Música y folclor

Las bandas de viento de Pedraza, Magdalena

Álvaro Rojano Osorio

16/08/2021 - 11:25

 

Las bandas de viento de Pedraza, Magdalena
La banda del barrio Abajo (a la derecha) / Fotografía: archivo de Álvaro Rojano

Cuando Rafael Medina Rodríguez regresó a Pedraza, Magdalena, a principios de siglo XX, se hizo acompañar de una banda de viento, la que, con su música, alteró la monotonía de este pueblo ubicado a orillas del río Magdalena. Su llegada fue el preludio de un proceso musical que se extendió, en este lugar, por parte de ese siglo, y que aún muestra sus huellas en el Caribe colombiano, porque este, con su condición de maestro de música, fomentó la aparición de un número importante de músicos y la creación de tres bandas de viento en esta localidad.

Medina, que en sus inicios fue intérprete de un acordeón y animador de los merengues que organizaban los fines de semana en Pedraza, tras regresar de Panamá, donde fue a estudiar música, encontró en el lugar donde nació un grupo humano con el que conformar, en 1905, la primera banda de viento en la sub región del río, en el departamento del Magdalena. Esa es la que reseñan que en 1908 acompañó al gobernador de Barranquilla, José Francisco Insignares Sierra, quien regresaba en un barco a esa ciudad, tras visitar a los municipios a orillas del río Magdalena, que recién había sido incorporados a este naciente departamento. 

Pero el maestro Medina no hubiera logrado la consolidación del proceso educativo sin el material humano que encontró en su pueblo. Fueron tantos los interesados en ser músicos que la banda de viento “25 de enero” debió ser dividida entre la del barrio Arriba y Abajo, de la que hicieron parte músicos pertenecientes, especialmente, a las familias Barrios, Ruiz y Medina.

Entre estas familias, la que mayor número de miembros aportó fue la Barrios, incluyendo entre ellos a los directores de ambas bandas, Pedro Charris y José Antonio Barrios Barros. Este último, además de bombero, era auspiciador de la agrupación, lo que hacía comprando los instrumentos musicales que cada miembro utilizaba. Además, fue padre y abuelo de los también músicos, Juan Antonio, y José Antonio Barrios (hijo de este último), destacado compositor y director de la banda San Jerónimo de Ayapel, donde es recordado como un referente cultural, y un eximio interprete del clarinete.

A esta misma familia, también, perteneció Luis Llach Herrera, ejecutante del marcante en la banda departamental del Magdalena, así como Eugenio Camargo, quien interpretaba el bombardino. También lo era el trompetista Nicolás Herrera Jiménez, quien se radicó en Achí, Bolívar, donde se destacó como músico de la banda de viento denominada “19 de marzo”.

Otros músicos de la misma cepa fueron Ernesto Manuel Barrios Herrera, intérprete del redoblante, José y Rafael Núñez y Abel Tapias. A los Barrios también perteneció Pedro Altamar sobre quien mencionan, los que lo recuerdan, que tocando el bombardino no tuvo quien lo superara. Altamar fue profesor de los miembros de la banda de viento de Sitionuevo, Tenerife y de Heredia, en el Magdalena.

Otro músico importante fue el trompetista Nicolás Herrera Barrios, a quien apodaron “Boca de Acero” por su capacidad como músico y por lo incansable cuando tocaba. Conformó la primera banda de viento en Aracataca, en 1923 y 1924, además, fue profesor de la banda de los Villanueva, a la que perteneció Manuel Villanueva, en Barranca Nueva. Murió envenenado, por envidia, por un músico en Barrancabermeja.

En las familias Ruiz Tapias y Ruiz Santander también hubo un grupo de músicos que hicieron parte de las tres de las bandas. De la primera lo fue Gregorio Ruiz Tapias, que tocaba el bombo, mientras que a la del barrio Abajo pertenecieron los hermanos Gregorio, Eladio y Pedro. El primero fue bombero, Pedro, fue un prolífero por su parte músico debido a que tocaba el bombo, los platillos y el redoblante. Eladio, por su parte, fue un destacado ejecutante de la trompeta, compositor y arreglista. Varias son sus composiciones, entre ellas, los foxtrots “Auristela”, “Teresa”, “Delia”.

En Bogotá, perteneció a la orquesta Ritmos Costeño, también fue músico en Magangué, Plato, en la Zona Bananera. Dirigió, con otro músico pedracero y pariente suyo por línea materna, Virgilio Santander Martínez, una banda de viento en Calamar, de la que formó parte hasta los últimos días de su existir.

En la familia Medina, además de Rafael Arturo Medina Rodríguez, fueron músicos su nieto Hermógenes, su hermano Joaquín, además, Ángel Lisandro, que tocaba el bombardino, y Diógenes Medina Sánchez, que era clarinetista. El profesor Medina, además de su vocación educativa, de interpretar todos los instrumentos, fue un prolífero compositor de marchas, valses, pasillos, bambucos, porros, gitanillos, fandangos, cumbias, foxtrots, rumba, guabina, danza y corridos.

Antes de morir, el músico originario de Concordia, Magdalena, Pedro “Pello” Colón, recordaba y tarareaba, acompañado de un redoblante, algunas composiciones de su maestro, Rafael Medina, mencionaba el vals llamado “Paulina”, que fue famoso entre las bandas de la zona de Pedraza; recordaba el nombre del foxtrot “Broche de oro”, de una danza llamada “Zoila Rosa”, de un pasillo conocido con el nombre de “Dos almas unidas”, de una cumbia titulada “Ron Bolívar”. Otra canción de su autoría era “La trampa”, que es una rumba, un vals, Onil, que dedicó a la hija de su copartidario liberal y amigo en Pedraza, Manuel Mendoza.

La vida musical de Medina es amplia, su huella es innegable entre las bandas del Bajo Magdalena, El Carmen de Bolívar, el Canal del Dique, Barranquilla, la Zona Bananera. Además, fue profesor de piano en Cartagena, Calamar, Montería, San Andrés y Barranquilla. Hace más de 30 años, Elvirita Becerra Santander cobijada bajo la sombra de un árbol de Naranjito, y me dijo de Medina: “¡Vea, ése era el hombre que sabía de todos los cantos y de todos los instrumentos!”.

Otro destacado músico de esta localidad fue Pedro Saltarín, quien era considerado un diablo, el de los gentiles, para tocar el bombardino, además, fue compositor, arreglista, y dirigió la banda militar de Cartagena. Su muerte, aun siendo joven, truncó su brillante carrera. También lo fue el trompetista Diego Fontalvo Tapias, quien formó una banda de viento en Aguada de Pablo, Atlántico, y por años fue profesor de música en poblaciones como Repelón, Luruaco y Manatí.

El proceso bandístico local decayó después de los años cincuenta, y a partir de los años 90 se produjo un movimiento que buscó reactivarlo, lo que permitió la aparición de un pequeño grupo, que, por los instrumentos que usaban, llamaron “La banda peinilla”. Fueron un puñado de jóvenes que se interesaron por este tipo de organización musical, entre ellos, algunos de apellidos Barrios, Tapias y Medina, los que hacen parte de una pequeña banda, en la que se destaca el trompetista Eduardo Medina Barrios.

Sin embargo, hace ocho años el proceso se detuvo por falta de apoyo estatal, y de conocimiento de la tradición musical local, al creer que la tradición es el vallenato y la música folclórica, lo que se ha convertido en un obstáculo para que Pedraza vuelva a ser, según Pedro “Pello” Colón, el padre y madre de las bandas de viento existentes a orillas del río Magdalena.

 

Álvaro Rojano Osorio

Sobre el autor

Álvaro Rojano Osorio

Álvaro Rojano Osorio

El telégrafo del río

Autor de  los libros “Municipio de Pedraza, aproximaciones historicas" (Barranquilla, 2002), “La Tambora viva, música de la depresion momposina” (Barranquilla, 2013), “La música del Bajo Magdalena, subregión río” (Barranquilla, 2017), libro ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el portafolio de estímulos 2017, “El río Magdalena y el Canal del Dique: poblamiento y desarrollo en el Bajo Magdalena” (Santa Marta, 2019), “Bandas de viento, fiestas, porros y orquestas en Bajo Magdalena” (Barranquilla, 2019), “Pedraza: fundación, poblamiento y vida cultural” (Santa Marta, 2021).

Coautor de los libros: “Cuentos de la Bahía dos” (Santa Marta, 2017). “Magdalena, territorio de paz” (Santa Marta 2018). Investigador y escritor del libro “El travestismo en el Caribe colombiano, danzas, disfraces y expresiones religiosas”, puiblicado por la editorial La Iguana Ciega de Barranquilla. Ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el Portafolio de Estímulos 2020 con la obra “Abel Antonio Villa, el padre del acordeón” (Santa Marta, 2021).

Ganador en 2021 del estímulo “Narraciones sobre el río Magdalena”, otorgado por el Ministerio de Cultura.

@o_rojano

4 Comentarios


EMMANUEL 16-08-2021 01:58 PM

HERMANO ALVARO, MUY BUEN TRABAJO INVESTIGATIVO, SIGUIENDO LAS HUELLAS DE LOS PINONEROS DEL MOVIMIENTO BANDISTICO EN EL BAJO MAGDALENA, CON EIUCENTRO EN LA POBLACIIN DE PEDRAZA, MAGDALENA. FELICITACIONES. UN FUERTE ABRAZO.

Jorge santander petea 16-08-2021 05:32 PM

Hermosa historia contada por mi querido hermano paisano y amigo Alvaro Rojano Osorio felicitaciones y que nos siga deleitando con más historias de nuestro querido pueblo

Jorge Rafael Coronado Alfaro 16-08-2021 06:05 PM

Hombre Angel, recibe mis buenas tarde. Estoy muy complacido con la lectura del presente artículo y déjame decirte que así es que se escribe; con fundamemtacion y no como le dicen o mejor, se hacen llamar investigadores que no son más que unos charlatanes y embusteros. Ángel Cuéntame cómo hago para acceder al libro Bandas de viento, fiestas y orquestas en el bajo magdalena y cuanto cuesta.

Pacheco jenni 16-08-2021 07:19 PM

Faltó Hamilton Barrios qué también hace parte de la banda

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