Música y folclor

Coraje y persistencia: Alcides Rafael Díaz

Luis Carlos Guerra Ávila

18/10/2022 - 05:00

 

Coraje y persistencia: Alcides Rafael Díaz
El compositor Alcides Díaz ganó el Congo de oro, con Martín enguayabao / Foto: cortesía

 

Todo niño crece con un talento por descubrir y a medida que pasa el tiempo va escudriñando en cada etapa de su vida esos momentos de destreza que se convierten en sus alternativas de vida, muchas veces va mostrando en su desarrollo dotes o talentos, características que lo impulsan a seguir un fin como si fuera una estrella fácil de alcanzar haciendo lo imposible por perseguir sus sueños.

Buscando en los lares de la historia de muchos de nuestros juglares encontramos que se hicieron así, a puro “pulso”, como es el decir popular, pero a veces luchar por una causa  sobretodo en circunstancias adversas, cuando la persona desea lo prohibido le cuesta creer que lo que uno desea ser en la vida, sea también del agrado de otros seres queridos y de uno mismo, que todos estos sueños puedan convertirse en una utopía, pero el plan trazado o el futuro van de la mano del destino.

En la Villa de Concepción de la Plata, hoy Plato (Magdalena), la señora Fanny Díaz, mujer de nobleza y arraigos culturales plateños, también tenía sus propios sueños, pero la naturaleza no fue condescendiente con ella, y se sentía vacía, ya que quería tener hijos y su ilusión no se hizo esperar. Una tarde primaveral, época donde los jardines florecen y los animales se aparean, llegó una visita inesperada, una señora amiga de la familia le entregó un bebé de dos meses, ella enseguida lo adoptó y le colocó el nombre de Alcides Rafael Díaz.

La niñez de Alcides transcurrió normalmente: hijo de una familia acomodada con lujos, se podría decir que le esperaba un futuro promisorio, pues tenía la facilidad de estudiar y ser un buen profesional. Doña Fanny lo acogió y le entregó el amor que todo niño de su edad necesitaba.

Pero los planes de aquel joven no eran iguales a los de sus padres. Le llamaba mucho la atención la música y en el colegio siempre tocaba algún objeto y le sacaba sonido y melodía, eso sí, no le gustaba cantar, el canto para él no era importante, pero los instrumentos sí.

Las llamadas de atención de los profesores no se hicieron esperar, pero él seguía empecinado en la música, así que se volaba de la escuela y se iba para los bares del pueblo donde existía una vida muy bohemia. Él veía que su papá se reunía con unos amigos, entonces, Alcides aprovechaba y se quedaba ayudando al cantinero con el único fin de escuchar las guitarras y el ritmo de las maracas en la ejecución de un bolero o una ranchera.

En esas andanzas fue observando los movimientos de los dedos de los guitarristas y se las aprendía de memoria. Al ver esta inclinación musical y el apego a los sonidos, doña Fanny le trajo una violina de Barranquilla, y así se convirtió la dulzaina en el primer instrumento que aprendió a tocar. Con el pasar del tiempo se volvió muy diestro, tanto, que armó un grupito con Álvaro Lemus, el popular hombre caimán quien también poseía una admiración por la música, convirtiéndose en el cantante del grupo, ya que, a Alcides solo le interesaba tocar, aunque en ese tiempo solo existían en Plato algunas orquestas musicales como la de Manuel Saumeth.

Al grupo de Alcides los buscaban para los eventos los que no tenían para pagar una orquesta y tocaban la hora a quince centavos. Se convirtió en el conjunto más barato de Plato.

En esa época, había un serenatero llamado Rafael Díaz que se colocaba en la esquina de la iglesia a interpretar la guitarra. Un día se quedó mirándolo y le dijo: “¿Quieres aprender a tocar guitarra?”. “Claro que sí”, le contestó Alcides, y con él hizo sus primeros pininos, pero no era en sí, lo que le llamaba la atención, sólo le gustaba escuchar el sonido de la guitarra.

A raíz de las escapadas del colegio para practicar música y el bajo rendimiento académico, deciden enviarlo a un internado, al Carmen de Bolívar, esto debido a que permanecía pendiente de los ensayos de la orquesta y de los guitarristas y doña Fanny insistía en los estudios.

Estando en esta población, observó que había un vecino que tocaba guitarra y entonces se escapaba del internado e iba a tocar violina con él. Se le ocurrió hacer un trueque con el vecino. Un día le mandaron de Plato unos zapatos nuevos muy finos y Alcides le ofreció cambiarlos por la guitarra, esto para doña Fanny fue de mal gusto ocasionando que lo castigaran y le dieran una muenda (unos cuantos correazos).

En vista de que tenía mucho apego a la música y resentido con los acontecimientos decide mudarse de la casa de Doña Fanny donde lo habían criado. Los amigos comienzan con la intriga y le cuentan que él no era hijo de Doña Fanny, y es ahí donde se entera que ella no era su mamá sino su tía madrina, hermana de su papá y lo crió desde los dos meses, y que, además, tenía dos hermanas Nidia y Ana Osiris. Su verdadera mamá fue una señora humilde que, por cosas del destino, se enamoró y de esa aventura nació Alcides Díaz.

Empezó a atar cabos y recuerda cómo esa señora sentía un especial cariño por él, pues siempre iba a la casa y le hacía detalles, todos estos rumores hacen que se mude para donde su mamá biológica y comienza una vida diferente alejado de lujos y riquezas, de todo lo que puede brindar la comodidad.

En su nueva vida, se da cuenta que necesita producir. Su nueva casa carecía de muchas necesidades, aún con los consejos que le daba su madre, que no se fuera, que como iba a despreciar todas esas comodidades, que él había nacido en cuna de oro, pero nada de esto lo detuvo y organizó un conjunto musical que se llamó Los Planetarios,y en realidad se sentía muy cómodo con los amigos de barrio, tal vez ese cambio se lo iba dando la naturaleza, la similitud de la sangre y del talento de los músicos que se movían en la humildad.

En ese movimiento universal de querer descubrir el mundo, se encontró a un tendero que tenía un acordeón de dos teclados y Alcides le propuso que le prestara el acordeón y que le retribuía trabajándole, haciéndole los mandados. El señor aceptó, y así practicaba todos los días. Una vez venía por la calle un señor y lo vio ensayando y le dijo:

––Lo necesitamos, sí señor… Usted es.

––Me necesitan pa’ que? ––le dijo Alcides.

––Pa’ toca’ la malla.

––Bueno, acepto ––contestó.

La malla es como una danza de carnavales donde se entretejen unas cuerdas, el ritmo es fácil y esto le sirvió como práctica. Comenzaron a las cuatro de la mañana y terminaron a la una de la tarde, cuando ya todo el mundo estaba borracho se iban para sus casas. Terminó con los brazos adoloridos y demasiado cansado, pero con el deber cumplido.

Conoció también a un señor llamado Nicolás Akle, quien tenía dinero y varios negocios y tenía la facilidad de comprar un acordeón; para entonces Alcides Diaz ya había aprendido a tocar otro instrumento, la caja. Este señor conocedor de su talento decide incluirlo como cajero y le pagaba por cada toque que hacían.

Una vez llegó Dolcey Gutiérrez a tocar en unos carnavales a Plato y Nico le compró uno de los acordeones. Alcides aprovechaba para necear con el acordeón hasta tal punto que aprendió a tocar la Vaca Prieta y María Tere de Bobea y sus vallenatos, pero sentía que aquel conjunto no se proyectaba, entendiendo que Nicolás Akle era un señor pudiente y no necesitaba plata; entonces, Alcides se sentía ya con más experiencia, motivo por el cual decide abandonar aquel conjunto.

Al reorganizar el conjunto de los Planetarios sintió la necesidad de meterle percusión con varios instrumentos: bajo, guitarras y timbales, convirtiéndose en la competencia de Manuel Saumeth, una orquesta muy popular que había en Plato y el maestro que la dirigía veía al muchacho con ganas de aprender ya que en todos los matrimonios se lo encontraba, lo seguía donde quiera que tocaban; entonces el maestro una vez le dijo:

––Ve a la casa que te voy a enseñar.

Cuando Alcides llegó a la casa de Manuel Saumeth, se dio cuenta que algunos instrumentos tenían partituras y comenzó a ensayar con el saxofón. Se puso a sacar un disco a oído: ¨Tina¨ de Pacho Galán que estaba de moda. El hijo del Maestro lo escuchó y le dijo:

––¡No, señor! Aprenda a tocar bien, con notas en el pentagrama.

Pero esos ensayos lo aburrían porque las notas le salían ripiá, y los vecinos lo burlaban, ese día comprendió que había que estudiar música, aunque aprendió con la orquesta a tocar otro instrumento; la conga.

En pleno rebusque en carnavales con los planetarios, lo llamó un primo de Medellín y le dijo que se fuera para allá, que él tocaba en una orquesta y lo podía ayudar. Reunió a los muchachos y les comentó que se iba para “Medallo” por unos días y se despidió de todos ellos.

Llegar a Medellín y explorar otro nivel de vida no estaba incluido en los proyectos inmediatos de Alcides, pero se sentía con alas y creía que con lo que sabía era suficiente. En Medellín, los músicos se reunían en un bar, allí se encontraban los músicos que tocaban diferentes instrumentos: trompetistas, congueros, saxofonistas, guitarristas en fin… y, cuando alguna orquesta requería un instrumento, llamaban al bar y el músico iba al sitio donde les tocaba tocar, entonces el primo lo llevó a ese lugar y lo presentó:

––Miren, muchachos, éste es mi primo, viene de Plato es musico y está recién llegado.

El que recibía las llamadas por teléfono le preguntó;

––¿Qué instrumento tocas?

––¡Acordeón! ––contestó con mucha seguridad, era en lo que mejor se defendía.

––Si vienes tocando acordeón, mejor devuélvase para su tierra, aquí no tiene auge ––siguió diciéndole––. ¡Claro! si tocas guitarra o bajo, de pronto te conseguimos chamba-

El primo enseguida le dijo:

––Tienes que rebuscarte, aquí las cosas son duras para pagar la pieza y la comida.

A lo que Alcides respondió:

––Sí, toco guitarra y bajo.

Se acordó de Rafael Díaz en los pininos que hizo con él.

En esos días, un conguero de Sincelejo que le decían el cónsul, porque alojaba en su casa a todos los músicos que llegaban de afuera y cobraba cualquier cosa, le dijo:

––Como tú eres un muchacho inquieto, allá en Discos fuentes necesitan un cantante, ¿tú cantas?

––¡No! –contestó.

––No importa, vete a la disquera, y dices que yo te recomendé.

Se fue para los estudios y allá estaba una orquesta los Golden Boy. Le dieron la letra de una canción y comenzó a cantarla. El director le dijo:

––¡No, no, no, no! Esto es otro swing, otro tumbao, esa voz no encaja aquí.

Acto seguido lo despidieron, pero el director sintió compasión por él y, nuevamente, lo volvieron a recomendar y lo envió a Sonolux para ir a hacer voces. Cuando llegó, se encontró con cinco personas haciendo coros, le dieron la letra de otra canción para que hiciera segunda voz y también el director lo interrumpió:

––¿Quién está en la segunda voz?

Alcides alza la mano con orgullo y dice: ¡Yo!

––Mire, mijo, váyase para su casa que usted no sirve para esto.

Cuando salió de allí, se sentó en un piso y se puso a llorar, se acordaba que en Plato no le pasaban esas cosas y se decía:

––Coge ¿quién te mandó a venirte de tu pueblo?

En el transcurso de los días, lo llevaron a un ensayo para una presentación que tenían el fin de semana y le dieron un bajo-guitarra, nunca había tocado uno como ése, aunque en Plato ya había practicado en uno que él tenía de cuatro cuerdas. Un señor opita que tocaba trompeta lo miró y le dijo:

––Muchacho ¿quieres aprender?

––Sí, señor” –le contestó.

Le explicó donde eran las notas en el bajo y practicaron Alicia Dorada. Cuando Alcides le dio el marcante, el señor exclamó:

 ––¡Sabes tocar, eres bueno, tienes buen oído!

Desde ese día, con ese ángel que se encontró, se convirtió en bajista y empezó a ser solicitado y tocar en varias orquestas, entre ellas: los Dinámicos de Nacho, Magníficos de Colombia y otras de la época. Un día, lo observó tocando un integrante de los Corraleros de Majagual y le dijo:

––!Ombe! Andamos buscando un bajista, se nos retiró el anterior y necesitamos uno costeño.

En ese tiempo, Alcides se ganaba mil quinientos pesos mensuales y tocaba todos los días, pero vivía sobregirado, pedía viáticos todos los días para sus gastos. Logró entrar a los Corraleros de Majagual y la cosa se puso más profesional. Le cambió la situación económica, estuvieron por todo Colombia y Venezuela. En esa época, comienza a llegar una bonanza de grupos vallenatos a Medellín y el trabajo no faltaba ya que pedían bajistas costeños. Luego, se retiró de los Corraleros y se fue con Alfredo Gutiérrez donde grabó varios temas con el bajo.

Una vez, Adolfo Echeverría lo vio tocando con los caporales, y le dijo:

––Oye, ven acá… tú tocas bien, ¡vente con nosotros!”-

Y nuevamente aceptó y le tocó irse a vivir a Barranquilla y también a Sincelejo.

Con Adolfo Echeverría andaba un chileno que tocaba la trompeta y un día le preguntó:

––¿Tú lees música?

––¡No! –le contestó

––Si quieres yo te enseño ––le dijo

Le respondió:

––Nunca he querido aprender porque se pierde la sabrosura de la improvisación y en la costa el bajo sigue el acordeón sin necesidad de partituras.

Obvio, ese argumento fue inventado por él, nunca quiso aprender a leer música en pentagrama y el motivo era que quería aprender de una, rápido y esos estudios lo aburrían.

Un día el chileno lo llamó y le dijo:

––Alcides, vente para el estudio que vamos a montar una canción tropical, te traes el bajo.

Pero cuando llegó, había un grupo para grabar baladas y boleros, el director era mejicano y contrató al chileno para que buscara músicos que leyeran partituras en el pentagrama a lo que enseguida le dijo:

––Te tengo tanto aprecio que aquí te vas a dar cuenta cómo se hacen las cosas.

Luego, el mejicano repartió las partituras y le entregó la de Alcides, con la experiencia que ya tenía no se incomodó, además el chileno sabía que él no leía música. Entonces, el director dice: “Bueno, vamos a grabar todo el mundo en sus puestos”.

––¡Espere un momento, señor director! ––dijo el chileno.

––Me parece que debemos ensayar y grabar sin el bajo, vamos a dejarlo de último para que no se ciñe a lo estricto y pueda meter unos arreglos, él es muy bueno para crear y escuchando primero la melodía se puede inspirar.

––Me parece muy buena idea ––contestó el mejicano

Alcides entendió de una ya que al escuchar dos o tres veces la canción se la aprendía de memoria y él, era así, en las orquestas le colocaban las partituras, pero nunca las leía.

Se volvió bajista de las casas disqueras y regresó a Medellín. Entonces, lo llama Juan Piña para que se integre a su orquesta y, estando tocando con él en una presentación,el público pide una canción que no se sabían, le consultan a Alcides y les dijo:

––Yo me la sé, si quieren la canto.

Así se convirtió en cantante y hacía mochitos con la orquesta la Revelación. Estando en esas presentaciones de Juan Piña donde le daban la oportunidad de cantar, lo escuchó Edmundo Arias, en esa época tenía una orquesta tan famosa como la de Pacho Galán y le comentó que estaba haciendo un disco de larga duración en Sonolux y necesitaba que él le metiera la voz que le gustaba cómo cantaba, a los pocos días el señor se enfermó y no se pudo hacer el proyecto musical. Pero como cosas del destino, al gerente de la casa disquera Codiscos le quedó sonando la flauta y reflexionó. Si Edmundo Arias buscó a Alcides, por algo será, y lo mandó a llamar y le comentó que grabara con ellos que él sabía del proyecto de Edmundo Arias.

Alcides le dijo:

––¿Pero él se fue del país?

––No te preocupes ––le contestó

––Tenemos unas pistas del Combo de las Estrellas, para meterle la voz, que fueron hechas en arpa.

Así hicieron, le quitaron el arpa y Alcides grabó la voz, era música gitana y le pagaron en ese tiempo diez mil pesos por tema, sin regalías. Supo que ese disco se lo llevaron con la marca de otro sello para México, después siguió cantando y tocando con Juan Piña.

Una vez lo llamaron de Sonolux para hacer unos coros a un conjunto vallenato con Julio Rojas y Ricardo Maestre. Cuando están grabando, Alcides le pregunta;

––Bueno, ¿de dónde eres tú?

––Yo soy del Difícil ––contestó Ricardo.

––Erda, yo tengo una hermana allá y el papá se llama lucho Maestre.

––¡Juggo ese es mi papá! ––le dijo Ricardo.

––¿Cómo así? ¿o sea que tú eres hermano de mi hermana y yo no soy nada tuyo, cómo es ese negocio?

Se rieron y se conocieron ese día, coincidencias de la vida que Dios coloca en el camino para bien de todos.

Alcides Diaz ya era reconocido en todas las casas disqueras, tanto, que le grabó bajos y coros a: Enrique Díaz, Alejo Durán, Poncho Zuleta, Jorge Oñate y a casi todos los conjuntos vallenatos que iban a grabar a Medellín.

Alcides en esta ciudad se convirtió en una persona servicial y tenía que ver con todas las personas que llegaban de Plato, Magdalena. Los acogía y los hospedaba ya que tenía para vivir en una casa más amplia, era como un hogar de paso, debido a que sus ingresos aumentaron por el auge de sus actividades y cualidades de su talento artístico. Un caso fortuito le pasó con Juan Carlos Tovar Wilches, muchacho que, igual que Alcides, se dejó seducir de la musa que brotan las melodías del acordeón, sus sonidos y acordes hacían que los amigos lo buscaran para tocar en las fiestas, parrandas o en una esquina bohemia, entre ellos: Alberto Pomarico, Alonso Salazar, Martín Visbal, Darío Sierra, Gustavo Ramos. Estudiando en el colegio la Esperanza de Cartagena, se descuidó con las notas por tocar acordeón y perdió el año; pensaba que sus padres se iban a enfadar con él , muy pensativo decidió irse para Medellín a trabajar o hacer cualquier cosa y se encontró en el Carmen de Bolívar con Eduardo David Díaz Jarma quien le dijo que iba para donde Alcides y que no se preocupara que dejara de llorar, que allá les iba a ir bien; y en efecto así pasó. Alcides Díaz los recibió, y duró un tiempo largo viviendo mientras sus padres se enteraron y lo hicieron regresar para que repitiera el año, esta vez en Plato.

Pasado un tiempo el gerente de Codiscos volvió a llamar a Alcides y le dijo:

––¡Mire! A la gente le gustó el primer trabajo, pero esas canciones sonaron en el exterior, queremos grabar un disco inédito que trajimos que se llama Managua-Nicaragua, ya hicimos las pistas yo conozco tu tono, falta meterle la voz.

Cuando ese disco salió, comenzó a pegarse en Medellín, Bogotá, Cali, Barranquilla y el resto del país. Con ese disco, le fue muy bien a Codiscos. La gente comenzó a preguntar: ¿Quién canta ahí? “Ese es Alcides Díaz, bajista y cantante”, aunque todavía pertenecía a la agrupación de Juan piña.  Para esa época lo liquidaban bien y ya le alcanzaba la plata para regresar a Plato a encontrarse con sus amigos y regresar a Medellín.

Volvieron a llamarlo y le propusieron grabar otro disco llamado el Míster y también se pegó en sintonía igual que Managua-Nicaragua, y le dijeron:

––Como ese grupo es de aquí, la gente está preguntando por él. Vamos a ponerle un nombre.

Le colocaron “El Combo Nutibara”.

Unos hermanos pereiranos de apellido Carreño, trompetistas del Combo de las Estrellas, lo invitan a formar una orquesta para aprovechar que su música estaba sonando en las emisoras, les decían que todo el mundo preguntaba por el Combo Nutibara y la pedían mucho. Esos muchachos se fueron con el Combo de las Estrellas a tocar a los Estados Unidos y trajeron todos los instrumentos incluyendo la amplificación y se convirtieron en empresarios, invirtieron un billete y le dijeron:

––Bueno Alcides, aquí está. Haz la orquesta y no te preocupes que ya te tenemos trabajo.

Se quedó meditando y días después se retiró de la orquesta de Juan Piña y formó el Combo Nutibara.

Con la nueva orquesta se relacionó con los dueños de Matecaña y los llevaban por todo el país. Los contrataban seguido, debido a que Alcides montaba temas que estuvieran sonando a nivel nacional, su estrategia era llamar a su hermana Nidia a Barranquilla y le preguntaba qué disco estaba sonando, los montaba y los tocaba en las presentaciones, así anduvo por todo el interior del país: Cúcuta, Bogotá y centro América. Se le iba metiendo la idea de ir a la costa, no lo había hecho porque no tenía canciones que impactaran, y sabía que al barranquillero le gustaba la música carnavalera.

Para esa época, ya en Plato, Magdalena, se encontraba otro plateño incursionando en el mundo musical, se trataba de Jesús Guillermo Díaz Jarma, igual que todos también se salía de clases y se iba a practicar guitarra donde Ramón Amador, quien tenía una guitarra muy buena y le enseñó las primeras notas. También formó un grupo con Jorge Mourat y César Castro, incluso ensayaban con Juan Carlos Tovar esa agrupación se llamó los “Sagicapri” que eran las iniciales de sagitario y capricornio signos zodiacales, pero también muy adolescente aprendió a tocar bajo con uno que construyó Roque Saballet y tocaban en cumpleaños y matrimonios con Maribel Cortina y acompañaba a los grupos musicales que llegaban a Plato que no tenían bajistas.

Luego, se fue para Santa Marta a estudiar Economía agrícola e incursionaba tocando bajo con grupos en la Bahía y el Rodadero. Estando allí, es llamado por Alcides Diaz y le propone que se fuera para Medellín que estaba necesitando un bajista y es cuando Jesús Guillermo abandona sus estudios y se va también a hacer lo que más le gustaba, esta vez, profesionalmente.

Un día cualquiera llegó el compositor plateño Roque Saballet a Medellín. La hermana de Roque vivía con el bajista de los hermanos Martelo y con la afinidad y la confianza prefirió alojarse en la casa de Alcides y hablando con él, le dijo:

––Tengo un tema que se llama Martín Enguayabao.

Cuando Alcides lo oyó, enseguida pensó: "Ese es el disco que necesito para ir a Barranquilla".

Unos días después, lo llamó el gerente de Codiscos para informarle que ya el próximo larga duración estaba listo, que fuera a meterle la voz.

Tentado Alcides con la canción de Roque Saballet, le tocó hablar con él, le comentó de la nueva canción, pero el gerente decía que no, que esa no era música para esa región. Alcides insistió que sacaran una de las doce y metieran esa, fue tanta la insistencia que, al fin, aceptaron más por darle gusto que por convencimiento. Entonces, decidieron que Alcides hiciera los arreglos; era un domingo y había que grabar la canción. Salió, entonces, Alcides a buscar los músicos trasnochados. Resulta que Darío Gómez era mensajero de Codiscos y ese día lo mandaron a que estuviera pendiente de la grabación. Cuando Alcides comenzó a grabar, se dio cuenta que necesitaba coristas, algo que él mismo hacía y vio que Darío Gómez, algunas veces cantaba en parrandas y le dijo:

––Darío, ayúdame con los coros.

Y cuando estaban grabando, la voz decía:

––Martín enguayabado, Martín enguayabado.

Alcides enseguida le dijo:

––¡No, no, no! Es enguayabao, eso es para la costa.

Repitieron varias veces y al fin lograron grabar el coro.

A los empresarios del Combo de las Estrellas les salió un toque con la caseta Matecaña un once de noviembre en Cartagena, pero los llevaban como relleno esa música de orquesta era para la gente del interior y le dijeron a Alcides, que iban a incluir al Combo Nutibara en el espectáculo y que no llevara instrumentos que ellos se los prestaban y que había cierta cantidad de dinero. Alcides aceptó y llamó nuevamente a su hermana a Barranquilla y le preguntó:

––¿Que está sonando?

Ella le dijo:

––El Pilón de Juan Piña y nació Varón de Cuco Valoy.

Y comenzó enseguida a hacer los arreglos musicales en su orquesta.

Llegaron a Cartagena por primera vez Alcides con su orquesta y la caseta estaba totalmente llena, pero, en la costa, a esa orquesta del Combo de las Estrellas la gente no le prestaba atención, porque la gente costeña con tragos encima le gusta la sabrosura, bailar rompe canilla, la recocha y nadie salió a bailar. Acaban la tanda y anuncian al Combo Nutibara.

Bueno, Alcides comienza con el Pilón "pollito por qué piai si gallina no tiene teta”. La gente sale y llena la pista. Unos meseros plateños que estaban trabajando en la caseta se acercaron donde Alcides riéndose y le gritaban: “Les diste por la cabeza, los dejaste calla’o”. Eso le dio pena, porque el Combo de las Estrellas le prestaron los instrumentos y algunos músicos, aunque por dentro sentía satisfacción.

La canción de “Martin enguayabao” no la tocó porque no la conocían. Alcides llevó unos sencillos y se los repartió a los picoteros para que los colocaran en las verbenas, eso fue en noviembre y ya en enero se escuchaba en todos los establecimientos de la costa. Lo escuchaban hasta con el radio apagao. Siendo la sensación del momento, lo llama el gerente de Matecaña y le dice:

––Alcides, lo necesito para que me toque en los carnavales, y le doy incluso los pasajes en avión.

En Medellín, ya se escuchaban dos discos del larga duración como fueron “de parranda” y “el niño pobre”, música suave pero sólo en las emisoras, así que viajaron a Barranquilla y, cuando se bajaron del avión, había unas papayeras recibiendo a las reinas internacionales y todas estaban interpretando “Martín Enguayabao”, y unas camisetas con unos dibujos de “borracho enguayabao”, entonces le tocó montarlo nuevamente en el hotel, él no sabía de la magnitud de la audiencia de la canción, se inscribió en el festival de orquesta y se ganó el Congo de oro, con Martín enguayabao.

Estos acontecimientos lo llevaron a grabar música para la costa, y es donde graba “Revoliático”, “Borracho yo soy así”, y también ganó el Congo de oro “La cachumba de Marucha“ y otros.

Alcides se convirtió en compositor, por necesidad tuvo que dedicarse a componer canciones debido a que una vez fue donde un compositor vallenato a pedirle canciones y le dijo que él solo le entregaba discos a Diomedes, Poncho Zuleta, Jorge Oñate, etc… Esto hizo que incursionara en la composición con mucho éxito. Aunque “Martín enguayabao” ha sido el de más relevancia, hoy en día está entre los diez discos más escuchados del Carnaval de Barranquilla.

Cada año las casas disqueras sacaban un disco de larga duración llamado el Disco del año, donde prensaban los mejores temas que fueron éxitos y el gerente de Codiscos lo llama nuevamente y le dice:

––Alcides, ¿tú tocas acordeón?

––Ya no me dedico a eso ––contestó.

––¡Mira! es que Discos Fuentes tiene un vallenato sonando y si tú lo tocas igual lo podemos grabar y lo metemos en larga duración.

Así se hizo. Lo tocó igualito y lo grabaron. Alcides le preguntó:

––¿y cómo se va a llamar el conjunto?

––Los Piratas Sabaneros –le respondió.

A raíz de esa grabación con acordeón deciden incluir el tema “El Remolino”, esta canción es el himno de Medellín lo mismo que el “Revoliático”, en todas partes los piden. Entonces, el Combo Nutibara comienza a perder fuerza y para que la gente no se confundiera le colocan "Alcides Diaz y los piratas sabaneros", música de la sabana. Entre otras cosas, el ochenta por ciento de las canciones grabadas por los Piratas sabaneros fueron hechas en tono menor, es la cadencia que le gusta al maestro Alcides Rafael Diaz.

Esta historia fue relatada y contada por el mismo Alcides Díaz en una llamada telefónica que le hice y de la cual conservo los audios. Al maestro mis agradecimientos para poderle contar al mundo y a sus coterráneos su historia y trascendencia musical y que las nuevas generaciones conozcan su legado y lo importante que ha sido para el folclore colombiano.

¡Gracias, maestro!

 

Luis Carlos Guerra Ávila

“El Tachi Guerra”

Sobre el autor

Luis Carlos Guerra Ávila

Luis Carlos Guerra Ávila

Magiriaimo Literario

Luis Carlos "El tachi" Guerra Avila nació en Codazzi, Cesar, un 09-04-62. Escritor, compositor y poeta. Entre sus obras tiene dos producciones musicales: "Auténtico", comercial, y "Misa vallenata", cristiana. Un poemario: "Nadie sabe que soy poeta". Varios ensayos y crónicas: "Origen de la música de acordeón”, “El ultimo juglar”, y análisis literarios de Juancho Polo Valencia, Doña Petra, Hijo de José Camilo, Hígado encebollado, entre otros. Actualmente se dedica a defender el río Magiriamo en Codazzi, como presidente de la Fundación Somos Codazzi y reside en Valledupar (Cesar).

2 Comentarios


Edison Tomas Rodriguez Chinchia 18-10-2022 11:04 AM

Excelente, Luis Carlos "Tachi" Guerra Avila. Codazzi es un referente cultural y sus hijos así lo ratifican. Se requiere apoyo oficial en los niveles local, regional y nacional para difundir el talento de nuestros compositores, crea dores e intérpretes.

Henry Manjarres 21-10-2022 03:18 PM

Excelente relato!!

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