Música y folclor
El profesionalismo en la música vallenata
Ya han pasado muchos años desde que la música vallenata emigró del campo y se asentó en las ciudades, ya sus escenarios no son la exclusividad de los patios de las casas, ni las terrazas donde se hace la parranda Vallenata, el folclor ha tomado una fuerza e invadido otras culturas y ganado escenarios donde antes era inimaginable escuchar el fuelle de un acordeón.
Aun se sigue tocando en las casetas de pueblos y caseríos, pero cada día, el empresario de música contrata nuestros talentos para conciertos, en grandes y majestuosos escenarios como estadios, coliseos, clubes y discotecas de alta alcurnia, el artista Vallenato ha ganado su valía como folclorista, como profesional del arte de la música, como empresa musical, el público se ha ido culturizando, y le ha dado valor al arte de la música nuestra, pagando boletas con precios elevados de acuerdo a la talla del artista.
En este divagar del tiempo, podemos decir que salimos de las casetas de cualquier pueblo macondiano a grandes conciertos en la Plaza de Toros de Cartagena, el Coliseo el campin de Bogotá, el American Airlines Arena de Miami, o en el Madison Square Garden de Nueva York, lo mismo que en Barcelona o Madrid, el escenario evolucionó, el sonido fue superado por la tecnología, la remuneración se dignificó, desde aquellos tiempos de Alejo y Pacho Rada hemos pasado a una calidad del sonido plausible, a una puesta en escena propia de grupos internacionales.
Al ver a Silvestre haciendo dúo con Bad Bunny, escuchar las canciones de Jorgito Celedón en la voz de Marco Antonio Solís, a Carlos Vives llevando las letras vallenatas de nuestros juglares a los escenarios más distinguidos del mundo, y a Julio Iglesias interpretar la Gota fría de Emiliano Zuleta, me lleva a preguntarme, ¿si realmente el artista nuestro evolucionó?, o por lo contrario se estancó en su crecimiento como profesional de la música?
Sin generalizar quiero hacer un llamado a los representantes de este folclor que tanto orgullo y amor nos inspira, esta música, lenguaje de nuestra tierra, esta lengua rimada que desnuda la majestuosidad de nuestros ríos y montañas en bellas estrofas cargadas de poesía, que narra la vivencia del hombre del campo y que desviste ante el mundo la idiosincrasia del hombre caribe.
Hoy los músicos e intérpretes de nuestra cultura deben asumir con altura la posición escalada por el folclor, creo que ante el nuevo reto, el músico vallenato debe crecer como profesional, asumir el compromiso histórico con nuestra música, sin traicionar la historia vivida y necesaria dentro del crecimiento de nuestra folclor.
Se hace imperativo el respeto al público asistente, el musico debe separar sus momentos de parrandas personales y privadas, con los conciertos y las contrataciones donde actúa como profesional, no como invitado más al jolgorio.; el profesional de la música debe comportarse como tal, es necesario dejar de lado los tiempos del cantante como comediante del folclor, su única voz debe ser el canto de la sierra, el turpial del Guatapurí y el llanto del amor truncado por el río Cesar, se debe diferenciar nuestra cultura jocosa y parrandera del ejercicio digno de la profesión que cada día reclama más altura ante el crecimiento de su público.
El discurso salido de tono donde el cantante se cree dueño del querer del público, haciendo juicios religiosos y políticos debe relegarse al ambiente familiar y privado y no salir al escenario como lo ha hecho en los últimos tiempos.
Wladimir Pino Sanjur
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