Música y folclor

El Merengue en Colombia

Álvaro Rojano Osorio

11/05/2023 - 00:10

 

El Merengue en Colombia

 

El merengue es un género musical alegre y rápido, destinado para la fiesta. Esta definición es de la autoría de la investigadora Elizabeth Muñoz (1990), refiriéndose al merengue cundiboyacence. Caracterización que se hace extensiva a los otros aires musicales identificados con ese mismo nombre que se han interpretado en Colombia. Otra investigadora, María Eugenia Londoño (s. f), se encarga de indicar cuales son los merengues interpretados en nuestro país: el que asocia con los grupos de cumbiamba, el dominicano y el vallenato, listado del que excluye al cundiboyacence. Aceptando la tesis propuesta por Consuelo Araujo Noguera en su libro: Orígenes y fundamentos de la música vallenata, sobre la existencia de tres escuelas de vallenato con sus diversas características: como la temática, el aire musical, el mensaje y, más concretamente, la estructura de la estrofa; tenemos, entonces, que incluir en este listado al merengue sabanero,  al que el acordeonero y compositor Eugenio Gil le cantó, en su canción Merenguito Sabanero, identificándolo como: “(…) un merenguito muy suave, el de puro aire sabanero”.

Estas expresiones musicales que comparten un nombre, el merengue, están separados por algunas características musicales. De ellos hace una caracterización la investigadora María E. Londoño (s. f) al señalar que: el que llama asociado con los cumbiamberos, lo identifica como estructurado sobre una rítmica binaria a fin a la cumbia y al paseo vallenato. Del vallenato dice que se basa en ritmos ternarios y de amalgamas, mientras que del dominicano asegura que suele escribirse en compas binario de 2/4 y su tiempo de ejecución es más lento que el colombiano.   

La explicación sobre el origen del término merengue ha generado dos teorías: la que señala que es un derivado de la palabra muserengue, que significa fiesta, jolgorio, y que está relacionada con una tribu africana del mismo nombre que fue traída a América por esclavistas en tiempos de la colonia. La otra indica que es un derivado de la palabra francés Meringues, asociación que se daría a partir de las características melosas del género musical y de la golosina conocida con ese nombre.

Pese a la existencia de una teoría sobre un origen común del merengue, la presencia de características particulares a cada género permite concluir que cada uno de ellos debe tener su propio origen y su particular proceso evolutivo. Para Guillermo Abadía Morales (citado por Gutiérrez, 1990) el merengue, haciendo de él una sola expresión musical el aire vallenato, es producto de una evolución particular en la que los intervinientes en ese proceso aportaron características musicales y su visión de mundo. De la evolución del merengue relacionado con las ruedas de cumbiamba, decía Antonio Bruges Carmona (2014) que era la más auténtica expresión de aquella gente comarcana que lo han visto nacer, que han contribuido a su modelación y que sienten en él un lejano grito de abuelos marineros bebedores de trago largo, de abuelos negros jarochos y esforzados y de abuelos indios supersticiosos y sufridos.

Mientras que de la aparición y evolución en el merengue cundiboyacence, se señala que fue a partir de la popularización, en esta región del país, del merengue vallenato, interpretado por Buitrago, en los años cincuenta del siglo pasado, que, al ser mezclada con otros ritmos como el bambuco, el pasillo y el torbellino, además del llanero, produjo un hibrido musical que tomó personalidad propia en esta región nororiental, cerca de la región llanera (Muñoz, 1990). Este merengue es un aire musical que se interpreta en la región andina de Colombia hasta el departamento de Nariño, y tiene como características musicales ser biométrico ¾ y 6/8, su melodía y armonía es netamente tonal y en modo mayor. Se canta dos veces moviéndose por terceras paralelas y los instrumentos con los que se interpretan son de cuerda (Muñoz, 1990) y fricción.

El merengue dominicano tuvo en Billo Frometa su mayor representante en Venezuela, por allá a principios de los años 40 del siglo pasado, cuando el cambio de nombre de su agrupación musical, Ciudad Trujillo Jazz Band por Billos Happy Boys, lo convirtió en perseguido político de la dictadura de Trujillo que gobernaba Republica Dominicana. De la llegada del merengue dominicano a Barranquilla dicen los investigadores, Álvaro Suescun y Rafael Bassi Labarrera, que fue a principios del decenio del cincuenta cuando sonaron los primeros éxitos de este género musical. Indica el primero de los mencionados que, no hay claridad en cuanto a cuál fue el primer tema en ser éxito, si, Compadre Juan o La Cruz de Mayo, que fue llamado “Palo bonito”; teniendo como base la información dada al respecto por el locutor Álvaro Ruiz Hernández, sin olvidar el éxito regional Al oscuro interpretado por Ángel Viloria.

De su nacimiento existe la información que fue a partir de 1848 y de su origen se dice que es producto de la mezcla de diversas manifestaciones musicales como la calenda de los esclavos, la contradanza francesa y la mouringue de Madagascar. También se menciona un baile cubano llamado Upa o Upa habanero, que se escuchó en el Caribe y que tenía un movimiento al bailar que recibía el nombre de merengue.

Del origen del merengue asociado con la cumbiamba dice Bruges Carmona (2014) que, surgió en Camarones, hoy La Guajira, de donde se extendió hacia la serranía de los Motilones y la margen derecha del río Magdalena. Delimitación de su área de influencia que excluye a la orilla izquierda del mismo río y de los Montes de María, dejando de mencionar, además, algunas otras zonas de la región Caribe donde también sonó este aire musical. El sustento de lo planteado por Bruges lo debemos buscar en la tesis que indica que el acordeón entró por Riohacha, instrumento ha estado asociado con este género musical.

El merengue del Magdalena Grande, como género musical asociado con la cumbiamba, además de contar con un patrón rítmico, tenía una manera particular de ser bailado, sin olvidarnos de particularidades regionales, un conjunto musical típico para interpretar las canciones propias de este aire y la condición de ser el más antiguo entre los que han existido en Colombia. Como género musical tenía, a más de las características dadas por Londoño (s. f), otras peculiaridades que destaca Daniel Hernández Henríquez (citado por Gutiérrez, 1992), como ser un intermedio musical entre la danza suave y halagüeña y la cumbia. El compositor Adolfo Pacheco también destaca algunas singularidades de este generó música, al asociarlo con el pasaje y el fandango. De merengue dijo el acordeonista Luis Enrique Martínez, al ser preguntado sobres las diferencias musicales que había entre este género y la cumbia, que lo único que los separaba era el nombre.

El merengue se bailó en círculos como los bailes cantaos. En esta rueda de baile llamada cumbiamba los bailadores giraban contrario a la manecilla del reloj alrededor de los músicos, las mujeres llevaban velas encendidas en su mano derecha y en algunos lugares portaban lámparas o mechones encendidos con kerosene. El conjunto musical típico fue el de un acordeonista, el cajero y el maraquero. En los Montes de María los instrumentos, además del acordeón, fueron el redoblante y los platillos que reemplazaron a las maracas.

La gaita debió ser el primer instrumento usado para interpretarlo, pues el acordeón ingresó a Colombia a través de Sabanilla, Cartagena y Riohacha, y el río Magdalena, casi al final de la segunda mitad del decimonónico, y para entonces ya se bailaba merengue en el Caribe nuestro. Pero el merengue no fue un aire interpretado solo con gaita y acordeón, en algunos lugares de la orilla oriental del río Magdalena lo fue con un cardófono conocido por el nombre de Carángano. Algunos sextetos conformados, a mediados de siglo XX, en localidades del delta del río Magdalena también interpretaron canciones pertenecientes al merengue.

De la antigüedad de este aire musical da testimonio Tomás Darío Gutiérrez (1992) en su libro: Cultura Vallenata. Origen, teoría y pruebas, donde menciona la información que conoció, a través de la tradición oral, en La Guajira y que indica que tropas afectas a la campaña libertadora cantaban melodías que identificaban como merenguito. Existen, además, informaciones documentales dadas al respecto por Florentino Goenaga, por el historiador Ismael Correa, por los viajeros Joseph de Brettes y Henri Andevier (citados por Joaquín Viloria, 2018), que mencionan a las cumbiambas donde se bailaba merengue a mediados y finales del siglo decimonónico.

Antonio Bruges Carmona, menciona algunos temas del repertorio merenguero: La muerte de Olaya Herrera, El doctor Alfonso López en el Valle, Luisa López se va, La llegada del avión, La huelga en la Zona, Los amores de Pacho. Connotados acordeoneros fueron intérpretes de merengue: Abel Antonio Villa, Luis Enrique Martínez, Alejandro Duran, Pacho Rada, Emiliano Zuleta, Moralito, Francisco Moscote, Octavio Mendoza, Chico Bolaño, entre otros.

No obstante ser la cumbiamba una rueda de baile donde se bailaba merengue, gaita, fandango, el porro o el Mapalé (Abadía, 1997), el músico e investigador Emirto De Lima (1942) hace de esta última un aire musical al mencionar sus características musicales: de medidas regulares como irregulares producida por el uso frecuente de las síncopas, los acentos tardíos, el constante empleo del puntillo y de doble puntillo, entre otras anotaciones. Enrique Pérez Arbeláez (s. f), también le da característica de aire musical al señalar: “(…) al porro que no viene solo sino en grupo con el paseo, el porro y la cumbiamba, el merengue, la gaita y con otros bailes inseparables de la música.”

Es Emirto De Lima quien en 1942 advierte sobre la decadencia del merengue, al señalar que éste y otros géneros musicales como el currulao, el mapalé, han ido alejándose poco a poco del escenario folclórico. Un año después Bruges Carmona, se refiriere al mismo tema señalando que el papel que jugó el merengue durante muchos años en una vasta región de los pueblos del litoral y en los pueblos ganaderos de Bolívar y Magdalena, por medio del cual recogía en sus estrofas el diario acontecimiento que alteraba en una u otra forma la vida sencilla de la comarca, ha pasado al porro. Se refería el escritor al auge de las bandas de viento en la región Caribe, incluyendo a su pueblo Santa Ana, Magdalena, donde habían surgido varias de este tipo agrupaciones musicales, y a la importancia que principiaba a tener el porro en el contexto nacional

Existieron otras razones que llevaron al decaimiento y desaparición de este género musical: la comercialización de los medios masivos de comunicación y el despliegue de la industria fonográfica nacional, que llevó a la perdida de tradiciones locales y a que se destacaran algunos ritmos musicales que fueron de la preferencia de los colombianos, a expensa de otros que quedaron con un escenario limitado, del entorno local (Wade 2002). El merengue estuvo entre los excluidos del despliegue de la industria fonográfica lo que llevo a que los grupos humanos que lo interpretaban y las regiones donde se daba quedaran invisibilizados para el resto del país.

El merengue, que se bailaba los sábados o domingos en gran parte del Caribe nuestro, se enfrentó a la comercialización de algunas expresiones musicales con las que, antes de producirse este fenómeno económico, competía o compartía espacios sonoros. Competencia a la que no podía hacer frente debido a falta de modernización de su estructura musical, como sí lo habían hecho los interpretes de la cumbia a partir de los años treinta, lo que trajo como consecuencia la reducción de sus espacios sonoros. Tampoco podía competir con una corriente sonora que creció con pasos agigantados como fue la de las bandas de viento, agrupaciones que se fueron multiplicando después de la guerra de los Mil Días y que, desde entonces, comenzó a formar parte del gusto musical de los costeños.

A partir de los años cincuenta y sesenta se da lo que se ha denominado la edad de oro de la música costeña, lo que es contemporáneo con la aparición de otro producto moderno de comunicación, el picó, que da la estocada final a este género. Ocupa los espacios que antes eran del merengue y promueve nuevos géneros musicales, entre ellos el merengue dominicano y el vallenato, desplazando de los costeños el gusto por aquella expresión musical que, con las velas encendidas de las bailadoras, engalanaba las noches de los fines de semana en localidades esparcidas en un amplio radio del Caribe colombiano.

Con el festival vallenato quedaron establecidos los cuatro aires que conforman la llamada música vallenata, y el merengue es uno de ellos. De él se puede señalar que hereda del que, asociado con la cumbiamba, el nombre y algunas características musicales como el predominio del elemento ternario (Londoño, s. f). El terciario, junto al binario, es un ritmo básico o esencia de los demás compases. Este tipo de ritmos son los divisibles por el número tres como ¾, 6/4 y 9/4. Este ritmo es una sucesión de sonidos de tres tiempos: el primero que es fuerte, mientras que el segundo y el tercero son débiles.

Algunos ritmos caribeños muestran características tonales del merengue primigenio, como lo explica el acordeonista Rodrigo Rodríguez ganador del premio Grammy latino en el 2012. Este encuentra similitudes musicales entre la cumbia, el paseo y por ende con el merengue. De la similitud estos dos últimos dice que están escrito a 4/4 o compas partido, lo que los une musicalmente. La percusión también los asocia y para mayor ilustración de lo que señala pone como ejemplo la interpretación de un paseo en tono menor con la percusión de la cumbia y señala que se transforma en este aire musical. También menciona al fandango, al pasaje y al merengue, que son interpretados en un compás 6/8 y se diferencian a través del sonido de la percusión. El golpe del pasaje es parecido al del merengue, los diferencia la caja. Al fandango, por su parte, lo hace diferente la percusión, porque la caja trata de imitar al redoblante. El compás es el mismo 6/8, aunque en las cadencias hay diferencias, sin perder de vista el criterio musical del compositor o arreglista”.

Ramón Glass Santana, autor de un texto sobre este género en México resumió en una frase lo que para él significa el merengue: “(…) es alegría, es fiesta, es ánimo, es movimiento, es cultura, y, por consiguiente, es vida.”

 

Álvaro Rojano Osorio

 

Bibliografía:

Abadía, G. (1997). Compendio general de folklore colombiano. Bogotá.

Araujo, C. (2002). Vallenatologia, orígenes y fundamentos de la música vallenata. Bogotá.

Bruges, A. (2014). Macondo visionado. Textos primeros de Antonio Bruges Carmona sobre folclor y música costeña. Compilador Elías Calderón. Barranquilla.

De Lima, E. (1942). Folklore colombiano. Barranquilla.

Gutiérrez, T. (1992). Cultura Vallenata. Origen, teoría y pruebas. Bogotá.

Ochoa, S. (2018). La producción musical tropical de Medellín durante los años sesenta. Medellín.

Londoño, M. (s. f). Introducción al vallenato como fenómeno musical, en Memoria Cultural del Vallenato. Rito Llerena. Medellín.

Muñoz, E. (1990). El merengue-cundiboyacence. Orígenes y contextos. Revista A contratiempo. Número 7. Bogotá.

Pérez, E. (s. f). La cuna del porro, insinuación folklòrica del Departamento del Magdalena en Colombia. (s. d).

Viloria, J. (2018). Acordeones, Cumbiamba y Vallenato el Magdalena Grande: una historia cultural, económica y política, 1870-1960. Santa Marta.

Wade, P. (2000). Música, Raza y Nación. Bogotá.

 

Sobre el autor

Álvaro Rojano Osorio

Álvaro Rojano Osorio

El telégrafo del río

Autor de  los libros “Municipio de Pedraza, aproximaciones historicas" (Barranquilla, 2002), “La Tambora viva, música de la depresion momposina” (Barranquilla, 2013), “La música del Bajo Magdalena, subregión río” (Barranquilla, 2017), libro ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el portafolio de estímulos 2017, “El río Magdalena y el Canal del Dique: poblamiento y desarrollo en el Bajo Magdalena” (Santa Marta, 2019), “Bandas de viento, fiestas, porros y orquestas en Bajo Magdalena” (Barranquilla, 2019), “Pedraza: fundación, poblamiento y vida cultural” (Santa Marta, 2021).

Coautor de los libros: “Cuentos de la Bahía dos” (Santa Marta, 2017). “Magdalena, territorio de paz” (Santa Marta 2018). Investigador y escritor del libro “El travestismo en el Caribe colombiano, danzas, disfraces y expresiones religiosas”, puiblicado por la editorial La Iguana Ciega de Barranquilla. Ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el Portafolio de Estímulos 2020 con la obra “Abel Antonio Villa, el padre del acordeón” (Santa Marta, 2021).

Ganador en 2021 del estímulo “Narraciones sobre el río Magdalena”, otorgado por el Ministerio de Cultura.

@o_rojano

1 Comentarios


Eugenio Gil 05-07-2020 11:19 AM

Excelente análisis sobre este ritmo, aire y danza. A pesar del compás básico y sus similitudes, hay compositores, como Manjarrez, que es sostienen que es difícil componer merengue y ahí radica también una causa de su abandono.

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