo vallenato del que tanto reniegan los defensores del auténtico, lo cual plantea una contradicción, al igual que el tema de Rolando, hecho para el brincoleo, el jamaqueo típico del nuevo vallenato. La guitarra no va tocando vallenato. El fraseo del coro, tan trepidante, no se encaja en el canon del vallenato y, sin embargo, se ha señalada este trabajo como de auténtico vallenato en detrimento de otros que manejan el mismo tipo de canciones.
Machistas
En este álbum encontramos algunas canciones con las cuales se puede volver a plantear el problema entre el Fondo y la Forma en las canciones vallenatas, tildándose de manera general a las canciones de la llamada Nueva ola del vallenato como malas, ofensivas y degradantes de la mujer y la tradición.
Es claro que a lo largo de toda la historia del vallenato ha habido muchas canciones que alientan un sexismo velado detrás de un tono jocoso y despreocupado, otras que sin ser demasiado explícitas perpetúan la idea del famoso “macho caribe”, que canta a la libertad, a las fiestas, las mujeres y el alcohol. Otras aunque no son la mayoría, con sus versos poco afortunados y reveladores a muchas mujeres, tantas veces musas de hermosas piezas, las hacen sentir cuando menos discriminadas.
En este trabajo de Oñate no faltan estas canciones de corte machista: Seductora, desde su título, que implica engaño con arte y maña, habla como muchas otras del nuevo y viejo vallenato de una mujer que “se aprovechó” de un triste soñador que en principio la halaga y luego la pone como la causa de sus males. A esta canción la salva de las críticas hechas a canciones del “nuevo vallenato” el tipo de lenguaje empleado, menos artificioso, pero si se miran con detenimiento las imágenes sugeridas, se puede decir de igual forma que denigra del sexo femenino. Las mujeres, reafirma la visión machista del vallenato sicalíptico que vive de fiesta:
Me dejaron pelao
un montón de mujeres,
coquetonas y bien lindas.
Si vuelvo a tener dinero,
vuelvo y lo gasto en placeres…
Aquí estoy yo es una canción que con su título hacia esperar otro tipo de composición, al estilo de El firme de Máximo Móvil, teniendo en cuenta la queja expresada por el autor de que temas que hablasen de lo tradicional fueran rechazadas con insistencia por las disqueras; sin embargo, esta canción en medio de su talante jocoso se centra en un sexismo que en los mismos términos al “nuevo vallenato” no le es perdonado:
Estoy dispuesto, valla pues, hasta donde quieras llegar…
Ay no se vaya a quedar atrás, hay que estar en la innovación…
y la que se deje besar, hay que darle un buen apretón…
Las mejores
A mi manera de verlo sólo son rescatables cuatro canciones: Por qué será, canción de corte romántico de Omar Géles, aunque es una canción de las que típicamente se han hecho en los últimos años, con un lenguaje llano, bastante lejano de lo que, usualmente, llaman poesía en el ámbito vallenato es buena, se siente honesta, sin embargo, se debe dejar claro que el tipo de lenguaje empleado es muy sencillo, incluso más que el empleado en las mejores canciones del movimiento de la nueva ola, en el cual han grabado grandes éxitos como A blanco y negro al mismo autor.
Dueño de tu vida es una de las mejores canciones del álbum, a pesar de un error de perspectiva en la primera estrofa
Esa estrella radiante que me iluminaba
el sendero por donde transitaba tu vida
y una rima demasiado previsible al final de la tercera que le resta algo de fuerza al texto
Estoy enamorado, enamorado de lo más lindo del mundo,
si no es contigo seguro que me confundo.
Por lo demás es una muy bonita letra, apta para ser dedicada. Sólo haría otra observación: El título debió ser, de acuerdo a la letra, Dueña de mi vida.
Escalando mi montaña, de Yeyo Núñez, continúa con la particularidad de hablar desde una primera persona reflexiva como muchas de sus canciones: El más fuerte o Mi propia historia, pero diferenciándose de estas por el constante cambio de perspectiva entre dos narradores que se alternan a lo largo de la canción. Método empleado, hasta donde sé, sólo por Adolfo Pacheco en temas como Mercedes, grabada por El Doble Poder, sin embargo, las dos perspectivas de Escalando mi montaña son de un mismo narrador que en un momento se da ánimos a sí mismo como desde el otro lado del espejo y en otro describe el camino existencial a veces tortuoso por el cual transita.
Esta canción, en lo interpretativo, sólo tiene un problema de dicción en el coro que dificulta comprender lo que se dice en ese punto y esto es una verdadera lástima.
En la segunda estrofa hay un “de” que parece sobrar y no es posible establecer si sea cuestión interpretativa o compositiva. La percibo como aparentemente sobrante porque le resta concordancia a ese cuarto verso de la estrofa con todo el conjunto de la misma.
Ay, quien vive soñando
que del cielo caen riquezas,
Quien no reconoce
que es un don de la grandeza.
Pero el día que tiene un revés
se hace el importante y no cree,
rechaza hasta el día que nació.
Solamente así se le ve
de rodillas, orando ante Dios
La mejor canción del álbum es, sin duda, Sueña corazón, fruto de la misma melancolía de las que están plagadas las canciones no románticas de Gustavo Gutiérrez desde hace muchos años. Tiene el mismo espíritu de El cariño de mi pueblo y Parrandas inolvidables, a pesar de los más de treinta años de diferencia entre estas canciones. Es una especie de revisión de la propia existencia que nos plantea una visión retrospectiva del quehacer del poeta que nos brinda una nueva dimensión de esa melancolía que ha cantado los cambios del valle de casada blancas de bahareque y nos muestra una admirable economía del lenguaje que sí vuelve a lo mejor de los cantos testimoniales del vallenato de la época de oro. La excelente interpretación no deja nada que desear a las grandes interpretaciones hechas por Oñate de Gutiérrez. Lo único que llama la atención es ¿por qué las emisoras no han dado rotación a esta canción siendo la mejor del álbum?
Luis Carlos Ramírez Lascarro
Referencias:
* Dato tomado de la página: https://elrinconvallenato.com/noticias/nuevas-producciones/lista-de-canciones-de-patrimonio-cultural-de-jorge-onate-alvaro-lopez/
Sobre el autor
Luis Carlos Ramirez Lascarro
A tres tabacos
Guamal, Magdalena, Colombia, 1984. Historiador y Gestor patrimonial, egresado de la Universidad del Magdalena. Autor de los libros: La cumbia en Guamal, Magdalena, en coautoría con David Ramírez (2023); El acordeón de Juancho (2020) y Semana Santa de Guamal, Magdalena, una reseña histórica, en coautoría con Alberto Ávila Bagarozza (2020). Autor de las obras teatrales: Flores de María (2020), montada por el colectivo Maderos Teatro de Valledupar, y Cruselfa (2020), Monólogo coescrito con Luis Mario Jiménez, quien lo representa. Ha participado en las antologías poéticas: Poesía Social sin banderas (2005); Polen para fecundar manantiales (2008); Con otra voz y Poemas inolvidables (2011), Tocando el viento (2012) Antología Nacional de Relata (2013), Contagio poesía (2020) y Quemarlo todo (2021). He participado en las antologías narrativas: Elipsis internacional y Diez años no son tanto (2021). Ha participado en las siguientes revistas de divulgación: Hojalata y María mulata (2020); Heterotopías (2022) y Atarraya cultural (2023). He participado en todos los números de la revista La gota fría: No. 1 (2018), No. 2 (2020), No. 3 (2021), No. 4 (2022) y No. 5 (2023). Ha participado en los siguientes eventos culturales como conferencista invitado: Segundo Simposio literario estudiantil IED NARA (2023), con la ponencia: La literatura como reflejo de la identidad del caribe colombiano; VI Encuentro nacional de investigadores de la música vallenata (2017), con la ponencia: Julio Erazo Cuevas, el Juglar guamalero y Foro Vallenato clásico (2016), en el marco del 49 Festival de la Leyenda vallenata, con la ponencia: Zuletazos clásicos. Ha participado como corrector estilístico y ortotipográfico de los siguientes libros: El vallenato en Bogotá, su redención y popularidad (2021) y Poesía romántica en el canto vallenato: Rosendo Romero Ospino, el poeta del camino (2020), en el cual también participé como prologuista. El artículo El vallenato protesta fue citado en la tesis de maestría en musicología: El vallenato de “protesta”: La obra musical de Máximo Jiménez (2017); Los artículos: Poesía en la música vallenata y Salsa y vallenato fueron citados en el libro: Poesía romántica en el canto vallenato: Rosendo Romero Ospino, el poeta del camino (2020); El artículo La ciencia y el vallenato fue citado en la tesis de maestría en Literatura hispanoamericana y del caribe: Rafael Manjarrez: el vínculo entre la tradición y la modernidad (2021).
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