Música y folclor

Las bodas de plata de Luis Enrique Martínez con Rosalbina

Álvaro Rojano Osorio

08/04/2020 - 06:20

 

Las bodas de plata de Luis Enrique Martínez con Rosalbina

 

El 8 de abril de 1972, la pareja compuesta por el acordeonero Luis Enrique Martinez y Rosalbina Serrano, celebraron en El Copey los veinticinco años de casados. Luis Enrique invitó a la fiesta a sus amigos músicos, ganaderos, políticos, empresarios, comerciante de distintos lugares del Caribe colombiano y a todos los copeyanos.

Éste, además de oferente, fue el organizador de la celebración, delegando en su familia algunas actividades. Ordenó la construcción de una enramada, de casi doscientos metros de largo, en el patio común de su casa y de su madre Anatividad Argote, para que los invitados permanecieran en ese lugar mientras esperaban la ceremonia religiosa que se realizó en la iglesia de El Copey.

Él se encargó de tres asuntos, columna vertebral de las festividades, el ron, la comida y la música. Los aportantes del ron fueron sus amigos Andrés Pérez, químico de la industria licorera del Magdalena, quien le donó varios toneles de ron Centenario, y Eduardo Dávila. Fue tanto el trago que se sirvió y bebió en esa fiesta que Rosalbina asegura que corrían ríos de ron. Las reses para la comida fueron donadas por Tito y Tobías Pumarejo, Sinforiano Restrepo y Toño Andrade. 

La música estuvo a cargo de los hermanos Luis Enrique y Chema Martinez, del sobrino de éstos, el negrito Villa, de Andrés Landero, Juancho Polo Valencia, Abel Antonio Villa, Alejandro y Nafer Duran, Colacho Mendoza, Pacho, Pachito y Alberto Rada y los hermanos López, entre los conocidos. También estuvieron algunos compositores, entre ellos: Fredy Molina, Adolfo Pacheco y Armando Zabaleta, quien en el marco de la celebración compuso la canción Las Bodas de Plata, que cantó a los esposos, la que grabaron los hermanos López con la voz de Jorge Oñate.

En la ceremonia religiosa Luis Enrique lució un vestido entero gris y ella un traje ceñido al cuerpo que le habían confeccionado para la ocasión, y parte de las alhajas de oro que su esposo acostumbraba a regalarle. Después de la misa sonaron voladores y otros juegos artificiales dispuestos para esta fecha.

Tras la ceremonia religiosa los invitados y parte de los habitantes de El Copey se reunieron en la caseta central para escuchar y bailar al son de todos los conjuntos vallenatos que amenizaron la fiesta. Festejo que se extendió hasta la cinco de la mañana cuando la mayoría de los presentes abandonaron ese lugar, entre ellos el medico Rodrigo Vives Echeverria. Sin embargo, eso no significó que la celebración terminara, continuó por el resto del día y de la semana en el patio de la casa de Luis Enrique y Rosalbina.

La música interpretada por Landero, los Rada, los Martinez, Abel Antonio, Juancho Polo, entre otros, sirvió para amenizar la parranda en la que también participaron personas que llegaron de distintos lugares del Cesar, La Guajira, Bolívar y Magdalena, Bogotá. Semana en la que unos se iban y otros llegaban.

Luis Enrique, un bebedor incontrolable y sin fin, procuró atender sobrio y como si la fiesta apenas comenzara a los que llegaron a su casa a celebrar las bodas de plata durante la semana. Rosalbina no fue ajena a la organización, en oportunidades se le vio preparando comidas distintas a las que brindaban a todos, para atender, de manera especial, a algunos participantes en la parranda.

El génesis de esa celebración estuvo en el lejano 1947 cuando Luis Enrique conoció a Rosalbina en el Copey, ella tenía 20 años y él 25. Nacida en Nerviti, Bolívar, pequeña población ubicada a orillas del río Magdalena, se marchó para El Copey a temprana edad con su padre después de la muerte de su madre. La decisión de mudarse para este lugar la tomó su padre apoyado en la permanencia en ese lugar de su hija Ana, y de las posibilidades de acceder a un pedazo de tierra donde sembrar semillas de pan coger.

Rosalbina o Rosita, como su esposo acostumbró a llamarla, es una mujer de 95 años de edad, como consta en la cédula de ciudadanía, aunque, según su edad biológica, es menor tres años. Vive en Santa Marta para donde se mudaron después de 1972, tiempo en el que también vivieron en Bogotá. Ella recuerda como iniciaron las relaciones sentimentales con el juglar de la música vallenata.

-Nos conocimos la noche del matrimonio de mi hermana Ana y nos enamoramos. Él estuvo como invitado en la fiesta por el esposo de ella, Bernabel Gómez. Él desde que me vio me echó a perder, ja ja ja ja, me echó el ojo. Esa noche bailamos, me echó el cuento y nos hicimos novios, eso fue rápido. A los pocos días me visitó en mi casa. Al único que le gustó esas relaciones fue a mi papá, estaba alegre. Es que Luis Enrique ya había tenido mujer y era padre de dos hijos. Después de unos días de novios él me sacó, decidimos irnos a vivir juntos, me llevó para la finca donde vivía con su mamá y su padrastro-.

Rosalbina Serrano y Luis Enrique Martínez / Foto: archivo PanoramaCultural.com.co

La decisión de irse a vivir como parejas le trajo consecuencias judiciales a Luis Enrique debido a que la novia era menor de edad, por lo que fue detenido en la cárcel del pueblo. Para entonces, el matrimonio era una de las salidas a la situación jurídica que enfrentaba, las otras eran huir o una condena penal y la cárcel, el prefirió la primera.

-Mientras él estuvo preso, yo vivía donde unas amigas, para donde me llevaron, él salía todas las noches de la cárcel y me visitaba. Hasta que nos casamos en Caracolicito (Cesar). Fue una ceremonia sencilla, yo usé un traje blanco que él me compró, y después de la iglesia nos fuimos para la finca donde vivíamos-. La sencillez de aquel acto contrastó con la celebración de los 25 años de casados. En aquella oportunidad no hubo ni boda ni festejo el día del matrimonio. La boda era una fiesta que tenía lugar el día entes del matrimonio, con la que se buscaba despedir a los solteros.

Para entonces Luis Enrique era aserrador de madera y por ratos interpretaba el acordeón, actividad última a la que se dedicó por entero después del matrimonio.  – Después que nos casamos él comenzó a salir, a salir, a salir como acordeonero. Unos meses después de casarnos yo salí embarazada. El me dejó cogiendo barriga y salió a tocar y cuando regresó ya el niño caminaba, fue cuando conoció a Moisés- recuerda Rosalbita con voz amorosa.

-Luis Enrique se volvió mujeriego a morir con eso de la música, pero nunca me abandonó ni fue irresponsable con su hogar. Nunca vivió con otras mujeres, pero para donde agarraba tenia una. Yo sabía eso porque los compañeros me lo decían, pero yo en ese tiempo no sabía pelear ni nada de eso. Figúrese, como sería yo que, Luis Enrique se sacó a una muchacha en Bálsamo, Magdalena, Lucha Movilla se llamaba, y la trajo para donde su mamá, que vivía al lado de nosotros.  Ella se aburrió de esperarlo y se quiso ir para su pueblo, yo la acompañé a Fundación para que se fuera-.

-Yo en ese tiempo era muy tranquila, era conforme que viniera o no viniera. Yo nunca lo celé y  lo veía cuando se enamoraba. Las mujeres apenas él les hacía un hijo, me lo llevaban. Yo al que me llevaban lo cogía y lo criaba- - Yo era tan tranquila que a mí me decían: tú por qué eres así, no tienes alma. Cuando me encontraba por la calle con una mujer de esas, avispadas, me decían cosas de él, yo se las comentaba y me respondía: ¡No le pares bola, Rosita! Lo mismo me decía su mamá cuando le comentaba lo que me decían por la calle-

-Luis Enrique, fue mujeriego pero que nunca le conocí una querida- afirma Sebastián, Chan, Martinez, su sobrino y miembro de su conjunto musical por muchos años-. Su primera mujer fue Natalí, era de Fundación, con la que tuvo dos hijas. El solo tuvo cinco hijos por la calle, porque los demás fueron con la comadre Rosa. Mi comadre ayudó a criar a alguno de esos hijos, las mamás se los llevaron y ella los recibió tranquila y los crió. Uno de ellos era hijo de una muchacha de Chiriguana y otro de El Difícil. Una vez fuimos a tocar a las fiestas de Fonseca y estuvo durante ese tiempo con una india, ella salió embarazada y después que parió fue a conocer la niña y se la trajo para donde mi comadre Rosa y ahí estuvo un poco de tiempo-.

Su mamá me tenía como una hija, ella me daba todo, estaba pendiente de mí, cuando Luis Enrique estaba por fuera de la casa. Ella fiaba, prestaba, hasta cuando él regresara- dice Rosalbina con su voz lenta. –Cuando regresaba de sus corredurías me traía prendas de oro, ropa, zapatos, chancletas. Una vez me trajo un pote lleno de cadenas, aretes, pulseras de oro, que me robó una bandida, que dizque arreglaba prendas de oro, que era mujer de él-.

Luis Enrique le compuso algunas canciones a su esposa: No sufras, Morenita, La Carta, Los caprichos de Rosa, Noticias negras, Mi negra querida, de las que ella asegura las hizo cuando descubría que estaba enamorado de otra mujer. También les cantó a otras mujeres, Marta Elena, Maricela, entre otras, de las que dice Chan Martinez que lo inspiraron por el solo hecho de conocerlas. La primera era una mujer a la que conoció en las Palmas, Bolívar, mientras que a Maricela en una parranda que tenía con Lucky Cotes en Riohacha, ella era de Chiriguaná y trabajaba en un almacén en Maicao. –El hacía canciones amorosas cuando una mujer le caiga en gracia, o cuando un amigo se lo pedía, no necesariamente estaba enamorado, porque creo que de la mujer que siempre lo estuvo fue de mi comadre Rosa- advierte Chan.

Le indagué a Rosalbita si ella le mandaba cartas a Luis Enrique, como él lo dice en la canción La Carta, me respondió: -Él me escribía, me mandaba papelitos, yo le respondía.  A veces me mandaba a buscar a un pueblo, nos veíamos y yo me regresaba. Él me sacaba, me llevaba para Nerviti donde una hermana y allá duraba bastante tiempo, esperándolo, hasta que regresaba y nos íbamos para El Copey-  También me llevaba para donde algún compadre o comadre y les decía: “ahí les dejo a Rosita para que la cuiden, yo regreso la otra semana”, y volvía a los tres meses por mí. Él era muy tranquilo.

Luis Enrique, consciente de sus largas ausencias, cantó:

No sufras en mi ausencia que yo no me he quedado

Rosita de mi alma no esperes eso de mí

Yo te ofrecí un amor matrimonial

Y por eso tengo que venir.

-Lo que pasa es que Luis Enrique era como esa novela y que “El Águila Solitaria”, así era él- asegura su sobrino Sebastián. El salía de su casa y no se preocupaba por volver. De lo que si se preocupaba era de mandar plata, de llamar a mi comadre a un pueblo cercano, la veía y él pa adelante. Para regresar a su casa era trabajoso, le gustaba era andar de pueblo en pueblo, de fiesta en fiesta-. 

-Yo, desde que él se murió, he estado de duelo, me hace mucha falta- dice Rosalbita, pensado en su ausencia definitiva, en el dolor que dejó en su corazón su partida final. Sabe que no hay esperanza de que vuelva, como lo hacía tras sus largas ausencias. Está consciente de que ya no volverá a entrar por la puerta de su casa con la tranquilidad del que sabe que en ella habitaba una mujer conforme, dispuesta a esperarlo, que lo amaba.

Ella, recordándolo, debe tararear esa canción que le compuso, con la que quizá se consuela: Me mando a decir Rosita, que ella siempre está de duelo, pero le mandé una carta escrita, pa que le sirva de consuelo. Deja esa tristeza, Rosita no llores…

 

Álvaro Rojano Osorio

Sobre el autor

Álvaro Rojano Osorio

Álvaro Rojano Osorio

El telégrafo del río

Autor de  los libros “Municipio de Pedraza, aproximaciones historicas" (Barranquilla, 2002), “La Tambora viva, música de la depresion momposina” (Barranquilla, 2013), “La música del Bajo Magdalena, subregión río” (Barranquilla, 2017), libro ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el portafolio de estímulos 2017, “El río Magdalena y el Canal del Dique: poblamiento y desarrollo en el Bajo Magdalena” (Santa Marta, 2019), “Bandas de viento, fiestas, porros y orquestas en Bajo Magdalena” (Barranquilla, 2019), “Pedraza: fundación, poblamiento y vida cultural” (Santa Marta, 2021).

Coautor de los libros: “Cuentos de la Bahía dos” (Santa Marta, 2017). “Magdalena, territorio de paz” (Santa Marta 2018). Investigador y escritor del libro “El travestismo en el Caribe colombiano, danzas, disfraces y expresiones religiosas”, puiblicado por la editorial La Iguana Ciega de Barranquilla. Ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el Portafolio de Estímulos 2020 con la obra “Abel Antonio Villa, el padre del acordeón” (Santa Marta, 2021).

Ganador en 2021 del estímulo “Narraciones sobre el río Magdalena”, otorgado por el Ministerio de Cultura.

@o_rojano

10 Comentarios


Franklin Rojas 08-04-2020 08:53 AM

Historia de Oro, escrita con ribereña y costumbrista pluma.Del carajo!!

Candelario Rojano Fontalvo 08-04-2020 09:26 AM

Buen buena historia primo exelente

Ricardo De la hoz f 08-04-2020 09:43 AM

Con el tiempo cambio el pensar del hombre que en su época era un sedentario desde joven salía de su casa y pasaba de pueblo en pueblo parrandeando conociendo mujeres y dejando hijos por doquier esos fueron los relatos de mi padre en donde me contó muchas veces sus aventuras que vivió y que tienen un parecido a la vida de Luis enrrique Martínez.

federico 08-04-2020 12:29 PM

Evocación de este gran acordeonero de quien Valledupar ,excluía por ser negro.

Leonardo Fabio castillo 08-04-2020 08:25 PM

Excelente historia de ése juglar, gracias Alvarito por rlatarnos esas historias que no son conocidas por mucho de nosotros y que nos traen gratos recuerdos Saludos

Hugo Pena Barros 09-04-2020 07:03 AM

Amigo felicitaciontes por sus buenas historias reviviendo lo grande de nuestros juglares vallenatos del Magdalena Grande Dios lo sigs iluminando y bendiciendo

Yomaira Rodríguez 09-04-2020 08:11 AM

Maravillosa historia llena de idiosincrasia y costumbrismo

Jorge Osorio Restrepo. 09-04-2020 07:19 PM

Excelente crónica del "Pollo". Los pasajes de este tipo retratan al personaje y a su entorno. Felicitaciones.

Eduardo Davila Armenta 10-04-2020 10:04 AM

Yo fui de los privilegiados amantes de esta música de poder disfrutar de la maravillosa interpretación de el acordeón de Enrique. Nos reuníamos con frecuencia en mi apto. solos el conjunto y yo a grabar su música q lo hacía con una grabadora profesional q tenía. Esas grabaciones las conservo y son un tesoro q guardo con mucho celó .Ayude mucho a Enrique a quien considere mi amigo . Le bauticé a un nieto , hijo de su querida hija Rosa quien falleciera siendo muy joven

Fabio 10-04-2020 06:29 PM

Siempre escuche esta historia narrada por voces que acudieron a las "Bodas de Plata de Luis Enrique y Rosalbita" en la subregiòn de Ariguani que conforman los Municipio de Plato, Granada, Sabanas de San Ángel y el Difícil, de donde acudieron varios parientes de mis ancestros, como los Rada, Ospino, Moscote, Oviedo y hablan mucho de Tobias Pumarejo y de un señor apellido Salas, pero la narrativa es excepcional. Cuentan que los matrimonios y fiestas eran de días y semanas, tal vez aun no había llegado el capitalismo salvaje que todo lo cerceno y hoy nos preocupamos por el producir y consumir y dejamos de ser humanos, hasta que vino el COVIC 19, y todo cambio.

Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

El rey vallenato que cambió la caja por el acordeón

El rey vallenato que cambió la caja por el acordeón

Juan David “El Pollito” Herrera, era un niño cuando conoció que el acordeonero gana más que el cajero. Él quería ganar más. A...

¡Tijito siempre es Tijito!

¡Tijito siempre es Tijito!

Eran las cinco de la tarde, aquella vez en 1968, cuando Valledupar se estrenaba como capital del naciente Departamento del Cesar. Mi in...

Leandro Díaz: ¿Canto o denuncia?

Leandro Díaz: ¿Canto o denuncia?

La dimensión pragmática del canto lírico de Leandro consiste, según Escamilla, en suministrar elementos que permitan a sus interloc...

Las fechas definitivas del 48 Festival Vallenato

Las fechas definitivas del 48 Festival Vallenato

La Fundación Festival de la Leyenda Vallenata anunció que el 48 Festival Vallenato en homenaje a la Dinastía López, se realizará d...

La memoria del vallenato en Atánquez, traducida a relatos de un patrimonio que se canta

La memoria del vallenato en Atánquez, traducida a relatos de un patrimonio que se canta

Reconstruir la historia folclórica del pueblo para luego transcribirla y dejársela a las nuevas generaciones como documento de cons...

Lo más leído

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados