Música y folclor

Crónica de un quijote bienhechor de féminas cantoras

María Ruth Mosquera

24/03/2017 - 06:25

 

Hernando Riaño Baute y Sandra Arregocés

 

Las lágrimas se precipitaron y salieron con libertad. Él no hizo nada por detenerlas, no se sabe si no pudo o no quiso hacerlo, o tal vez el sublime momento que vivía estaba más allá de las reacciones físicas de su ser mortal. Estaba ahí, conmovido, viendo llorar a aquella joven cuyo acordeón imitada sus gemidos, que no traducían dolor, ni tristeza, ni ausencias, ni ningún padecimiento; sino que daban cuenta de la alegría, del milagro de existir dentro del universo folclórico en el quizás ella misma se había sentido hasta entonces como una ‘hembra forastera en un territorio colonizado por machos’.

Ese momento de emoción era parte de su cosecha, al cabo del esfuerzo, la dedicación y la pasión sembrados en su propósito de abrir un espacio de encuentro, integración, intercambio de saberes, visibilización e inspiración a las mujeres que hacen música vallenata. Ahí estaban ellas -unas 150 mujeres- ejerciendo su arte en torno al vallenato, deleitando a centenares de personas que acudieron al Primer Encuentro Vallenato Femenino e ignoraban que existieran tantas féminas hacedoras de este folclor; y también haciendo que él, Hernando Riaño Baute, o Kuki Riaño, como lo llaman sus cercanos, líder de la tarea de encontrarlas y agruparlas, no pudiera retraerse de expresar con lágrimas su gratitud.

Su pasión por el vallenato expresado en voces y talentos femeninos no es nuevo. Es algo que subyace en él desde hace 37 años, cuando fue testigo de un episodio protagonizado por una niña que le pintó de colores el mundo: se conmemoraba el Día de los Maestros y las directrices de su destino lo llevaron al Colegio de las Monjas, donde la vio a ella. “Hermosa, con unos ojos expresivos y una voz embrujadora, en medio de un bosque de cuadros blancos y azules”.

La niña cantaba algo que hablaba sobre las costumbres sanjuaneras de entregar el corazón, demostrar en serenata cuando se está enamorado, de la luna de diciembre, de la esencia de hombres y mujeres que sienten la pasión pura como las aguas que lleva el río Cesar. “Era la primera vez que yo escuchaba de esa manera cantar el vallenato, con una voz tan dulce, tan melodiosa y a la vez firme. Y me enamoré de la forma de las mujeres de cantar el vallenato. Y también me enamoré de esa niña y le dije a mis amigos quiero casarme con esa niña”.

Siete años después, se celebró el matrimonio de Hernando Riaño Baute con Sandra Arregocés, la niña aquella. El noviazgo se consolidó a punta de cartas, serenatas y la convicción de haber encontrado a la persona ideal. “Al día siguiente que la vi cantar, cogí mi cuaderno jean book cuadriculado - porque no tenía plata para comprar una esquela- y le escribí una carta, hablándole de su voz embrujadora que me fascinó…”. Su hermana fue la celestina perfecta, pues se encargó de entregar la carta a Sandra, su compañera de colegio. Y a Sandra le gustó la carta. Y también le gustó Kuki. “A parte de las serenatas, me encantó que era muy meloso. Esa melosería me atrapó”, confiesa ella.

“Como ella cantaba y tocaba guitarra, yo decidí aprender a tocar guitarra para darle serenata. Al principio iba con mis amigos: los Carrascal, los Kankuis, Hugo Manrique, Diego Garcés, Ivan Ovalle… a todos les pedía el favor que me acompañaran a darle serenata”. Así, a uno le correspondía acompañarlo el lunes, otro el martes y así hasta el viernes; pero un día los acompañantes de cansaron y debió Kuki aprender a tocar guitarra “para seguir dándole serenata yo mismo, porque era la decisión de que era ella”.

Hoy siguen juntos y enamorados, con dos hijos y un presente hermoso. “Hoy en día es mi amigo, compinche, cómplice, el mejor de los amantes”, expresa ella. “Sandra es la musa inspiradora para que este trabajo se lleve adelante”, manifiesta él. Fue por eso que lo experimentado ese día en la plaza no era más que el resultado de un trabajo en respuesta a su profundo anhelo de que aquello que a él lo hizo enamorarse tuviera escenarios de circulación en el mundo.

Juntos, Kuki y Sandra van por la vida amándose, admirándose, apoyándose en sus proyectos, sus luchas y sus triunfos. Juntos han traspasado todas las expectativas con una marca que ha comenzado a hacerse ‘viral’ en el universo de la música vallenata: Evafe (Encuentro Vallenato Femenino), sigla que sin proponérselo, terminó teniendo una agradable connotación espiritual, al asociarse a la mujer, representada en Eva y a la Fe: una mujer de fe. “No era lo que estábamos buscando, pero resultó así y esto es algo para muchas mujeres que tienen fe de encontrar dentro del vallenato femenino una posibilidad de manifestar lo que ellas saben y que pueda ser su plataforma profesional, porque aquí hay muchas mujeres profesionales en lo que están haciendo”, acota Riaño Baute.

La idea inicial era hacer un inventario de mujeres que hacen vallenato, porque veían cómo había decaído la expresión desde lo femenino de este género. “Ya no se hablaba de procesos, muchas de ellas migraron a cantar otros géneros como baladas, boleros, rancheras, música cubana o jazz”. Así que emprendieron la búsqueda en redes sociales, revistas y periódicos, preguntando, sorteando inconvenientes como la prevención de algunas muy jóvenes a las que contactaban por Internet y desconfiaban por temor a toparse con acosadores o delincuentes cibernéticos, por lo cual la incorporación a esta iniciativa tardaba un poco más.

A la primera revisión, había inventariado a 70 mujeres que componían, cantaban, tocaban acordeón, caja, guacharaca, guitarra, bajo; en fin, mujeres hacedoras de música vallenata, con las cuales hicieron una exposición fotográfica. En un segundo conteo el grupo había crecido a 120 y hoy van por 350 mujeres inmersas en esta expresión cultural.

Este trabajo es gestionado desde la Fundación Académica de Música – Decuplum, que nació con el objetivo misional de visibilizar el trabajo de jóvenes artistas, fomentando su profesionalización y circulación. “No era solamente de mujeres, sino para juglares, para jóvenes, pero llego el momento en que nos dimos cuenta que las mujeres han estado opacadas dentro del vallenato, cuando desde los inicios del mismo folclor la mujer ha tenido un papel preponderante. En 1968 en el primer Festival de la Leyenda Vallenata, la molinera Fabri Meriño, participó con los grandes juglares y ocupó un honroso sexto lugar, entre 14 agrupaciones, incluso estando en la final porque uno de los finalistas no se presentó. Entonces las mujeres siempre han tenido un papel preponderante, no solamente como musas inspiradoras sino como hacedoras dentro del folclor vallenato”, expresa Kuki Riaño.

Fue así como Decuplum concentró su accionar en aglutinar a las mujeres, para que se conozcan, intercambien saberes y experiencias, que inspiren a otras para que se exterioricen su arte, mientras –de paso- le aportan a la salvaguardia de este Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

El año pasado fue el primer gran Encuentro Vallenato Femenino (Evafe) en Valledupar. Se llevaron una sorpresa porque esperaban unas 50 mujeres entre compositoras, cantantes, acordeoneras, cajeras y demás, y llegaron 150 que participaron durante los dos días en concursos en varias modalidades, con un protagonismo femenino total, puesto que no hubo hombres integrando agrupaciones, ni jurados, ni los espectáculos  de cierre de programación diaria. “Al final, decían gracias Kuki, gracias Sandra, gracias Evafe por esto que están haciendo y esas lágrimas de emoción de esa niña para nosotros fueron de gran satisfacción”.

A partir de esta congregación de mujeres se han dado exitosas representaciones del género en festivales, como el festival Francisco el Hombre, y otros eventos como el Festival de Orquestas del Carnaval de Barranquilla, donde la agrupación de Evelin Gómez y Wendy Corzo ganó el Congo de oro.

Son logros que incentivan el trabajo redentor que ha puesto de nuevo en público el tema de la mujer en el vallenato, y muchas de ellas se dieron cuenta que había la posibilidad de seguir ejerciendo su arte, de modo que mujeres que hace 20 años no grababan, han vuelto a grabar, cuenta.

Actualmente, además de que han ampliado sus espacios a las musas inspiradoras, protagonistas de grandes clásicos del vallenato, avanzan en los preparativos del segundo Evafe, con un trabajo cada vez más fuerte que visibilizan a través de convocatorias en distintas ciudades y también. “No son concursos, ni competencias, sino espacios para ir reuniendo a las mujeres acordeoneras en los municipios del país. Por eso iniciamos este viernes 24 de marzo en la ciudad de Bucaramanga, donde tenemos a siete chicas que cantan el acordeón y cantan, con la compañía de las ganadoras del año pasado” añade Kuki, haciendo énfasis en su convicción de que las mujeres “son el futuro del folclor vallenato, como una medida de salvaguardia; no es quitarle el lugar a los hombres sino fortalecer y que ellos reaccionen y se den cuenta que están descuidando esto y digan vamos a volver a las raíces”.

Son satisfacción que arropa a esta pareja, pero también a otros que han ido sumándose al equipo, como el médico otorrino Rodrigo Córdoba, el procurador y compositor Everardo Armenta, la cantante y fiscal Lucy Vidal, entre otras personas que han puesto su corazón en este proceso.

“Creemos que el encuentro vallenato es un espacio de trascendencia. Estamos convencidos que este año va a ser superior, que será un espacio que atraerá turistas a la ciudad y dinamizara a economía de nuestro querido Valledupar. Ya hay empresas a nivel local y nacional que creemos nos van a seguir apoyando, como la Gobernación del Cesar, la Alcaldía de Valledupar, la Fundación Universitaria del Área Andina y la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata que ha visto con buenos ojos lo que nosotros estamos haciendo y nos está apoyando institucionalmente”, dice Riaño Baute y anuncia que todos los que quieran sumarse, serán bienvenidos.

 

María Ruth Mosquera

@Sherowiya

 

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