Música y folclor
El último son de Ismael Rivera

Fue la muerte de su compadre Rafael Cortijo, el día de su cumpleaños, la causa de un gran deterioro en el estado de ánimo de Ismael Rivera, al extremo de perder la voz. Así las cosas, el 13 de mayo de 1987, mientras se encontraba en su casa —acompañado de doña Margot—, viendo la televisión le sobrevino un infarto cardíaco. Murió en brazos de doña Margarita, como dando el aviso para iniciar un “entierro a la moda”.
Mi entierro va ser el acabose
ahora verán como lo quiero,
lucecitas, coronas, cero lores pues yo lo que quiero es que lo gocen.
También en mi caja yo quisiera
unos cigarrillos y algo fuerte pa’ seguir bebiendo y fumando,
después que me lleven donde quieran.
El compositor Catalino Curet Alonso, amigo del “Sonero Mayor”, escribió en el periódico El Reportero, de San Juan, el 16 de mayo de 1987, día de las honras fúnebres, estas líneas a manera de despedida:
“El muchacho del barrio Cantagallo, el obrero de la Calle Calma, el hijo de Doña Margarita […] un sepelio más acompañando a desparrame total de gentío y plena rumbo al Cementerio de Villa Palmeras. Habrá lágrimas a todo color y al vivo como corresponde a los entierros de mi pobre gente pobre. Pero esta vez las flores serán tan naturales como el llanto colectivo y las voces que irán gritando plenas ¡a todo pulmón y a toda raza!” (1987).
Aunque para el momento de su muerte Ismael Rivera había mermado en fama, el entonces gobernador de Puerto Rico, Rafael Hernández Colón, declaró tres días de duelo. El cuerpo del sonero estuvo un día expuesto en el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) y luego pasó al centro comunal Luis Llorens Torres. Artistas como el compositor Tite Curet Alonso, cantantes como Celia Cruz, Rubén Blades, Andy Montañez, entre otros, se hicieron presentes. Fue un entierro de pueblo al que asistieron miles de personas. La música no faltó: se tocó bomba y plena durante los tres días. Al final, la multitud cargó el féretro, cubierto con la bandera de Puerto Rico, a su lugar de descanso eterno
Hoy, su imagen continúa viva en la casa-museo, ubicada en el callejón Concordia de la calle Calma en el barrio de Santurce, de la capital puertorriqueña. Allí se conserva una colección de indumentaria, premios, fotos, objetos personales y hasta los muebles originales con los que se crio el sonero.
Su voz todavía retumba por toda Latinoamérica, incluso ha cautivado a las nuevas generaciones. Ismael Rivera se mantiene vivo en la memoria de miles de seguidores que continúan cantando y bailando con sus pregones.
Robert Téllez Moreno
Director y realizador del programa Conversando la salsa
Acerca de esta publicación: El artículo titulado “ El último son de Ismael Rivera ”, de Robert Téllez Moreno, corresponde a un capítulo del ensayo académico “ Ismael Rivera: el eterno Sonero mayor ” del mismo autor.
1 Comentarios
Mi sonero, mayor!!!!
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