Música y folclor
Indiscutiblemente, “El pulmón de Oro” (1)
La grandeza de Poncho Zuleta, primero como gran compositor y enseguida como cantante estelar, quedó definida a comienzo de los años setenta, cuando el recordado conjunto de los Hermanos López con la melodiosa voz de Jorge Oñate le grabaron los discos “Mis viejos”, “Los tiempos cambian”, “Campesino”, “Estelita González” y “Mi canto sentimental”. Fueron éstas unas canciones apasionantes, que penetraron hondamente en el sentimiento de la comunidad vallenatófila, y que sirvieron de paradigma para medir la profunda vena artística que caracterizaba al joven estudiante villanuevero, y que, por supuesto, era un atributo singular que le venía como herencia directa de su progenitor, el muy reconocido acordeonista y compositor Emiliano Zuleta Baquero.
Estos discos primigenios, que sin duda alguna inmortalizaron a Poncho Zuleta, estuvieron arropados con el manto de la nostalgia y la tristeza que abrumaban al novel compositor por encontrarse ausente de sus padres, de sus amigos y, lógicamente, de su Villanueva querido. Por esos tiempos, el cantante había viajado a la friísima ciudad de Tunja para adelantar allí sus estudios de bachillerato, impulsado por su hermano Emilianito, quien también se encontraba en esa celebérrima población, cursando ya sus estudios universitarios, tras haber obtenido el título de bachiller en el Colegio de Boyacá en 1966. Y curiosamente, fue en esa ciudad donde Poncho hizo sus primeros pinitos en el arte de la vocalización, promoviendo el conjunto que organizó con su hermano para impulsar en esa vetusta región andina la ligeramente conocida música vallenata.
La presencia de los hermanos Zuleta en la capital boyacense gozó de mucho aprecio y admiración en toda la ciudadanía. Mientras Emilianito iniciaba sus estudios superiores en la Universidad Pedagógica y Tecnológica y Poncho finalizaba su bachillerato en el Colegio Silvino Rodríguez, aprovechaban los feriados y fines de semana para realizar sus presentaciones en todos los sitios donde eran invitados, y donde ya comenzaba la música vallenata a gozar de una gran aceptación. Esa estancia fugaz de los Zuleta en esta ciudad quedó impresa en la memoria de todos los tunjanos, porque, algunos años después cuando yo ingresé a la UPTC y me conocí allí con mi compadre Jairo Tapia Tietjen (q.e.p.d), oriundo de Codazzi, quien tuvo la ingeniosa idea de fundar un programa dominical, titulado “Revista Vallenata”, trasmitido por Radio Tunja durante dos horas, la gente no hacía más que llamar por teléfono pidiendo se les complaciera con la música de los Hermanos Zuleta.
Recuerdo que fue la canción “Mis viejos”, grabada en 1971, la que más impactó y perduró en el entorno popular y en la oligarquía vallenata, y cuyos versos iniciales “Cuando no estoy en mi tierra / sufro con melancolía / pero hay veces que en la lejanía / es donde los hombres se superan” no escaparon a la tentación de ser cantados, entonados o silbados por todo el pueblo caribeño. Pero, fue la entrada magistral del acordeón de Miguel López, matizada con una nota tierna y larga, profundamente sentimental, la que invadía el espíritu y causaba un deleite placentero en todos los oyentes, emoción que se vivía a plenitud en el recorrido de toda la canción, hasta llegar a los versos finales: “Oye, vieja Carmen Díaz / te canta Poncho Zuleta / a ti te debo la vida mía / para todo yo te tengo en cuenta/ y tu vejez la pasarás lo más contenta / con este hijo que te piensa noche día”.
A finales de ese mismo año, un efecto similar experimentaron los amantes de la música vallenata y, en especial, los admiradores de Poncho Zuleta cuando fue grabado el disco “Los tiempos cambian”, otra letra de corte melancólico, donde el autor, repleto de nostalgia, manifiesta la brevedad del tiempo y la fugacidad de la vida, y con una ironía sutil expresa también el deterioro que sufren los hombres con el paso de los años. “Cómo cambian los tiempos / y solamente queda el recuerdo / como pasan los años / y ni siquiera nos damos cuenta / y cuando el hombre vegeta / no es el mismo parrandero / y aunque tenga dinero / las mujeres lo desprecian”. También, en esta canción brilló el embrujo musical de Miguel López digitando una nota cargada de un sentimentalismo único, con que terminó ganándose el aplauso interminable del ambiente vallenato.
El transcurso de 1972 se vio ennoblecido con dos canciones magistrales de Poncho Zuleta, ambas cantadas con la perfección expresiva de Jorge Oñate y animadas con el embrujo cautivante de las notas miguelopistas. La primera fue “Campesino”, donde el autor hace una apología a esta estirpe colombiana: “Campesino es el hombre de trabajo / que se conforma con lo que Dios le da / vive luchando por la Humanidad / y sin embargo siempre es despreciado”. Y la segunda, titulada “Estelita González”, es un hermoso merengue donde el autor le confiesa a la protagonista, natural de Valle del Cauca, la alegría que siente al encontrarla y la tristeza que ha vivido por su prolongada ausencia: “En mi son vallenato te vengo a cantar / Estelita González me estoy acabando / hace más de dos años te vivo buscando / y al fin te dejastes encontrar / ay, yo no quisiera recordar / tanto tormento que he pasado”.
La nota distintiva en la música vallenata la siguió marcando Poncho Zuleta en 1973, cuando los Hermanos López publican el elepé “Las Bodas de Plata” y le incluyen la hermosa canción “Mi canto sentimental”. Como en todas las anteriores, se nota en ella la pasión magistral en el acordeón de Miguel López y la ternura expresiva del “Ruiseñor del Cesar”, vocalizando unos versos que manifiestan el sentimiento lírico que acompaña a todos los cantantes de talante parrandero: “A través de tanto tiempo / he podido comprobar / que los hombres parranderos / somos muy sentimentales. / Es un sentimiento / que llevamos en la sangre / y lo exteriorizamos / a manera de cantar”. Y en el cierre, nuevamente destaca su talento y el sentimiento de amistad que lo caracteriza: “Las personas parranderas crean un sentimentalismo / y este caso es muy frecuente en la gente provinciana / yo que por ejemplo escribo versos en mi alma / deseo a cada instante cantar con mis amigos”
Aunque en esos tiempos, Poncho Zuleta, esporádicamente, hacia parte de la consagrada agrupación de los Hermanos López, tocando la guacharaca algunas veces, y haciendo el coro en otras, ya eran visibles su ingeniosa capacidad creadora, el exquisito talento vocalista y, sobre todo, la vigorosa fuerza pulmonar que lo caracterizaba, cualidades que muy pronto lo situaron al lado de Jorge Oñate, conocido ya como “El Ruiseñor del Cesar”, y lo bautizaron con el título de “El pulmón de Oro”, calificativo con el que ha transitado casi medio siglo en el folclor colombiano, conquistando interminables aplausos dentro y fuera del país. Así lo percibimos en diciembre de 1982, cuando acompañó a García Marquez en la entrega del Premio Nobel y fue ovacionado ampliamente en el Palacio Real de Estocolmo por los propios reyes suecos y todos los asistentes.
Y como era de esperarse, los ya renombrados Hermanos Zuleta no podían pasar inadvertidos ante sus admiradores, por eso, a la par de los Hermanos López, también habían iniciado en 1971 el largo recorrido de sus exitosas grabaciones. En el primer long play que proclamaron ese año, titulado “Mis preferidas”, Poncho incluyó su hermoso paseo “Desencanto”, donde manifiesta la preocupación que le ocasiona la indiferencia mostrada por una mujer: “Tú no mereces que yo te quiera tanto / y sin embargo por ti me estoy muriendo / con tantas penas me estoy envejeciendo / no valgo nada y mi vida solo es llanto”. Sin embargo, en el cierre, satisface su inconformismo imprecando a la protagonista: “Pero algún día tendré mi recompensa / me pedirás perdón por tu falsía / ya tú te fuiste y estoy sin alegría / todas estas cosas me sirven de experiencia”.
Los estupendos temas de Poncho Zuleta siguieron acumulando afectos y conquistando corazones en 1972 cuando publican el elepé “La cita”, donde apareció el paseo “El estudiante pobre”, una letra diciente, donde el cantante valora la pobreza que lo asiste y las dificultades que tiene para cursar sus estudios de bachillerato, pero compensa estos inconvenientes con el reconocido talento musical que lo caracteriza. La entrada lo define todo: “Hay personas que en la vida reniegan de la pobreza / y eso es lo que yo no hago aunque soy tan pobrecito / yo me siento afortunado por sé cantar bonito / y también tengo una memoria que para todo se presta”. Para finalizar la letra, el autor se inmortaliza con algunos asomos filosóficos: “El esfuerzo que yo hago es un deber que estoy cumpliendo / pero sé que un futuro sí tendré mi recompensa / y los desprecios que hoy me hagan los recibo con paciencia / vale más llegar a ser que el haber nacido siendo”.
Eddie José Daniels García
Sobre el autor
Eddie José Dániels García
Reflejos cotidianos
Eddie José Daniels García, Talaigua, Bolívar. Licenciado en Español y Literatura, UPTC, Tunja, Docente del Simón Araújo, Sincelejo y Catedrático, ensayista e Investigador universitario. Cultiva y ejerce pedagogía en la poesía clásica española, la historia de Colombia y regional, la pureza del lenguaje; es columnista, prologuista, conferencista y habitual líder en debates y charlas didácticas sobre la Literatura en la prensa, revistas y encuentros literarios y culturales en toda la Costa del caribe colombiano. Los escritos de Dániels García llaman la atención por la abundancia de hechos y apuntes históricos, políticos y literarios que plantea, sin complejidades innecesarias en su lenguaje claro y didáctico bien reconocido por la crítica estilística costeña, por su esencialidad en la acción y en la descripción de una humanidad y ambiente que destaca la propia vida regional.
3 Comentarios
Gracias por el tributo, excelente trabajo para nosotros los amantes nostálgicos de la cuna del folclor patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
Como siempre, Excelente Artículo.
Gracias maestro por este enriquecido comentario, Es magistral..
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