Música y folclor
Los gloriosos tiempos de Jorge Oñate (2)
Actualmente, casi toda lo nostálgica fanaticada jorgeoñatista coincide en afirmar que la época dorada del cantante paceño la vivió al lado de los hermanos López en los primeros años de la década del setenta. Y fue precisamente en 1972 cuando esta agrupación ganó el Festival de la Leyenda vallenata y Jorge Oñate como vocalista rompió el protocolo que exigía que el propio acordeonista interpretara las composiciones.
El carácter antológico de los nueve álbumes publicados, entre 1970 y 1975, le significaron a Jorge Oñate un respaldo multitudinario dentro y fuera del país. Canciones como “Amor sensible”, “Tiempos de cometa” y “Dos rosas” de Freddy Molina, “Mi gran amigo” y “Recordando mi niñez” de Camilo Namén, "Corazón Vallenato” y “Adiós amor” de Emiro Zuleta, “Las bodas de plata” de Armando Zabaleta y “Rosa Jardinera” de Ildefonso Ramírez Bula, hoy perduran indelebles en el sentimiento del pueblo vallenato.
Sin embargo, considero que en el argumento de esta crónica merece una alusión especial al álbum “El cantor de Fonseca” proclamado a finales de 1973, en el cual Jorge Oñate demuestra con lujo de detalles la singularidad de su estilo y la maestría de su vocalización. Desde el momento de su aparición, no hubo una sola persona que no se dejara embrujar por la soltura melodiosa y llamativa de las letras, y se privara de tararear los discos “El cantor de Fonseca” y “Hermosos tiempos” de Carlos Huertas, “El contrabandista” de Sergio Moya Molina, “Palabras al viento” de Santander Durán Escalona, “El compadre” de Luciano Gullo Fragoso, “Razón y olvido” de Emiro Zuleta, “Mi huerto” de Máximo Movil, “No te vayas” de Julio Oñate Martínez y, sobre todo, “No vuelvo a Patillal”, la inmortal canción de Armando Zabaleta Guevara, compuesta en memoria de Fredy Molina Daza y ganadora de la canción inédita del Festival vallenato en 1973.
Otro acontecimiento memorable que iluminó las páginas de la música vallenata fue la sorprendente agrupación de Jorge Oñate con Emilianito Zuleta a mediados de 1975, tras su separación de los hermanos López, y que fue recibida con una total aclamación por la monumental fanaticada. De esta efímera pareja nació el celebérrimo álbum “La parranda y la mujer”, donde aparecieron doce canciones que incentivaron el deleite emocional, y el clímax de la satisfacción fue superado por los temas “Mujer conforme” de Máximo Movil, “Terco corazón” de Ildefonso Ramírez Bula, “La gira” de Juan Manuel Muegues, “La parranda y la mujer” de Alfonso Cotes Junior, “La disgustada” de Sergio Moya Molina y el polémico merengue “Mal entendimiento” compuesto por Jorge Oñate, según la cominería vallenata, como respuesta al disco “Muero con mi arte”, de “Poncho” Zuleta, grabado por “El pulmón de oro” con Colacho Mendoza ese mismo año.
El norte musical de “El ruiseñor del Cesar” alcanzó nuevos ribetes de popularidad cuando sella su alianza con el renombrado Nicolás Elías “Colacho” Mendoza a finales de 1975. Esta agrupación, que se mantuvo indefectible durante tres años, desbordó a la fanaticada vallenata con cinco magníficos álbumes, que se estrenaron con “Los dos amigos”, donde marcaron la historia, la canción que le dio el título al elepé, de Alejo Durán, “Sencilla y cariñosa” de Gustavo Gutiérrez, “Razón sentimental” de Diomedes Díaz y “Maricela” de Luis Enrique Martínez. Luego, siguieron los títulos: “Campesino parrandero”, “Únicos”, “En la cumbre” y “Silencio”, cuatro álbumes que reúnen canciones antológicas, y donde cada LP se identifica con uno de estos temas: “Noche sin luceros” de Rosendo Romero, “Que vaina las mujeres” de Carlos Huertas, “Ausencia” de Santander Durán Escalona y “Un llamado” de Edilberto Daza Gutiérrez.
Después de la repentina ruptura con Colacho Mendoza en 1978, la celebridad del consagrado vocalista siguió su línea ascendente con la proclamación de los álbumes “El cambio de mi vida”, “Siempre unidos” y “Noche de estrellas” al lado de Raúl “El Chiche” Martínez. A partir de 1981, la dupleta formada con el famoso acordeonista Juancho Rois entregó a la posteridad vallenata los elepés “El Cantante”, “El ruiseñor de mi valle”, “Paisaje de sol”, “13º Aniversario”, “Canto y tradición” y “El cariño de mi pueblo”, seis títulos magistrales que guardan numerosas canciones inmortales. Desde 1986, la fama oñatista se ha mantenido inalterable al lado de los reputados acordeonistas Alvarito López, rey vallenato en 1992; Gonzalo “El Cocha” Molina, rey vallenato en 1990; Julián Rojas, rey vallenato en 1991; y Cristian Camilo Peña, rey vallenato en el 2008, con quien viene presentándose hace varios años.
Como podemos apreciar, la prolífica trayectoria vocalista de Jorge Oñate, que prácticamente ya se acerca al medio siglo, constituye un verdadero orgullo para el folclor vallenato y, desde luego, para todo el sentimiento colombiano. Varios cientos de canciones incluidas en sus cincuenta álbumes grabados, son el mejor testimonio del legado jorgeoñatista a las páginas de la música nacional. Y, no obstante, haber transcurrido varias décadas desde que realizó sus primeros pinitos musicales por las risueñas calles de La Paz, el veterano cantante sigue conservando la originalidad vocálica y la claridad expresiva que desde siempre lo han caracterizado. Por eso, hace tres meses, cuando lo vi participando en el festival de orquesta en los carnavales de Barranquilla, lo percibí casi idéntico a la primera vez que lo conocí, y enseguida volví a evocar aquella tarde soleada en que compartimos la travesía por las turbulentas aguas del río Magdalena.
Eddie José Daniels García
Sobre el autor
Eddie José Dániels García
Reflejos cotidianos
Eddie José Daniels García, Talaigua, Bolívar. Licenciado en Español y Literatura, UPTC, Tunja, Docente del Simón Araújo, Sincelejo y Catedrático, ensayista e Investigador universitario. Cultiva y ejerce pedagogía en la poesía clásica española, la historia de Colombia y regional, la pureza del lenguaje; es columnista, prologuista, conferencista y habitual líder en debates y charlas didácticas sobre la Literatura en la prensa, revistas y encuentros literarios y culturales en toda la Costa del caribe colombiano. Los escritos de Dániels García llaman la atención por la abundancia de hechos y apuntes históricos, políticos y literarios que plantea, sin complejidades innecesarias en su lenguaje claro y didáctico bien reconocido por la crítica estilística costeña, por su esencialidad en la acción y en la descripción de una humanidad y ambiente que destaca la propia vida regional.
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