Música y folclor
Surgió un compositor
Colombia se encuentra ubicada muy cerca de la línea ecuatorial, su clima es tropical, por lo que no posee estaciones. Se distinguen dos periodos climáticos: la época de lluvias y la época seca llamada de verano. En la costa Atlántica se conoce como verano a los meses secos, es decir, de noviembre a marzo, cuando hay menos precipitaciones.
Aquel 17 de junio de 1989, víspera del día del padre, se aproximaba a Sincelejo, un nimbo gris oscuro, que viajaba a toda velocidad, llegando de los lados del Golfo de Morrosquillo. Una hermosa luna llena que iluminaba la calle San José, se oscureció, y la brisa cargada de ozono, presagiaba lluvia. Justo, en esos momentos disfrutando de unos tragos de aguardiente, nos encontrábamos enfrente de la residencia de mi compadre, Eddie Daniels, en compañía Pedro Mancera. Mi compadre, excelente anfitrión, había sacado sendas mesitas de su bar, y las había colocado al lado de cada mecedora momposina, donde estábamos sentados; sobre cada mesita dejó, al alcance de la mano, una bandejita con picadas de naranja y piña, y la consabida jarra del buen beber, con hielo picao.
Esa prima noche, departíamos alegremente, mamándole gallo a Pello, el también talaiguero, coetáneo de mi compadre. Quien, dicho sea de paso, ejecuta con maestría la guitarra, y en esos momentos no se decidía en complacernos.
Instante más tarde, se detiene un automóvil gris y se baja de él un exalumno del dueño de la casa, quien saluda efusivamente, y se integra a la francachela. Al poco rato, este advenedizo personaje, sonsacó a Mancera, con una invitación de whisky y una comida de lo que quisiéramos, si los acompañáramos a dar una serenata a su progenitor pasada las doce de la noche, por ser el día del padre.
A mi compadre, amante del whisky, se les abrieron las agallas, con aquella propuesta, y, de inmediato, empezó a paladear en la mente el trago de la bebida, por ello, convenció a Pedro a que aceptara la invitación. Pedro, por no defraudar a su coetáneo, aceptó, la tal invitación.
Entonces, el compadre entra en su cuarto y consigue su viejo instrumento de cuerdas y se lo entrega a su amigo.
El alumno va al vehículo y saca un litro de Old Parr, lo descorcha, y comienzan en el acto a tomar ellos, tragos del whisky, mi persona, a quien poco le gusta esa bebida, continúa con sus aguardienticos; del cual sólo quedaba un puchito, unos dos dedos, equivalente a unos seis tragos del licor antioqueño.
Pedro, tocando la guitarra, le va preguntando al joven por los temas que deseaba para la serenata. Así, seleccionaron tres temas, y se necesitaban cuatro canciones. Y no conseguían el cuarto.
Yo, al notar que no daban con el cuarto tema, intervine, dirigiéndome a mi compadre.
-Haga usted unos versos en honor al día del padre, y que Pedro le ponga la melodía.
Mi compadre, no acepta el reto, sino que responde:
-Mejor haga usted los versos y Pedro que le ponga la melodía.
Entra a la sala y trae una tablilla con hojas de papel en blanco y un bolígrafo. Y me los entrega.
Lo cual acepté de inmediato y, en menos de lo que se persigna un ñato, escribí la primera décima y, luego de varios intentos con la melodía, a Vergel le agradó una versión con sabor a balada, después me exigieron otra décima, que compuse en inmediato.
Así, surgió “A usted padre”, canción, que escuché en voz de Pedro Mancera, aquella madrugada, me la dedicaron en serenata a mí también.
Comienza aquella noche la carcoma de ponerle melodía a los versos que construía.
Rodrigo José Hernández Buelvas
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